Débora y Alejo
Era
domingo. Débora y Alejo se fueron a desayunar a una cafetería al este
de la ciudad, lejos de su barrio, querían hacer algo distinto. Alejo
pidió omelet con champiñones y Débora un croasán relleno de pavo y queso
y para compartir, unas panquecas. Todo eso acompañado de jugo y café.
–¿Tenemos hambre no?
–Ja, ja, ja, bueno todo esto lo vas a quemar mañana en el gimnasio, yo no, aunque necesito inscribirme.
–Entra al mío, es económico y está bien equipado, tiene bastantes máquinas y es grande.
–Te recuerdo que soy transexual.
Hubo un silencio y Alejo quedó paralizado y siguió comiendo.
–No
chico, no te sientas mal je, je pero es que me resulta incómodo porque
¿voy a entrar a que vestidor? ¿cómo me van a ver? A mi no me molesta
pero no quiero pasar un momento desagradable y que la gente estúpida
salga a reclamar.
–Tienes razón, pero te vienes conmigo y te cambias
en los vestuarios de las mujeres, no tienes porqué desnudarte frente a
todas. Sé discreta y ya.
–Bueno, ya veremos. ¡Ay mira! voy a agarrar
el periódico, no me acordaba que hoy sale el artículo de mi negocio –se
levantó sonriendo–.
Alejo tomó el periódico y Débora la revista.
Mientras él buscaba la sección de deportes, ella pasaba rápidamente las
páginas de la revista buscando su reportaje.
-UN TRANSEXUAL DUEÑO DEL SALÓN DE BELLEZA MÁS FAMOSO DEL OESTE CAPITALINO-
Era
el titular del pequeño taco en la sección de la página de qué hacer en
la ciudad. Estaba la información del local, de lo que hacían y la
ubicación. Un par de fotos; la de Débora y la otra del nuevo espacio del
salón de belleza.
–¡Mira, lo primero que les dije y van y lo
ponen en grande! Después se quejan cuando les cierran un medio y lloran
que no hay libertad de expresión.
–Hey hey no te me pongas guerrillera je, je, a ver que dice esto.
Lo
leyó, le pareció que estaba bien pues daba casi toda la información que
les proporcionaron, pero justificó el titular diciéndole a Débora que
eso es lo que vende.
–Si mi amor, pero es que precisamente eso
era lo que no quería, yo no quiero que la gente vaya a mi local para
ver si la dueña tiene dos bolas entre las piernas, quiero que vaya
porque mi local es bueno y atendemos bien a todo el mundo.
–Yo te
entiendo mi vida, pero aquí se trata de vender, ellos quieren vender su
revista o periódico y tú quieres captar más clientes. Ya verás que
mañana vas a tener a un gentío en el local. Hasta pusieron las redes sociales
–Ay si, ¿por esta publicación? Y yo la fenómeno de circo.
–Los domingos la gente lee periódico. No lo veas así, vamos a enmarcar esto y lo ponemos en el local.
–Ay por favor Alejo, ¡qué tontería! No le voy a hacer el juego a estos del periódico.
–Pero no te molestes conmigo vale, te quiero ayudar, queremos que el negocio crezca ¿no?
–Si…claro…pero…
–Pero nada, las redes sociales nos van a ayudar, también una página web ya verás.
–Ja, ja, ja vas muy rápido mi amor.
–Tenemos que ir rápido, detrás de nosotros y delante van muchos salones de bellezas queriendo sobresalir.
Terminaron
de desayunar y salieron a dar un paseo. Revisaban por el celular que
película había en cartelera para luego ir. Querían visitar algunos
lugares que no conocían.
Se acercaron a una plaza muy amplia de
espacios abiertos donde había gente sentada, en los bancos o en el piso,
otros en unas gradas. Había un espejo de agua donde uno que otro niño
se atrevía a entrar aunque no estaba permitido. De repente se encendió
una fuente a un lado del espejo de agua. Seis chorros verticales
hicieron felices a los niños que comenzaron a mojarse entre los chorros.
Débora se reía al verlos, Alejo la veía a ella.
–Gracias por apoyarme en mi negocio mi amor.
–¿Cómo no te voy a apoyar? Si yo te quiero mucho.
Se
dieron un beso. Una señora se les acercó. Que bonito es ver a la
juventud así felices y que se aman, porque ustedes se ven a los ojos y
ahí hay amor. Dios los bendiga, tomen estas estampitas de la virgen.
–Gracias señora, muy amable y amén.
Se acercaron a la pequeña biblioteca para ver que había.
–Entonces ¿vemos esta película? Toy Story 4.
–Ok, me gusta, la próxima la ejijo yo.
–Ok je, je
Luego
de visitar un par de lugares más, entraron a una antigua hacienda de
café convertida en galería y grandes jardines. Ahí recorrieron las
instalaciones, se acostaron en la grama un rato, tomaron café para luego
ir al centro comercial donde irían a ver la película.
–Cómprame cotufas, chocolate y un refresco enooorme para los dos.
Mientras
Alejo hacía la cola para las chucherías, Débora iba al baño. Al llegar a
las puertas se sonrió, no sabía a cual entrar. Tomó hacia la izquierda,
abrió la puerta y salía una mujer, ella entró y se fue directo a un
cubículo.
Entraron a la sala, Débora le dice a Alejo que apague o
le quite el sonido al celular, ella hace lo mismo. Disfrutaron la
película, a ambos le gustó. Ya eran las 11 de la
noche, al salir de la sala Débora enciende el celular y a los segundos
comienza a entrarle varios mensajes y tiene dos llamadas perdidas.
–<Débora llámame URGENTE por favor!>
–<<Hola ¿qué pasó mamá>>
–<<Se quemó el salón de belleza ¡vente ya!>>
–Ay Dios mío amor, se quemó el local, qué angustia, vámonos ya, vamos a tomar un taxi.
–Ya, ya cálmate, cálmate…
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