Ya con 21
años, seguía en mi carrera, amo la Química y amé mi universidad, todavía la
amo.
De los 20 a
los 21 había tenido un par de noviecitos, bueno, unos tires que duraron varios
meses pero nada serio. Uno activo que no paraba de cogerme, donde fuera, entre
una clase y otra íbamos al carro y me cogía ahí en pleno sol, cocinándonos pero
eso a él le daba morbo –a mi también-. Otras veces en los campos de la
Universidad, una vez en un salón que no se estaba usando, cualquier sonido,
gemido o movimiento se escuchaba, el eco propagaba todo.
Lo dejé
porque ya quería pasar a algo más serio y a mi en esa época tener pareja y
estar estable me daba urticaria, que mamón calarse a un carajo todos los días y
que te llamen y te averigüen la vida –eso era lo que pensaba a mis 20 -no me
gustaba eso, así que lo mandé a volar, estudiaba en la misma Universidad,
gracias a Dios otra carrera, luego me enteré que se fue del país a estudiar y allá se quedó.
El segundo
noviecito, que duró tres semanas, fue un portuguesito hijo del dueño de la
panadería cerca de mi casa. Era bastante loquita, pero era bello bello y cada
vez que iba a la panadería me regalaba el desayuno; dos cachitos de jamón, riko
malt o jugo y café con leche. Tenía 23 años.
Un día me
invitó a ir al interior de la panadería para “desayunar” ahí aprovechando que
su papá no estaba, sólo el encargado pero estaba atendiendo la caja.
–¿Quieres
comerte este cachito? –Se sacó el guevo que no era muy grande pero si grueso.
Yo sin responder nada me agaché y comencé a mamar. El carajo lanzaba unos
gemidos como si se lo estuvieran cogiendo, sus manos eran delicadas, dedos
delgados y blancos, eso sí, era peludito y siempre olía a pan.
–Lo mamas
rico –Ese rico me sonó tan gay que dejé de mamar y me levanté.
–¿Quieres
que te lo meta aquí?
–¿Ah tú eres
activo? –Me impresionó eso, aunque se lo dejó mamar, porque hay pasivos que no
les gusta que se lo mamen, que absurdo.
–Soy
versatil, pero quiero penetrarte. -Quiero penetrarte, dijo, demasiado correcto.
–Dale pues,
cógeme, busca un condón.
–No tengo
preservativo pero estoy sano. –Metí la mano en mi bolsillo y le di uno.
–No sé
ponérmelo –¿QUÉ? WTF no sabe ponerse un condón, ¿pero en que planeta vive
este?.
–Ya va,
¿cómo que no sabes? ¿Nunca has usado?
–No, tengo
poco tiempo teniendo sexo pero lo he hecho sin preservativos porque son amigos.
Puse los
ojos en blanco y suspiré, tenía ganas de tirar y le puse el condón, me puse
saliva. Y me recosté en la mesa.
Apenas lo
metió comenzó a gemir, parecía una jeva, me abría las nalgas y me lo metía muy
suave casi ni se movía. Me puse a contar los certificados que estaban colgados
en la pared mientras él gemía, la verdad no sabía si me estaba cogiendo. Me
volteé para verle la cara y estaba con los ojos cerrados y la cabeza hacia
atrás gimiendo.
La oficina
es de vidrio de la mitad hacia arriba y ahí estaba un panadero viendo el sexo
más deprimente que he tenido hasta ahora.
–Hay un tipo
viéndonos. – Se volteó y se asustó sacando el guevo de mi culo y se acabó ahí
mismo.
Me subí el
pantalón y salí, el portugués se quedó paralizado.
Veo al tipo
y le pregunto –¿Tú eres el encargado?
–No, yo soy
uno de los panaderos
–Ah es que
te vio y se quedó paralizado.
–Lo tengo
amenazado, es como la tercera vez que lo pillo tirando aquí y lo he grabado,
entonces me da plata para que no le diga a sus papás.
–Aaaah que
bien, bueno, dale mi pana, nos vemos, ¿me puedo llevar par de canillas?
–Si claro.
Al portugués
no lo vi más, luego me enteré que en un asalto al negocio le dispararon
muriendo en el acto. La panadería ya no existe, esa gente se fue del país.
