Amadeo y Andrés
Andrés iba tomado del brazo de Amadeo mientras conversaban.
–¿Qué quieres que te diga Amadeo?
–Bueno, que opinas, qué te parece ese trabajo.
–Exactamente,
es un trabajo como cualquier otro, que como cualquier trabajo que hagas
tienes que hacerlo con responsabilidad, asumiendo los riesgos y
consecuencias de eso.
–Pero ¿te parece bien que lo haga?
–Si estás
dudando es que no estás convencido. ¿Qué me parece? No es algo que yo
haría, me parece una vía fácil y cómoda de ganar dinero. Eres un
prostituto que te quede claro eso. Vas a conocer mucha gente y eso puede
ser un arma de doble filo, todos te conocen y quien sabe si alguien
quiere ser tu pareja
–¿Tú querrías ser mi pareja si yo te lo pido?
Andrés
levantó la cabeza y se quedó pensando, le vino a la mente el rechazo de
la gente por estar ciego, las trampas que le han hecho, lo han dejado
solo en la calle sin decirle nada y ahora conoce a Amadeo que no lo
rechaza, no está con él para timarlo y no se burla pero se convertirá en
un escort, tendrá sexo con varios hombres en la semana.
–Me
estás haciendo un pregunta que no sé como contestarte. Es incómodo para
mí saber que mi pareja luego de estar conmigo en la cama, estará con
otros ese día pero por trabajo.
–Pero dijiste que es un trabajo como cualquier otro.
-Si, pero este es un poco particular ¿no crees?
–Te
das cuenta que me estás rechazando por un posible trabajo que haré. Me
discriminas por ser un prostituto y yo tengo que ser tolerante contigo y
aceptarte porque eres ciego. ¿quién discrimina a quién? Me gusta estar
contigo y creo que lo de ser ciego más allá de restarte creo que te
suma mucho. Si yo acepto trabajar en esto es consciente de que es un
trabajo y será mi sustento, no para siempre pues yo seguiré sacando mi
carrera de ingeniería, no le veo nada de malo. ¿Es malo porque es sexo?.
–Ok,
me jodiste, tienes razón, no debo juzgar lo que haces, lo que pasa es
que estás involucrando el sexo, una parte importante en una relación de
pareja, quieras o no, se crea una conexión con esa persona con la que
tienes sexo, sean cuatro tipos o uno. Pero bueno, siempre y cuando lo
hagas con la madurez que eso requiere, pues asúmelo como un trabajo,
espero que temporal. Y respondiendo a tu pregunta, sí, me gustaría ser
tu novio, tú me gustas mucho, la paso bien contigo, pero tú todavía
tienes un rollito raro con tu ex y de verdad si que no toleraría que
estuvieras acostándote con él con la excusa de que es trabajo.
Amadeo
quedó en silencio pues no se esperaba que Andrés le dijera que sí. A él
también le gusta pero no se sentía lo suficientemente atraído para
comenzar una relación y se lo dijo.
–Bueno era sólo una pregunta…no pensé que hablarías en serio…
–Ja, ja, ja o sea que quedé como un idiota confesándote lo que siento, que vaina.
–Ya va, ya va, tampoco es que no me gustas, no me lo tomes a mal, pero es que de pana no estoy para parejas ahora.
–Tranquilo, no hay rollo.
Se sentaron en un banco y siguieron conversando, mientras Andrés lo hacía Amadeo se le acercó y le dio un beso en la boca.
–¿Y ese beso? ¿Y delante de toda esta gente?
–Me provocó
Ahora se le acercó Andrés y lo besó pero más apasionadamente, hasta le puso las manos en la cara.
–Ya sabes cuanto me gustas así que si decides estar conmigo y yo sigo soltero, sabes donde buscarme –Se levantó del banco–.
–¿Así? ¿Ya no nos vamos a ver más?
–Claro que sí, pero me tengo que ir.
–Te acompaño hasta que te montes en el vagón.
Estando en el andén esperando el tren Amadeo se le acerca al oído a Andrés.
–Me encantaría hacer el amor contigo.
Andrés
se le acercó también al oído. –Si lo hacemos nos vamos a involucrar
más, el sexo es una vía para conectarse con la otra persona y esa
conexión siempre va a estar ahí. Yo te deseo pero no sólo para el sexo,
cuando tú sientas lo mismo que yo, haremos el amor. No hagamos ahora una
tontería por el calentón del momento. Un beso, me voy.
El
susurro al oído de lo que le dijo provocó una erección en Amadeo. Se le
quedó viendo a través del vidrio del vagón. A pesar de no ver Andrés
tenía la mirada hacia Amadeo y se sonrió, él también lo hacía.
Subió
las escaleras a toda velocidad y con una sonrisa en su cara se sentía
muy bien. El trayecto a su casa lo hizo con Andrés en su cabeza.
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