Fuimos
a unas escaleras que conducen a los estacionamientos superiores donde
no había mucha gente, era sábado, él traia ropa deportiva, al detenernos
voy directo a su pene que ya estaba totalmente erecto, metí la mano y
aquello era muy grande, cabe destacar que el chamo (tenía
21 años) era moreno. Comencé a sacarlo del bermuda, mi mano no llegaba a cerrarse al agarrarlo y se lo mamé suave y
profundo, casi no me cabía en la boca pero como pude me lo tragué.
Mientras
ocurría la felación el tomaba suavemente mi cabeza y con delicadeza
empujaba para que me lo metiera todo en la boca. No aguantó más y
expulsó aquel chorro de leche, parecía que el niño no había tenido sexo
en días –“que rica estuvo esa mamada”- dijo con una sonrisa, aquel
chamín. Hablamos un rato, intercambiamos números y cada quien cogió por
su lado.
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