Meses
después estaba detrás de un carajito que vive por mi casa, quería estrenarme en
eso de ser activo pero quería hacerlo con alguien menor que yo para tener el
control. El chamo tenía 18 años pero parecía de 16, me tomé el
atrevimiento de pedirle la cédula para confirmarlo.
Lo convencí
para que una noche tiráramos, a mi casa no podía ir pues me daba pena con mi
mamá el estar llevando gente desconocida y que se quedara a dormir. A un hotel,
yo no estaba muy ducho en eso como era la vaina y en cual aceptaban a dos hombres.
Decidí ir a un lugar apartado con el carro y cogérmelo ahí.
Me
estacioné en una zona que estaba oscura pues mi carro aún no tenía papel
ahumado, me daba flojera ir a un sitio de esos, pero en fin, estacioné y apagué
el carro.
Empecé a
caerle a latas durísimo, el carajito estaba nervioso pero igual comencé a
meterle mano, le quité la ropa y yo me quité el pantalón y el interior.
El
carajito me agarró el güevo y con las mismas lo soltó.
–Lo tienes
muy grande –me dijo, no había caído en cuenta de lo que yo tenía entre las
piernas hasta que dijo eso, pero tampoco podía confiar en su palabra, era el
primero que me lo decía.
–Tranquilo
te lo meto despacito.
–No, no, no,
tengo miedo de estar aquí y si nos pillan
–No chico,
aquí no hay nadie y está oscuro.
–Es que me
va doler.
–¡Ya coño te
lo voy a meter un ratico deja la guevonada! -Ya me estaba desesperando y tenía
el güevo tan duro que me dolía. Me puse el condón, lubricante y lo volteé para
cogérmelo en cuatro.
Comencé a
metérselo pero se quejaba, no le paré y seguí. Poco a poco se fue metiendo
hasta que el güevo desapareció en su culo, wow que sensación tan buena. Adentro
se sentía acolchado, húmedo y caliente, el chamo me apretaba el güevo y yo a
punto de venirme, pero aguanté, comencé a sacarlo y a meterlo y el chamo gemía
con dolor, yo le daba despacio y luego más fuerte, estaba excitadísimo, el
carajito tenía su mano encima de la base de mi güevo para que no se lo metiera
todo.
De repente
se enciende una luz y me cagué, no vi nada ni a nadie y seguí. Luego supe que
había sido el poste que se encendió solo.
Todo iba
bien, el carajito estaba disfrutando y yo más hasta que vi el reflejo de luces
rojas y azules titilando a gran velocidad. El carajito no sé cómo hizo pero
abrió la puerta y salió del carro .
–¿Pa’ dónde
vas tú pajarito? Ay vale desnudito, estabas con la jevita? - El policía
se asoma con la linterna y me ve petrificado con los pantalones ya puestos. –Es
que son dos chamos, dos maricos cogiéndose.
–Por favor
agente por favor déjeme ir, déjeme ir por favor.
El carajito
estaba cagado, cagado, bueno yo no estaba lejos de lo mismo, pero él estaba que
se arrodillaba frente al policía, bueno, lo hizo. El policía no le paró bolas,
así que le pasé su ropa se vistió y, lo que tenía que pasar, detenidos.
Mi carro lo
detuvieron y se lo llevaron, los dos nos fuimos en la patrulla.
–Cuando
lleguemos pueden llamar a sus padres para que sepan los hijos que tienen.
–Podemos
arreglar esto de otra manera sin tener que llamar a nadie.
–Podemos,
claro que podemos.
–El carajito
se relajó, yo creo que pensba que era bajándonos de la mula como íbamos a
solucionar eso.
Llegamos y
nos encerraron
–¿Qué
hacemos con esos mariquitos?
–Lo que
hacemos siempre, tráelos –Escuché que dijeron eso.
–Bueno
carajitos, para dejarlos ir tienen que hacer un par de cosas. Bajarse de la
mula y dejarse coger por este cuerpo.
–Por fa te
pido que a él lo sueltes, yo pago por él, pero no le hagas nada, déjalo ir y yo
me quedo.
Unos
segundos de espera en un aterrador silencio, el policía habló.
–Ok, agarra
tus cosas y te vas, como te vuelva a ver en la calle haciendo estas vainas te
vas a joder, VETE.
Ya me quedé
solo pero me angustiaba que el carajito estuviera vagando por ahí.
–Bueno,
¿dónde le damos, aquí en la celda?. –Yo dándomelas de macho que puede con todo.
–En la celda
no cabemos.
