Un
hombre alto, medio rubio, brazos velludos lo cual podría suponer que en
el pecho escondía más vellos rubitos. Pantalones negros que dejaban ver
un bulto apretado en la entrepierna.
Me
dio la mano, se presentó y se disculpó en nombre del otro Dr. que no
pudo estar en la consulta. Antes de sentarse rozó su mano con su bulto y
me dijo “desvístete para chequearte”.
Me
desvisto me coloco frente a él y empieza a revisarme: los ganglios, la
boca, las axilas, pecho, testículos, pene –yo estaba nervioso sintiendo
esas manos en mi entrepierna, se detuvo unos segundos más ahí en esa
zona- hizo los chequeos normales en las rodillas y me dijo que me
acostara en la camilla de lado dándole la espalda.
- “Voy a revisar tu ano para descartar cualquier cosa”
- “ok” fue lo único que dije
Me
abrió las nalgas suavemente como si las acariciara, las separó bien y
de repente sentí algo tibio en mi culo: su lengua. Quedé paralizado.
- “Doctor, que hace?”
- “¿Quieres que me detenga?”
- “Bueno…no…es que”
- “Voltéate”
Introdujo
aquel guevo rubio en mi boca, olía a talco, a limpio. Era rosadito,
grueso, circunciso. Se lo mamé unos minutos y me lo quitó de la boca.
- “¿quieres seguir o paramos? ¿Te tienes que ir?”
- “No, no, tranquilo”
Seguí mamándolo, él empujaba para introducirilo completo en mi boca e iba metiendo sus dedos por mi culo, No aguantaba tanta excitación y acabé encima de la camilla y el encima de mí. En mi cara. Se acercó y comenzó a lamer su semen. Su lengua recorrió mi mejilla y fente, no dejó rastros de su leche.
- “Déjame
decirte que estas muy bien, no tienes nada y mamas muy rico! Si me
esperas 10 minutos te llevo a tu casa, no tienes que pagar la consulta”.
Me dejó en mi casa pero no me dejó su número…y ya no iba a estar más en consulta…
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