-Yo hago un llamado desde aquí, desde los micrófonos de Televisora
Venezuela, el canal de todos los venezolanos, a que el gobierno investigue la
desaparición de mi esposo Dorangel Méndez, ya van cinco días que no sé su
paradero-.
Hablaba la esposa del Director del Centro de Abastecimiento Alimentario
Soberano, que estaba ataviada con un vestido de licra negro, el cabello rojo
con un mechón amarillo. Las uñas largas y decoradas.
-Yo, con toda responsabilidad, denunció que la Mesa Democrática Unida
está detrás de la desaparición de mi marido. Solo espero que no esté
muerto porque iré hasta el Tribunal de la Haya a denunciar este crimen, y no
solo ha desaparecido mi marido, hay varios compatriotas que nadie
sabe dónde están.
-Pero también han desaparecido miembros de la oposición. -Dijo una de
las periodistas.
-Eso es un montaje para desviar la atención y no asumir su
responsabilidad en estos crímenes.
Bernardo apagó el televisor. -Perra, si no fuera por tu hijo te despacho
a ti también corrupta de mierda.
Bernardo salió en su carro rumbo a la Farmacia a comprar unas medicinas
para sus padres y otros productos.
Estando en uno de los pasillos de la cadena de farmacias escucha en el
otro pasillo a dos mujeres hablando en voz baja.
-Te cuento que me dijo mi sobrino que tiene un amigo en la Corporación
Eléctrica Nacional que le contó que la corrupción ahí dentro es horrible, el
poco dinero que hay se lo roban, hacen licitaciones para repotenciar las
subestaciones y lo que hacen es arreglos menores, los cables se los roban los
mismos empleados y luego te cobran para ponerte la luz o los bombillos.
-Pero chica si están iluminando la ciudad, ¿tú no has visto como están
las calles ahora?.
-Eso es un convenio con los chinos que dan bombillos LED por petróleo.
Eso es una mafia allá adentro.
-¿Marica y tú has visto lo de las desapariciones? Qué miedo. Me han
dicho que eso es un escuadrón de exterminio que hay y los cadáveres los
entierran en fosas comunes bien lejos de la ciudad, dicen que hasta se los dan
a los cerdos que se coman todo eso.
-A mi me dijeron que detrás de todo eso está Rojas Pamuk
-¿Ese es el que fue presidente de la asamblea?
-Si.
-Este tipo me cae mal.
Bernardo buscó en Google una foto de Rojas Pamuk, la vio fijamente y
cerró los ojos.
-Buenas tardes bellas damas, eso que dicen es muy grave ¿Ustedes saben
que las puedo demandar? -Miró fijamente a la que había dicho el comentario. La
mujer se puso pálida mientras Bernardo la miraba fijamente a los ojos, se puso
tensa y comenzó a orinarse. Su amiga se agarró del brazo de ella mirando al
suelo viendo como la mujer no paraba de orinar.
-Las voy a dejar para que reflexionen.
Bernardo volteó y a la mujer se le detuvo la micción y se relajó. Se
puso a llorar.
-¿Qué te pasó?
-Este hombre me dio mucho miedo, vámonos de aquí.
-No hemos terminado de comprar.
-VAMONOS.
Luego de vivir la experiencia del rayo que le cayó encima, Bernardo
cambió completamente y al verse con facultades especiales y una mente brillante
no dudó en vengarse del hombre que quiso abusar de aquella niña. A partir de
ahí comenzó a tomar la justicia con sus propias manos en la urbanización donde
vivía, cada noche salía y se enfrentaba a los malandros de la zona y uno a uno
iba desapareciendo o aparecían muertos en extrañas circunstancias. Y así estuvo
por años hasta que ahora descubrió que su semen es tan mortal como un ácido que
cae en la piel y se la come, algo que usaría a su favor para seguir
exterminando a lo peor de su ciudad y hasta del país completo.
Bernardo ya con su fisionomía, se acerca a la farmacia y ve al
farmacéutico jefe, le hace señas para que salga.
-¿Cómo estás? Vine por más cosas para mis papás. "Te voy a dar
la lista y luego que te coja me das la bolsa para llevármela"
-Bernardo así evitaba la cola cada vez que iba.
