–Vamos a comernos la pizza que se enfría.
–No te hagas el loco y respóndeme.
–Coño me hice la paja y me puse
lubricante para que se sintiera mejor.
–Mmmmm ¿Y te hiciste la paja sabiendo que
venía yo? Es como raro.
–¿Y cuál es el peo? Vamos a tirar igual
eso no me va a detener.
–Sácame una birra mientras voy al baño a
mear y lavarme las manos
Saqué unos platos y puse dos cervezas en
la mesa mientras Eduardo llegaba. Al regresar estaba más serio que cuando fue
al baño pero le resté importancia y le pregunté por su día de trabajo.
–Bien, terminando unos informes y
patrullando una zona, atrapamos a un par de choros que rondaban una urbanización,
de resto normal.
–Que bueno. Yo pasado mañana me voy por 3
días a Valencia a hacer una asesoría en un laboratorio, por supuesto me quedo
allá.
–Ah ¿y eso?
–Tú sabes con los contactos que tengo
entre las empresas que les doy clases de ingles pues siempre sale algo.
–Bueno mosca por allá y te sale un tire.
Hubo un silencio. –No chico, para nada.
–Te quiero coger. -Se me acercó y me
plantó un beso en la boca mientras me metía la mano por detrás del pantalón.
–¿Me quieres coger ya?
–Si, ya. –Se sacó el guebo y se lo mamé
mientras me bajaba el pantalón y me lo quitaba.
–Siéntate encima de mi y te lo metes,
quiero ver que tan perra eres.
–¿Sin condón?
–Si, sin condón. Tú te portas bien y yo
también así que plomo, métetelo.
Piernas a cada lado de su cuerpo, le
agarré el guebo y lo dirigí a mi culo para luego sentarme y sentir como iba
entrando. Cuando me lo metí completo, me agarré del respaldar mientras ponía
los pies en la silla en el borde del asiento para luego moverme de arriba
abajo.
–Coño así, dale cabalga, eso me gusta,
que divino. Tienes ese culo rico coño. –Me agarró las nalgas con fuerza para
ayudarme con el movimiento. Yo estaba sudando, la cara de Eduardo era de
excitación.
–Cuando te avise te bajas y me lo mamas
para acabarte en la boca.
Me avisó. Me bajé de la silla y me metí
su verga en la boca. Se corrió y me inundó, tuve que tragar aquella leche tibia
y dulce para luego besarlo y seguir cenando.
–Saca 2 birras más. Está buena la pizza
¿verdad?
–Si, pero mejor estuvo esa cogida.
–¿Te gustó?
–Si, quiero más.
–Espero que sea la única cogida que te
echen, la mía y más nadie que quiera cogerte. –Su cara era de que quería
decirme algo pero yo fingí demencia.
–Que gafo eres. Terminemos de cenar en el
cuarto, lleva esto y yo busco otras cervezas.
Nos pusimos a ver televisión desnudos y
abrazados hasta que Eduardo volvió a besarme y lo volvimos a hacer. Esta vez me
puso de lado y me penetró, me levantó la pierna mientras seguía moviéndose, me
abría las nalgas y lo metía más profundo. Esta vez se corrió dentro, se
estremeció y me apretó la pierna hasta que lanzó un gruñido y me soltó.
–Uf voy al baño. -Le dije. Al entrar
encendí la luz y sobre la tapa de la poceta estaban 2 condones usados con su
estuche roto y el consolador que lo había lanzado a la repisa sin darme cuenta.
–Mierda. -Salí del baño, Eduardo estaba
con el control remoto en la mano viendo la tele, cuando me acerqué se volteó.
–Así que te hiciste la paja. Te la
hiciste con el culo de alguien supongo.
–Eduardo déjame explicarte.
–A ver que me vas a explicar, no es lo
que parece, te pusiste un condón para pajearte y el otro se lo pusiste al guebo
de goma para metértelo ¿cierto? Que cabeza la mía de estar pensando cosas que
no son vale. Yo mejor me voy y te dejo aquí solo para que putees con quien
quieras en esta cama sin remordimiento, si es que lo tienes en este momento.
–Comenzó a vestirse.
–No tienes porque irte, vamos a hablar,
déjame explicarte.
–¿Explicarme qué? ¿Qué eres bien puta? Ya
me di cuenta. Si eso lo haces en el inicio de una relación , no me quiero
imaginar dentro de unos meses.
–Perdóname Eduardo, ¿Qué quieres que te
diga? Si, tiré, soy un tirón, no puedo dejar de tirar, me encanta y mientras
más lo hago más quiero.
–¿ENTONCES PARA QUE COÑO TE EMPATAS?
¿Para que me dices que sí? Háblame claro y yo veo si me calo los cachos o no.
–Pensé que contigo iba a ser distinto.
–Coño, pero en menos de 48 horas caíste
en la tentación, que bien. ¿Y así pretendes tener una relación con Jack? Estás
bien jodido porque si da la casualidad que está vivo y regresa, tampoco se va a
calar esto.
–Yo lo sé, nunca he tenido novio Eduardo,
lo más cercano a un novio que he tenido eres tú…y Jack y ahora la cagué.
Eduardo se acercó a mi y me dio otro beso
en la boca poniendo su mano en mi nuca y apretando hacia él. Una lágrima corría
por su mejilla.
–Yo de estúpido pensé que tú eras
distinto, pero ya veo que eres igual que el resto, una cuerda de putas que solo
quieren un polvo con los que más puedan y listo.
–Son las 3 de la mañana Eduardo, ¿cómo te
vas a ir?
–No te preocupes por mi ahora François,
no ahora. Chao.
Me senté en la cama apoyando mi cabeza en
mis manos. Escuché el portazo que dio. A los 5 minutos escuché el sonido de su
moto. Me recordó a Jack. No pude evitar llorar.
