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Era viernes en la noche, reunido con un grupo de amigos conversando, pasando
el rato; en eso llegó otro amigo acompañado de un muchacho, desde que lo vi me
impactó; moreno, delgado, de mi estatura. Era guapo, velludo y con barba. Sentí
coo un escalofrío, no se si se notó mi emoción frente a los demás pero me
controlé.
Gonzalo, el ultimo que llegó nos los presentó a todos, le estreché su mano y
lo iré fijo a los ojos y manteniendo el apretón unos Segundo más, pero él ni se
inmutó. La velada seguía y yo no perdía oportunidad para hablar con el moreno.
Al día siguiente iríamos varios d ela reunion a la piscina de un hotel así que
esa noche nos despedimos y quedamos en vernos en el hotel temprano. Cuando
llegué ya la mayoría de los muchachos estaban allí, mi sorpresa fue ver al
Moreno ahí también, me dijo que Gonzalo lo invitó, ¡qué bien!, contesté, y lo
invité para ir al vestuario a cambiarnos para tirarnos a tomar sol o entrar a
la piscina. Mi único deseo era poder ver su cuerpo desnudo, solo de pensarlo se
me paraba el guevo.
Entramos al vestuario, y ahí estaban todos, algunos sin camisa, otros en
ropa interior, me coloqué de tal forma que él quedara a mi lado. Cuando se
quitó la camiseta que tenía puesta, casi se me va la respiración, tenía un
pecho muy bien formado, con un caminito de pelos que bajaba hasta done comienza
la gloria. Mi erección fue casi evidente, como pude di la espalda a todos,
excepto a él, me quité mi franela y la coloque frente a mi en la entrepierna
para ocultar el bulto y me senté en la banca para quitarme los zapatos, pensando
que nadie me había visto.
Aquel Moreno comenzó a quitarse el pantalón, tenía un interior diminuto
blanco, su pene y bolas se marcaban deliciosamente. Ganas no me faltaban de
brincarle encima, pero me contuve, él notó mi mirada y rápidamente se tapó con
la toalla y se puso el Bermuda como pudo sin que se le viera nada. Luego de un
rato de estar jodiendo dentro de la piscina, Gonzalo me preguntó si Pedro (el
moreno) podría quedarse en mi casa, ya que él tenía que salir con su familia a
la playa, y Pedro se regresaba hasta el día siguiente por lo que necesitaba
donde pasar la noche. Yo por supuesto le dije que sí, llamó a Pedro para
contarle y me agradeció el gesto.
Ya en la tarde le dije a Pedro, que nos fuéramos así como estábamos y que en
la casa nos podíamos bañar, para dormir limpios. Llegamos a la casa, le enseñé
mi cuarto y el baño , que está dentro del cuarto, y le dije que se sintiera
cómodo. Cerré la puerta de mi cuarto para que nadie pudiera entrar, le mostré
el baño; él entró y cerró la puerta.
Esperé escuchar la ducha para entrar con cuidado al baño. Entré, cerre con cuidado la puerta y al
voltear se asustó al verme ahí parado, la ducha era con vidrio templado. Sus
piernas eran delgadas, pero fuertes, muy peluditas, sus nalgas eran pequeñas,
pero muy bien formadas también cubiertas de pelo negro y su espalda era amplia
y bronceada. Su pene en reposo, su pecho y rostro, me estaba volviendo loco.
Abrió la puerta de la ducha y comenzó a sobar su pene y a acariciarse el pecho.
El verlo mientras se masturbaba, logró que mi pene comenzara a lubricar, yo me
encontraba completamente desnudo observando tal espectáculo. Comenzó a
sonreirse de manera pícara y entendí la invitación que me estaba haciendo.
Rápidamente me acerqué, me incliné tomé su verga con mi mano y la introduje
en mi boca, era gruesa y cabía completamente en mi boca, mientras tanto con mi otra
mano acariciaba sus bolas y nalgas. ¡Que delicia! Él acariciaba mi cabello y
gemía de placer. Yo sentía como mi pene lubricaba sin parar, luego él me tomó
de la barbilla pidiéndome que me pusiera de pie, me dio un apasionado beso
mientras con sus brazos acercaba nuestros tibios y húmedos cuerpos, quedamos
totalmente pegados uno del otro, podía sentir sus palpitaciones, nuestros penes
se juntaron, nos acariciábamos las espaldas, las nalgas, mientras nos besábamos
una y otra y otra vez. Luego él se agachó y comenzó a mamar mi verga, lo hacía
como todo un profesional, ¡que rico! Gemía yo, experimentando el mayor de los
placeres.
-Quiero sentir, tu verga en mi culo- le dije. Me puse en cuatro en el baño,
mostrándole todo mi culo, comenzó a mamarlo, su lengua entraba en mi agujero, yo
movía mi cintura y jadeaba, eso lo excitaba aún más. Introdujo sus dedos
delicadamente para ir dilatando mi ano, yo ya no podía más, puso la cabeza de su
pene en mi culo, y lentamente fue metiendo cada centímetro de su gruesa verga,
sus movimientos eran sumamente deliciosos, yo le apretaba la verga con mi culo,
eso lo volvía loco.
Me lo metió una y otra y otra vez, me di la vuelta
y quede de espaldas al piso, mis piernas entrelazaron su cuello, mi verga estaba
a punto de reventar de placer, me la acariciaba mientras yo le tocaba el pecho
y pellizcaba sus tetillas. Todo era tan excitante que ya no podía más, -Quiero
llenarte el culo de leche-, me dijo. Di un gemido de placer y le dije, ya me
voy a venir, sin necesidad de masturbarme, commence a derramar leche blanca y
caliente, mucha, llenando mi pecho, inmediatamente y como conectados uno del
otro, él también acabó pero a borbotones, sentía que nunca iba a terminar de botar
leche, mientras con su mano tomaba la leche de mi pecho y la ponía en su boca; me
incorporó y me dio un beso disfrutando de nuestro semen. Luego del beso caimos
los dos en el piso y ahí nos quedamos dormidos por un buen rato. Esa noche casi
no dormimos, pues pasamos tirando el resto de las horas.
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