Orinoco se encontraba en la torre de la importadora de
licores. Firmaba unos documentos cuando llega a su despacho el detective que
contrató para vigilar a su esposa.
–Aquí esta todo la información que pidió y el perfil del
hombre– dijo el detective. –Cubiro, 42 años, abogado, administrador y Director
general de Global Security. Caramba si son clients nuestros esta gente…– dijo
Orinoco cerrando el informe y le vantando el teléfono. –Salga de mi oficina y
pase por caja a buscar sup ago, buenas tardes detective–.
–Los llamé para que liquiden a este hombre– les hablaba a
los escoltas lanzándole el informe del detective. –Está con mi mujer en
Margarita, a ella no le toquen ni un pelo. A él lo que quieran hacerle, pero lo
quiero muerto. ¡Vamos! Salgan ya!.
Al día siguiente ambos escoltas estaban en la isla para
empezar a seguir a la pareja y estudiar sus movimientos. Una noche siguieron a
la pareja hasta un restaurant a la orilla de la playa en Juangriego. El
restaurant estaba prácticamente solo y los escoltas se sentaron en una mesa
cercana a la de la pareja pero apartada para no darse cuenta de ellos.
Media hora después se acercaron a la mesa hasta estar a lado
del hombre. –Señora Guanta le voy a pedir por favor que se retire del
restaurant, tenemos que hablar con este señor– Sacaron de sus sacos sus armas,
Guanta se retiró lo más rápido que pudo, corrió hacia la playa.
Los escoltas levantaron a Cubiro de la silla y lo jalaron
hasta el vehículo. –vamos a dar un paseíto pal infierno, pa que aprendas a no
meterte con las mujeres ajenas–.
De repente aparece una sombra en la acera donde estaba
estacionado el carro.
–Suelten al hombre–dijo el hombre armado. Los escoltas no
hicieron caso y el hombre disparó dos veces, cada disparo fue a las cabezas de
los escoltas.
–Coño, casi casi me iban a matar aquí mismo no joda, menos
mal que llegaste Cubiro–Te dije que no iba a pasar nada chico, vamos a dejar a
estos dos aquí, vamos a celebrar, pero antes vamos a mandar un mensajito al
jefe Orinoco jeje– Tomó el cellular de uno de los escoltas y envió el mensaje:
<El mandado está hecho, su esposa bien>.
Guanta y Cubiro se fueron de Juangriego rumbo a un
restaurant de lujo a celebrar. Al falso Cubiro lo dejaron en su hotel. Dos días después regresaban a Caracas.
Guanta llegó a casa, la trajo el chofer. –Hola mi amor–le
dió un beso en la boca y Orinoco la tomó del brazo y la sentó a su lado.
“¿Dónde coño estarán los escoltas que no aparecen?” pensaba
Orinoco mientras miraba a Guanta. –Ten mucho cuidado mi amor porque yo sé todos
los pasos que das y a mi no me gusta compartir lo que es mío, ¿lo tienes claro?
¿te quedó claro que tú eres solo mía?–Si mi amor, tranquilo, estoy muy clara
con eso, ya me dí cuenta de eso.– Guanta estaba nerviosa pero en ese momento no
lo demostró, se quedó viendo a Orinoco a los ojos.
Orinoco desnudó a su mujer y él hizo lo mismo. Hicieron el
amor como siempre; él se montó encima de ella, unos segundos moviendose y acabó
se echo a un lado y se colocócerca de ella en su espalda y le habló al oído.
–Cubiro te cogía mejor que yo ¿verdad?, pero tranquila que ya no lo hará más,
buenas noches mi amor–.
Guanta cerró con fuerza sus ojos y apretó las sábanas, tragó
grueso y no se movió. En la mañana volvieron a repetir. Guanta ya estaba
asqueada.
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