<¿Cómo te preparas para tu muerte?> Un mensaje de
texto enviado 10 veces al celular de Tabay estando en su despacho trabajando.
Intentó responder y el mensaje rebotó, llamó al número y no existía. –Ya me
encargaré yo de averiguar quien es el pendejo o pendeja que manda esto– dijo
mientras seguía firmando documentos.
***
Guanta llegaba a la torre de la importadora de licores junto
a su esposo Orinoco cuando de repente ambos recibieron un mensaje al mismo
tiempo en su cellular: <Si recibiste este mensaje es porque estás
cordialmente invitado(a) a la despedida de Tabay, es una pequeña sorpresa para
él y para ti cuando llegues al lugar de encuentro. Pronto recibirás las
indicaciones. Saludos>.
–¿Qué sera esto Orinoco?–No lo sé…vamos a esperar el
siguiente mensaje, de momento vamos a darle nuestra sorpresa a Tabay– la abrazó
y le dio un beso a Guanta.
–Buenas tardes señora Guanta, pase adelente ya le informo al
señor Tabay que ustedes están aquí–Entró primero ella mientras Orinoco esperaba
en la salita.
–Coño mi amor ¿por qué no me avisaste que ya venías y te
mandaba a buscar al Aeropuerto? ¿Cómo está mi suegra? ¿Tu familia?–Tranquilo mi
amor te quería dar una sorpresa– se sonrió y agregó –más bien tres sorpresas–Uy
¿qué será?– Se acercó a Guanta y le introdujo la mano por debajo de la falda
sintiendo que estaba sin ropa interior. –¿Me vas a dar esto ahora mismo?–
Guanta le dio una cachetada –No, algo mejor–Te me pones
salvaje y altanera, eso me excita, ¿Cuál es la sorpresa?–Orinoco, ya puedes
pasar–Tabay arqueó las cejas sorprendido al verlo entrar, no entendía que
hacían juntos ambos. –Te presento a mi esposo Orinoco, por supuesto que lo
conoces–Y yo Tabay te present a la nueva dueña de toda esta mierda– decía
Orinoco en voz alta –Así que ya puedes ir recogiendo tus cuatro cosas que
tienes en esta oficina porque ahora Guanta es la presidenta y tú estás en la
calle–.
–¿Cómo es la vaina?, se te olvida que somos socios en
esto–éramos socios tu vendiste tus acciones a una empresa fantasma…mmm chico tú
creyendo en Testaferros, poniendo todo a nombre de terceros y mira…me las
vendiste a mi a tu socio y ahora mi esposa es la dueña, ¿ella era tu novia,
cierto?– Tabay se abalanzó hacia Orinoco pero este sacó un arma, sus escoltas
entraron.
–Bueno querido, ya puedes ir despejando este despacho que a
partir de hoy lo ocuparé yo, pero tranquilo tú puedes seguir trabajando para la
empresa, podemos crearte un cargo aquí o en una de tus empresas, perdón, de las
que fueron tus empresas; asistente, analista, supervisor tu avísame–. Tabay le
soltó una cachetada a Guanta, lo que ocasionó que los escoltas lo inmovilizaran
en el piso dándole patadas.
–Sáquenlo de aquí y lo ponen en la calle–dijo Orinoco. –Mi
amor vamos a estrenar esta oficina, quiero hacerte el amor– “Dios mio, ¿hasta
cuando tengo que aguantar esto? ¿Dónde estas Cubiro?, ven a rescatarme.”
Pensaba Guanta mientras Orinoco la despojaba de su ropa.
La tumbó en el escritorio y, sin quitarse el pantalón sacó
su pene entre el cierre y lo acercó a la
vagina aún sin lubricar, cosa distinta del pene de Orinoco que goteaba de
excitación. Lo introdujo sin llegar a penetrarla por complete, tres sacudidas
bastaron para que acabara sin ni siquiera poner caliente a su mujer.
–Dios, que rica la cuca de mi hembra, esta noche te doy más,
quedé picado–Claro mi amor esta noche mejor, en la cama solos, tranquilos–le
dió un beso en la frente y se vistió.
Ls escoltas pidieron un taxi para que se llevara a Tabay a
su casa o a dónde él dijera.
–Malditos traidores, cabrones, me las van a pagar– En el
camino intent retirar dinero de sus cuentas y de las tarjetas de crédito pero
todo lo tenía congelado, no había menera de utilizer su dinero, que ahora era
de Orinoco. Llegó a su casa. Se lanzó en su cama y se puso a pensar sobre su
plan de ataque.
–Mi amor recuerda que la semana que viene me voy a Margarita
a estar con mi familia, ¿vas a venir conmigo por fin?–Ya te dije mi reina que
no puedo, ve tú ya tendremos tiempo de conocer a tu gente, eso sí te vas con
uno de mis escoltas, no quiero problemas allá mira que no hay que inventar.
Toma esta tarjeta para que te compres y me compres cosas allá ¿ok?–Claro que si
amor, pero has lo posible y vente–No puedo cariño, no puedo, en otra
oportunidad–.
“Perfecto, una semana disfrutando con Cubiro solos” pensaba
Guanta. –Oscar, ven acá– le decía al escolta. –Tu vendrás conmigo al viaje pero
ya sabes te vas port u cuenta a hacer lo que quieras yo corro con tus gastos,
pero ni una palabra al jefe–Seguro señora, usted cuente conmigo que yo soy una
tumba mientras me pague– le guiñó un ojo.
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