miércoles, 17 de abril de 2013

PECADO CAPITAL. Avaricia. FINAL de TEMPORADA

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Tabay tenía entre sus manos, acariciándolo, a su pene. Guanta, arrodillada se secó las lágrimas con sus manos, se levantó, dio media vuelta para salir de la oficina. Tabay la tomó con fuerza del brazo. –¡Tú no te vas sin terminar lo que te dije que hicieras!– le dijo con voz fuerte, pero ella se soltó del brazo de él y siguió caminando hacia la salida.


–Te vas a arrepentir mujercita, yo sé que vas a regresar para negociar conmigo…aquí te voy a esperar–. Aún con su pene erecto fuera del pantalón, cerró la puerta, se echó en el sofá y comenzó a masturbarse.



***

Al día siguiente Tabay se encontraba en México para cerrar la negociación más grande de su vida lo que le iba a genera mucho más dinero; 10 toneladas de cocaína para distribuirlas en Europa.



–Necesitamos una operación limpia, que organicemos bien todo, que nos ahorremos una gran cantidad de dinero pero sin descuidar ningún detalle. Esta operación es muy delicada y hay que estar alerta y sincronizados– Hablaba Tabay con sus socios y varios de los que iban a estar involucrados en el operativo.



Al finalizar la reunión, dos de sus socios y él se fueron a divertir en Veracruz. Llegaron a un bar muy famoso en la zona, donde las prostitutas son las más caras de México. Su dueño estaba involucrado en el tráfico de drogas y trata de blancas en un red de prostitución más grande de latinoamérica que mercadea con países de Europa del este.



Llegaron los tres, cada uno con dos escoltas que parecían murallas impenetrables. Se acercaron a la barra y hablaron con el encargado. –Queremos a las tres putas más caras de esta vaina–Le dijo Tabay. –Lo siento, las muchachas están ocupadas en otra zona con unos clients, pero puedo recomendarles otras niñas que tenemos–. –Tabay lo agarró por el cuello y le dijo –Yo no te estoy preguntando quién está disponible, te estoy diciendo que queremos a last res mejores, estas entendiendo, ¿no?–Es que no se va a poder señor…–.



–¿Dónde está el dueño de esto?–Al fondo de este pasillo– Potro, encárgate de este– le dijo a su escolta refiriéndose al encargado. Sacó su arma y le dió un disparo en el medio de la frente, limpio, sin ruido, sin escándalo, cayo por detrás de la barra y siguieron todos por el pasillo.



Entraron sin avisar a la oficina rompiendo la puerta con una patada. El dueño estaba en el suelo en posición de perro y lo estaba penetrando un muchacho que no llegaba a 20 años. Guadalupe, el dueño, un señor de casi 70 años. Uno de los escoltas alzó al muchacho y lo sacó de la oficina como estaba, desnudo.



–Caramba Guadalupe, así que te gustan chamaquitos, son los únicos que te follan pagándoles por supuesto jejejeje–Le decía Otto, el socio alemán. Párate y llama a tus mejores putas que venga ya aquí, mis amigos y yo queremos divertirnos esta noche–.



–Listo, ya vienen, se van a tardar pero vienen seguro, pero siéntense, ¿quieren un trago?–Queremos comprarte este antro de mierda, ¿cuánto pides por esto?–No está en venta, este es mi negocio y de esto vivo–mintió, sabiendo que ellos saben de sus negocios.



–Bueno, bueno, bueno, creo que quieres correr la misma suerte que el maricón de tu encargado, tu mano derecha–¿Qué le hicieron, lo mataron?– Potro, dile como hiciste–. Otro disparo certero en la frente dejó inmóvil en su silla de cuero al gordo sexagenário. Detrás de la puerta de la oficina se escucha un grito ahogado, era el jovén que había visto todo. Potro se voltea y sin pensarlo le da otro disparo al jóven que cae al pisó muerto.



­–Coño Potro, te cargaste a ese niño, ahora son tres muertos…por hacer lo que te de la gana te va a tocar deshacerte de los tres fiambres jejeje, le dió una palmada y Potro se encargó de todo, mientras ellos tomaban el control del local, que, a partir de ahora, serían los dueños.



Llegaron las tres prostitutas buscando a su jefe. Entraron en la oficina y se consiguen con Tabay.–Muchachas, por fin llegaron– Ellas estaban confundidas, no entendían que pasaba. –¿Dónde está Guadalupe?–Guadalupe nos acaba de vender el local y se fue, mis socios que están en la barra y yo somos los dueños. Ven güerita, tengo días que no me maman la polla, ¿quieres venir?. Vas a tener una buena recompensa– Sacó una paca de dólares y se los dio. –Ustedes dos salgan de aquí y busquen a los cuates de afuera, la güera tiene trabajo aquí.



–Desnúdate perrita, quiero verte– La rubia obedeció, comenzó a quitarse la ropa mientras Tabay acariciaba su pene para despertarlo. Cuando se quedó en ropa interior, quedó impactado del cuerpo de esa hermosa mujer.  Se acercó  a él, se agachó y comenzó a hacerle el sexo oral. Cuando el pene entro en su boca, lo que sintió Tabay fue algo que nunca había experimentado, aquella mujer era una expert con la lengua.



Le quitó el sostén mientras ella seguía con su trabajo de felación. –Quítate la pantaleta, quiero verte el coño. Ella se levantó y le dijo –te vas a quedar con las ganas de un coño porque aqui lo que te tengo es mi polla y mi culo–¡¡¡Maldita sea carajo!!! ¿Por qué me engañan? Yo quiero follarme una cuquita. Por mala vas a llevar por ese culo bastante palo y te voy a castigar.



Sacó de su maletín un dildo que lubricó con aceite, empujó al escritorio a la rubia dejando su trasero expuesto hacia él. –Ahora aguanta perra– le introdujo el enorme dildo sin dilatarla, iba abriendo su cavidad a la fuerza, ella gritaba del dolor, pero le tapo la boca. –¡Coño te callas y aguantas, cuando termine contigo te vas de esta mierda, yo quiero unas hembras no maricones trabajando aquí!.–



Llorando del dolor y sin poder gritar, el dildo entraba con dificultad, que ya iba por la mitad. Su delgado cuerpo no aguantaba tanto dolor y se desvaneció, cayendo al suelo. –Que basura, ¡Potro! Saca a este maricón de aquí y llévatelo, no está muerta pero lánzalo donde están los que despachaste–.


Potro la cargo y fue llevándola hacia el lugar donde dejó tirados a los otros. En eso la rubia despierta y ve al hombre grande, fuerte y negro. –Por favor no me mates, no me mates, déjame aquí– Potro la puso en el piso de pie, –Gracias– le dijo la rubia. Potro le agarró la cabeza y de un brusco giro le partió el cuello. La volvió a cargar y la lanzó en el hueco junto a los otros cadáveres.

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