martes, 14 de enero de 2014

PECADO CAPITAL 7. Nobleza


Orinoco se encontraba en la torre de la importadora de licores. Firmaba unos documentos cuando llega a su despacho el detective que contrató para vigilar a su esposa.

–Aquí esta todo la información que pidió y el perfil del hombre– dijo el detective. –Cubiro, 42 años, abogado, administrador y Director general de Global Security. Caramba si son clients nuestros esta gente…– dijo Orinoco cerrando el informe y le vantando el teléfono. –Salga de mi oficina y pase por caja a buscar sup ago, buenas tardes detective–.


–Los llamé para que liquiden a este hombre– les hablaba a los escoltas lanzándole el informe del detective. –Está con mi mujer en Margarita, a ella no le toquen ni un pelo. A él lo que quieran hacerle, pero lo quiero muerto. ¡Vamos! Salgan ya!.


Al día siguiente ambos escoltas estaban en la isla para empezar a seguir a la pareja y estudiar sus movimientos. Una noche siguieron a la pareja hasta un restaurant a la orilla de la playa en Juangriego. El restaurant estaba prácticamente solo y los escoltas se sentaron en una mesa cercana a la de la pareja pero apartada para no darse cuenta de ellos.

Media hora después se acercaron a la mesa hasta estar a lado del hombre. –Señora Guanta le voy a pedir por favor que se retire del restaurant, tenemos que hablar con este señor– Sacaron de sus sacos sus armas, Guanta se retiró lo más rápido que pudo, corrió hacia la playa.

Los escoltas levantaron a Cubiro de la silla y lo jalaron hasta el vehículo. –vamos a dar un paseíto pal infierno, pa que aprendas a no meterte con las mujeres ajenas–.

De repente aparece una sombra en la acera donde estaba estacionado el carro.

–Suelten al hombre–dijo el hombre armado. Los escoltas no hicieron caso y el hombre disparó dos veces, cada disparo fue a las cabezas de los escoltas.


–Coño, casi casi me iban a matar aquí mismo no joda, menos mal que llegaste Cubiro–Te dije que no iba a pasar nada chico, vamos a dejar a estos dos aquí, vamos a celebrar, pero antes vamos a mandar un mensajito al jefe Orinoco jeje– Tomó el cellular de uno de los escoltas y envió el mensaje: <El mandado está hecho, su esposa bien>.


Guanta y Cubiro se fueron de Juangriego rumbo a un restaurant de lujo a celebrar. Al falso Cubiro lo dejaron en su hotel.  Dos días después regresaban a Caracas.

Guanta llegó a casa, la trajo el chofer. –Hola mi amor–le dió un beso en la boca y Orinoco la tomó del brazo y la sentó a su lado.


“¿Dónde coño estarán los escoltas que no aparecen?” pensaba Orinoco mientras miraba a Guanta. –Ten mucho cuidado mi amor porque yo sé todos los pasos que das y a mi no me gusta compartir lo que es mío, ¿lo tienes claro? ¿te quedó claro que tú eres solo mía?–Si mi amor, tranquilo, estoy muy clara con eso, ya me dí cuenta de eso.– Guanta estaba nerviosa pero en ese momento no lo demostró, se quedó viendo a Orinoco a los ojos.


Orinoco desnudó a su mujer y él hizo lo mismo. Hicieron el amor como siempre; él se montó encima de ella, unos segundos moviendose y acabó se echo a un lado y se colocócerca de ella en su espalda y le habló al oído. –Cubiro te cogía mejor que yo ¿verdad?, pero tranquila que ya no lo hará más, buenas noches mi amor–.


Guanta cerró con fuerza sus ojos y apretó las sábanas, tragó grueso y no se movió. En la mañana volvieron a repetir. Guanta ya estaba asqueada.

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