El farmaceuta quedó inmóvil viendo a los ojos a Bernardo.
-Vamos al cuarto y ahí lo hacemos.
-Recoge lo de la lista y vamos.
El hombre recogió todo lo de la lista y se fueron a la parte de
atrás de la farmacia donde le toman la tensión a los pacientes que vienen.
-Hoy quiero que me des la leche en la boca.
-No puedo.
-Claro que puedes, la otra vez no quise, porque me da asco, pero quiero
complacerte.
-No, no puedo hacerlo. -Miró a su alrededor y vio cajas de medicinas
agrupadas. -¿qué es todo eso?
-Encargos, lo sacó del inventario y lo vendo por menos del monto. Este
sueldo de mierda no alcanza.
-Y la gente que necesita esas medicinas.
-El que la quiera se la vendo más barata y detallada. Ya cógeme que no
tengo tiempo además los dueños de esto son otros corruptos de mierda. Venden
con sobreprecio todo lo que no es medicina y los productos de su marca lo
hacen con materia prima que se desecha y luego lo venden tres veces el costo.
¿Me vas a dar la leche o tienes miedo?
-Te voy a dar la leche, quiero ver qué te la tragues maldito maricón.
-Me gusta cuando me insultas
Bernardo le lanzó un golpe. -¿Y cuándo te pegó?
-¡Me diste duro!
Bernardo lo vio a los ojos. El hombre se quitó la ropa sin decir nada y
se puso en el suelo arrodillado. Tomó un lubricante que vio en la mesa y se
embadurnó el pene.
Poco a poco fue penetrándolo, el pene entraba lentamente, el culo se
abría, las nalgas se tensaban, Bernardo cerró los ojos y su pene se ensanchaba
cada vez más mientras entraba dentro del hombre que apretaba los dientes por el
dolor.
-Me duele mucho, para.
-No ha entrado completo, ¿quieres que lo meta despacio o rápido?
-Despacio.
Bernardo empujó y el grueso pene entró completo pero el hombre cayó en
el suelo del dolor, gritó pero le tapó la boca.
-Cállate , no querrás que tus empleados sepan que eres una marica.
Bernardo movía las caderas hacia arriba y hacia abajo, mientras el pene
salía. El culo del hombre estaba muy dilatado e inflamado pero él no paraba de
moverse a pesar que el farmaceuta le pedía que parara.
Lo cogió de los hombros con fuerza, volvió a cerrar los ojos y su pene
crecía y crecía dentro del hombre que sentía como el pene aprisionaba sus
entrañas.
-Me está doliendo para.
Bernardo no hizo caso y se movía más rápido. Su pene llegó a su tamaño
original, volteó al hombre y frente a frente siguió penetrándolo. No paraba de
gemir y Bernardo le daba cachetadas.
-¿Quieres la leche?
-En la boca.
-Te va a llegar a la boca.
Cerró los ojos y sintiendo algo de dolor, expulsó el semen en
cantidades jamás imaginadas para un humano. Los chorros le salían por la nariz
y la boca.
Intentando hablar mientras vomitaba semen, decían que lo quemaba.
Bernardo sacó su pene y veía al hombre como se reducía a solo polvo. Se
impresionaba al ver como no quedaba nada de la persona en cuestión de segundos.
Se acomodó el pantalón y la camisa y cogió la bolsa de las medicinas y
otros enseres. Salió del cuarto y cruzó el pasillo para salir.
-Señor, señor ¿ya pagó lo de la bolsa?
Se activaron las alarmas del local y los aspersores de emergencia. La
gente salió del lugar.
Cuando ya todos estaban afuera alguien gritó: -ADENTRO ESTA EL DOCTOR
SIXTO.
El enorme local implosionó y se vino abajo generando una enorme y espesa
nube de polvo.
Bernardo encendió su coche y se fue del lugar mientras la gente seguía
convulsionada.
Se detuvo en cuatro locales más de la cadena e hizo lo mismo, activó las
alarmas para desalojar a la gente. Los locales corrieron la misma suerte que el
primer local derribado.
La ciudad se convirtió en un verdadero caos. Llegaba a su casa feliz,
aunque nervioso, con todas las medicinas para sus padres.
UFFFFFFFFFFFFFFFFFF
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