miércoles, 20 de noviembre de 2013

PECADO CAPITAL 6. Pereza


Coro permaneció detenido 72 horas hasta que su hija Catia rindió declaración. A pesar que dijo quien cometió el crimen, Potro se encargó de esconder muy bien al jóven para que no lo consigan, de momento. Catia seguía viviendo en un pequeño apartamento que tiene oculto Potro. –…esa es toda la historia mi amor, yo soy tu padre, he estado cerca de ti siempre aunque a veces no he podido y has hecho desastres, siempre he estado cerca–Catia abrazó a Potro un buen rato, ambos lloraron. Por primera vez en mucho tiempo, aquel hombre grande y fuerte volvía a sabee que era llorar. –Seguirás viendo a Tabay evitando contacto con él, luego nos encargaremos de ese imbécil.–



***

–Por el poder que me confiere la ley, los declaro marido y mujer–Era la voz del alcalde de la ciudad. Guanta había cumplido uno de sus objetivos, casarse, ser poderosa y con dinero para luego destruir al peor hombre que ha conocido en su vida.

–Mi amor ahora tenemos que celebrar nuestro matrimonio por todo lo alto, nos espera el avión privado para irnos a París y luego a Dubai, te espera la mejor luna de miel de tu vida– Guanta le tocó fingir felicidad y entregarle su mejor beso por tanta felicidad.



Una vez en París, cenaron y se hospedaron en la suite del Hotel Four Season George V a todo lujo. Ya en la habitación, era el momento de hacer el amor para sellar esa union. Guanta estaba dispuesta a hacerlo por el simple hecho de hundir a su peor enemigo. Cerró los ojos y dejó que Orinoco hiciera el resto.



Guanta conoció hace tres meses a Orinoco en una de las tantas reuniones de negocios de Tabay con sus socios. Él desde que vió a Guanta se deslumbró lo enamoró su juvenil belleza y su actitud altanera, comenzaron a salir; un almuerzo, unas copas, una cena. Guanta no permitió que la tocara, solo besos; no iban más allá de eso.

Cuando se sintió más en confianza con Orinoco le contó lo que quería hacer con Tabay, cosa que el narco no le desagradó para nada pues también quería sacar del camino a su socio dejándolo en la calle. Con la mayor carga accionaria por parte de Orinoco en las empresas de Tabay y con un poco de manipilación y venta de acciones oculta, Guanta pasaría a ser la dueña de last res más grandes empresas de Tabay, dejándolo practicamente en bancarrota.



Iba quitándole cada pieza de ropa lentamente hasta tenerla frente a él totalmente desnuda. Guanta abrió los ojos y Orinoco también estaba desnudo, una barriga prominente que no dejaba ver su pene aún flácido. Él le tomó sus manos y las llevó hacia su espalda, –tócame las nalgas y apriétamelas– dijo Orinoco. Tocó y apretó. Una piel flácida que colgaba, a pesar de nos ser un señor mayor, era un hombre que no hacía ejercicios y sucuerpo lo delataba. –Por lo menos Tabay tiene un cuerpazo, pero esto hombre es horrible y baboso–pensaba Guanta mientras retiraba sus manos de aquella zona.



Orinoco se tumbó en la cama, su barriga se expandió hacia los lados dejando al descubierto su diminuto pene que aún no experimentaba erección. –Mámalo, pónlo duro–Todo sea por el maldito Tabay, esto va a ser por ti, te voy a ver en la miseria desgraciado–pensaba Guanta mientras introducía en su boca aquel pene dormido y arrugado.

Dentro de su boca comenzó a crecer pero Orinoco la detuvo, –Para, para que me vas a hacer acabar–ella no se detuvo. Él la apartó de un empujón. –No quiero acabar, te quiero coger, pónme el condón y te montas– Su pene no media más de 10 cms, era algo grueso, al preservativo le sobraba goma. Lo puso y se sentó, apenas iba penetrando la vagina de su esposa, el hombre se vino. –Coño no joda, no aguanté– arrancó el preservativo y se volvió a tumbar en la cama. Para no quedar mal con el hombre ella fue a hacerle sexo oral de Nuevo y la volvió a apartar de un empujón. –Ahora no, estoy cansado, déjame dormir, toma dinero y ve a comprarte un vestido para mañana–Guanta se vistió y tomó todo el dinero que había encima de la maleta.



Ya en el lobby estaba indecisa si salir o tomarse primero algo en el bar. Decidió lo segundo. Un hombre solo sentado en la barra la observó entrar, ella se sentó junto a él y comenzaron a charlar. También hablaba español. –Mucho gusto, me llamo Cubiro, eres muy hermosa para que estes sola en esta ciudad–Estoy con mi marido, recien casados, ahora duerme y yo vengo a tomar algo, mucho gusto Guanta–Yo estoy solo en viaje de negocios, soltero y te invito a tomarnos el trago en mi habitación–. Coversaron un rato más en el bar y luego subieron a su habitación.



Hicieron el amor como nunca lo había hecho Guanta en su vida, toda la noche, la sorprendió el amanecer entre las sábanas con otro hombre. Comenzó a vestirse y el se despertó. –Supongo que tienes que ir a reunirte con tu marido–Así es y creo que voy a tener bronco–¿Hasta cuando te quedas aquí?– una semana, luego nos vamos a Dubai otra semana–Caramba que casualidad, o también voy a Dubai, toma mi número, sino nos volvemos a ver aquí nos vemos allá, ¿te parece?–No lo sé, esto me ha puesto muy nerviosa, yo te aviso–.

Regresó a su habitación, eran las seis de la mañana y Orinoco seguía dormido. Con cuidado se quitó la ropa y se metio a la cama y así estuvieron hasta las nueve de la mañana que despertaron ambos.


–Me desperté de madrugada y no te vi en la cama, pero yo estaba agotado y volví a dormirme. ¿dónde estabas?–Ay amor fui por varias tiendas y luego me distraje en la calle, me perdí, entré a un café y como pude pregunté donde quedaba el hotel y me vine. No conseguí nada que me gustara así que te toca acompañarme para escoger algo–Le dio un beso en la boca. Terminaron de desayunar y Orinoco quería acción y la tuvieron pero no fue muy distinta a la de anoche. Guanta solo se imaginaba a Cubiro dentro de ella.

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