–Pero somos
tú y yo
–¿Tú no
escuchaste cuando yo dije que se tenían que dejar coger por este cuerpo? Bueno
este cuerpo de policía. –Aparecieron 4 más y ahí sí que me asusté. 5 tipos me
iban a coger, iba a ser el juguete sexual del módulo.
–Si quieren
yo les pago a todos pero lo otro no, me van a…aunque sea uno. –se rieron, no me
había sentido tan humillado desde que me oriné encima en el colegio.
Los policias
se sacaron los guevos por el cierre del pantalón, hicieron que me agachara.
Tenía esas vergas cerca de mi y el olor que despedían no me gustaba. Uno de
ellos tenía la cabeza blancuzca, llena de temiga y un fuerte olor asqueroso.
–Mama.
No pude
hacerlo, la pestilencia pudo más que las ganas y pedí que me cogieran de una
vez. Me bajaron el pantalón y el interior.
–Coño, el
carajito tiene lo suyo. – Ya eran 2 los que notaban mis dimensiones. –Hoy no te
va a servir de nada, vas a llevar palo. –me volteó y me empujó a la mesa.
–Ponte
condón –le dije. Otra vez las risas
–A rin pelao
papá, eso es muy caro.
El pánico se
apoderó de mi, de ahí iba a salir con alguna enfermedad de transmisión sexual,
pero seguro.
Uno a uno
fue pasando, me escupían el culo o se escupian el guevo y lo metían, no
aguantaba el dolor. Volteé la cabeza y venía el del guevo blancuzco y apreté
las nalgas, no sirvio de nada. Era el que lo tenía más grueso y sus compañeros
lo alentaban.
–Dale duro
que esa aguanta. -Que humillación…
4 de ellos
que se turnaban en cogerme acabaron dentro de mi, el de la temiga se encargó de
echarme su leche en la cara, que olía asquerosa. No aguanté y me puse a llorar.
Cuando terminaron me llevaron a varios cajeros a sacar plata, de ahí a buscar
mi carro a un estacionamiento.
Me quitaron
5 millones de los de antes entre la tarjeta de débito y mis 3 tarjetas de
crédito. Todo el trayecto a mi casa no paré de llorar, aunque en el fondo me
había gustado ese sexo grupal no dejaba de sentir asco. El policía asqueroso me
amenazó con hacerme algo si abría la boca.
Y lo conté,
al llegar a casa le conté todo a mi mamá. Por supuesto se arrechó horriblemente
conmigo, luego me abrazó, lloramos y luego la arrechera era contra esos
policías. Mi mamá hizo un par de llamadas, me hicieron los exámenes forenses,
yo cargaba en mi culo más leche que en mi nevera.
3 meses
después me hicieron una cantidad de exámenes y no tenía ni hepatitis, ni VIH,
ni sífilis, solamente VPH, nada más y nada menos, el culo parecía un sembradío
de brócolis. Por supuesto mis dias de pasivo habían sido suspendidos, meses de
cauterizaciones, antibioticos, etc, etc, etc.
Como mi culo
estaba accidentado pues mi esfuerzos se volcaron a ser un buen activo.
A los 4
policías los destituyeron y estuvieron detenidos por varios meses. El jefe, no
le hicieron nada pues tiene influencias pero la vida se encargó de castigarlo.
El hombre era un cultivo de no sé cuantas enfermedades. El guevo se le llenó de
verrugas, preinfarto, arterias obstruídas, una bacteria en el estómago y como
guinda tenía laberintitis, lo inhabilitaron para trabajar.
Un año
después de todo ese episodio, me volvi a ver con el chamo, le tenía una
arrechera por haberse ido, -si yo sé, yo le dije que se fuera- Si se hubiese
quedado me ayudaba con la tropa.
Me pidió disculpas
y se ofreció en pagarme la mitad del dinero que me quitaron.
–Tranquilo,
esos bichos me devolvieron el dinero, íntegro.
Una mañana
cuando salí del baño me quedé parado frente al espejo y observé mi
cuerpo, ya tenía algunos pelos en el pecho, me vi la entrepierna y debía
hacer algo con ese pelero. Me agarré el guevo…y sí, era grande y más cuando
empezaba a pararse y lo vi en detalle.
Ahora sabía
usarlo y ya nadie me iba a detener.
Por ahora
hasta aquí, chao.
No hay comentarios:
Publicar un comentario