9 de la mañana, abro los ojos y reviso mi
celular, tengo un mensaje. Eduardo.
–<Ya estoy en mi casa. Lástima lo que
sucedió, me había hecho ilusiones contigo, el único culpable soy yo por ser tan
confiado. Que estés bien y suerte>.
–<Perdóname…Un abrazo, no quiero
perder el contacto>.
10 minutos después me responde.
–<Si lo que pretendes es que tengamos
sexo nada más, conmigo no cuentes, no me escribas más>.
Me sentía de la patada, no tenía cabeza
para dar clases, suspendí la de la mañana. Hablé con Guillermo y quedamos en
que regresaría pero luego de mi viaje. Me suplicó que fuera ya, no quería ir a
casa de su madre, no tenía dinero para pagar un hotel, pero le dije que no, que
dentro de 4 días.
Me fui a Valencia en el carro que me dio
el novio de mi mamá, era más cómodo y amplio. Mi mente estaba ocupada con la
imagen de Jack y Eduardo. Al llegar a Valencia me concentré en lo que tenía que
hacer y me distraje. La verdad que esos 3 días me desconectaron de la realidad
de mi vida y de Caracas, estaba en otro peo.
El tercer día terminamos temprano y me
fui al hotel a descansar un poco antes de irme, la culpa no me dejaba en paz y
decidí llamar a Eduardo para pedirle perdón hablándole.
Llamé. Repicó hasta que cayó la
contestadora, esperé 5 minutos y volví a llamar, cuando estaba a punto de caer
la contestadora de nuevo atiende.
–¿Aló?. -Era una mujer.
–Buenas tardes, disculpe por favor con
Eduardo. –Hubo un silencio y luego escucho unos gemidos de llanto.
–Perdone, soy la mamá de Eduardo…ayer
falleció en un enfrentamiento en un barrio…a las 4 de la tarde lo estaremos enterrando.
Yo me quedé helado con el celular en la
oreja, atiné a anotar cual era la funeraria y el cementerio. Colgué y las
lágrimas corrían solas por mi cara, me senté en la cama y una película pasó velozmente
por mi cabeza, desde el día que lo conocí hasta hace 5 días que se fue de mi
casa muy molesto.
Llegué a la funeraria 20 minutos antes
que arrancaran para el cementerio, al llegar pregunté por los familiares y me
acerqué a la mamá y al papá a darles el
pésame, la mamá me preguntó de donde conocía a Eduardo porque nunca me había
visto, al decirle mi nombre se acordó que su hijo le había hablado de mi. Pedí
permiso para retirarme y fui por un café.
–¿Y tú qué haces aquí?.
Me di la vuelta, era Agustín, el policía
que conocí cuando choqué con la mujer y el gay.
–Hola ¿cómo estas? Conocía a Eduardo.
–¿Te lo tiraste?
–Estábamos saliendo
–Entonces te lo tiraste.
–Obvio.
–¿Cuándo repetimos?
–No creo que este sea el momento para
hablar de eso.
–Vamos al baño, está apartado y ya la
gente se está yendo.
–No estoy de humor para eso en este
momento.
–En el cementerio me da morbo, podemos
hacerlo ahí.
Me di media vuelta y me fui a buscar el
carro.
Llegué al cementerio, estacioné el carro
y al salir camino unos pasos y me tropiezo a un cura.
–¡Carlos! Epa ¿cómo estás?
–¡François! Qué sorpresa, que bueno
verte. Voy a un entierro.
–Yo también, de un amigo
–Un policía que mataron.
–¿Eduardo?
–Si, ese mismo, ¿lo conoces?
–Si.
–¿Te lo tiraste?
Cría fama y acuéstate a dormir.
–Estábamos saliendo.
–Te lo tiraste sinvergüenza. -Me dio una
palmada en la mejilla. –Ya que te
encontré vamos a cuadrar para que comulgues. –Se agarró el paquete mientras me
veía a los ojos.
–Ya veremos
Cuando estábamos en la parcela, a un lateral
estaba Agustín que no hacía otra cosa que verme, frente a mi, Carlos que hacía
lo mismo, de repente las personas que tenía al lado se apartaron unos pasos.
–Sé que ahora te sientes mal por lo que
pasó. Era un buen muchacho y buen policía y hasta podría decirte que un buen
novio para ti, pero no sabes aprovechar las buenas personas que se acercan a
ti.
Me volteé hacia mi izquierda. Era la
señora de la iglesia de El Hatillo, la mamá de Jack.
–¿Y usted cómo lo sabe?
–Lo sé todo, veo todo, me entero de todo.
–Fui un estúpido, me porté muy mal con
él, no se lo merecía.
–No te lo merecías, pero todavía tienes
otra oportunidad de acomodar las cosas y ser mejor persona.
–¿De qué habla?
–Mi hijo Jack, aunque no esté cerca de ti
te piensa y te ama. Él volverá a ti.
–¿No ha muerto? ¿Cuándo vuelve?
–Ten paciencia, va a estar contigo.
–¿Paciencia? ¿Más? Me quedaron preguntas
sin respuesta, necesito saber. –Volteé y la mujer se esfumó, a mi alrededor
regresó la gente, la urna ya había bajado.
Me quedé a unos pasos de la fosa viendo
como le echaban tierra y la gente se iba. Carlos conversaba con los padres de
Eduardo, cuando se alejaron, se acercó a mi.
–Es triste ver como muere gente joven y
valiosa en este país.
No pude aguantar y comencé a llorar.
Carlos me abrazó.
–¿Quieres venir a mi casa y nos tomamos
algo y conversamos?
–Solo quiero conversar y beber, no quiero
sexo. –Le dije.
–Prometido, no habrá sexo.
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