viernes, 13 de mayo de 2016

MALAS INFLUENCIAS. Temporada Final. No aguanto 2 pedidas.


6 de la tarde, ya estaba en casa esperando a Juan Carlos, el periodista/fotógrafo que me di el gusto de golpearlo un par de veces el mismo día. Venía a mi casa para conversar conmigo.


Mientras esperaba recibí mensajes de Guillermo que no contesté hasta que decidió llamar.



–<<,¿Qué quieres?>>

–<<Que me escuches coño, yo sólo le dije lo del embarazo y que era de un trans más nada. No me pagó ni un bolívar me ofreció una cogida y bueno fue lo que viste.

–<<Eres una puta barata, te ofreces por unos minutos de sexo para dar una información que ni te va ni te viene>>

–<<¿Y si me hubiera ofrecido dinero? ¿Ahí si está bien? No me jodas François, sé que cometí un error al contarle, no sabía que se iba a desatar una persecución contra ti. Coño vale discúlpame, no quiero vivir de nuevo en casa de mi madre y en otro sitio me van a cobrar más caro y a ti te tengo confianza.

–<<Confianza que te pasaste por el forro del culo>>

Silencio.

–<<Lo siento. Piénsalo y me avisas, me estoy quedando en casa de una amiga sólo por 3 días>>

–<<Te dejo, tengo visita>>





Llegó Juan Carlos. Hasta el día de hoy no me había fijado lo guapo que era. De baja estatura, cabello y barba castaños, el pecho peludito rebajado y una sonrisa perfecta enmarcada con unos dientes blancos. Tenía 2 años menos que yo.



–Pasa, ¿quieres tomar algo?

–Lo que tomes tú gracias.

–¿Para que trajiste la cámara?

–Vengo de trabajar y no quería dejarla en el carro. Esta casa tiene una luz hermosa, un par de horas antes esto debe ser un espectáculo.

–Sí supongo. –Le di una cerveza y una para mi. –Mira Juan Carlos, la arrechera que agarré contigo y tus colegas no fue porque se enteraran de la noticia, sino la manera de abordarnos a David y a mi. Se hubiesen acercado de otro modo y yo los atiendo hasta les ofrezco una entrevista, porque el tema da para eso. Pero no así tan amarillista, tan carroñeros.

–Me pagan por ser así.

–¿Y te parece bonito eso para tu profesión?

–Es lo que me está dando de comer, no creas que me siento orgulloso, pero pagan muy bien y es lo que conseguí. Estoy trabajando con unos colegas para montar una revista en físico y digital, de espectáculos, algo más serio, que abarque todo. Más adelante nos quedaríamos sólo en digital.

–Pues me parece bien ese proyecto, ¿ya tienen como hacerlo?

–Falta dinero y contactos, contactos buenos, conocemos gente pero queremos apuntarnos bien.

–Te tengo el dinero y contactos, podemos sentarnos y hablar de negocio con tus colegas.

–¿Conoces gente que quiere invertir en esto?

–Lo estás viendo frente a ti. –Me habló un poco del proyecto mientras nos tomábamos la tercera cerveza.



–¿Sabes que Guillermo me dijo que esta era su casa y que tú vivías con él?

–Mamaguevo ese, que bolas. Esta es mi casa y yo le alquilé una habitación.

–¿Lo botaste de la casa?

–Si, estaba demasiado arrecho.

–Él no es mala gente. Yo le ofrecí sexo porque se puso facilón y además que me gustó cuando lo vi, y aguanta guebo pero es muy jeva y gime como…

–Como bisagra oxidada lo sé.

–¿Te lo tiraste?

–Si, varias veces. Tienes razón es muy jeva, sobre todo cuando está tirando.



Quinta cerveza. Nos contábamos anécdotas sexuales. Nos reíamos hasta que me preguntó.

–¿Será que vamos al cuarto a tirar? Tengo unas ganas  de estar contigo.

–Yo tengo ganas de cogerte, no que me cojas.

–Tranquilo, yo me adapto.

Sexta cerveza y nos fuimos al cuarto con otras cervezas más.



–Bájame el pantalón y te pones a mamar. –Mientras me besaba comenzó a aflojarme el cinturón, luego a desabrochar el pantalón y bajarme el cierre.

–¿Qué coño tienes metido aquí adentro? -Me preguntó al meter la mano y sentir mi verga dura y grande.

–Es lo que te voy a meter por ese culo, espero que lo aguante. –Se agachó y me bajó el interior. Mi guebo le golpeó en la cara y lo agarró con las dos mano.

–¡Mierda esta vaina si es grande!

Lo mamaba con miedo y sin saber como agarrarlo. Se esmeraba en mi cabeza y en el prepucio. Me aparté un momento para buscar un condón y agarrar un guebo de goma que tenía en el closet y quería metérselo también.



–¿Cómo te pones el condón? ¿te cabe?

–Si, me los compré en Estados Unidos que hay XL

–Chamo tienes el mega guebo.

–¿Te vas a comer todo esto? –Me lo apreté y me eché hacia atrás en la base para que se viera aún más grande. –Te voy a meter primero esto para prepararte ese culo, pero déjame chupártelo antes.



Le abrí las nalgas y ese culito estaba peludito uf, eso me encanta, comencé a pasarle la lengua y le mordía los costados del hueco para luego meterle la lengua mientras le daba nalgadas. Agarré el guebo de goma, que previamente le puse un condón, le puse lubricante  y comencé a meterlo.

–Yo necesito tomarle una foto a esto. ¿Puedo usar tu cámara?

–¿Sabes usarla?

–Si

La busqué y la ajusté para tomarla. Le metí el guebo de goma cuando tenía la mitad a dentro le tomé varias fotos, lo saqué y otra más con el culo abierto. Dejé la cámara y volví a metérselo completo hasta llegar a las bolas.

–¿Lo metiste todo?

–Si, tienes ese consolador adentro, eres un tragón.



Se lo saqué y me puse yo frente a ese culo para cogérmelo. –Móntate en la cama que te voy a dar duro. –Se montó y se puso en cuatro. Yo me puse de pie en la cama, flexioné un poco las piernas y comencé a meterle el guebo. Lo hice suave y sin pausa, iba entrando todo. Juan Carlos se aferraba a las sábanas y volteaba a verme. Terminé de meterlo y le di 2 nalgadas. Empecé a darle duro, luego lo arrastré al borde de la cama y yo de pie. Con cada embestida la cama se movía cada vez más hacia el otro lado del cuarto.



–Me voy a venir, me voy a venir. –Decía. Lo volteé y se lo volví a meter para que acabara sobre si mismo, en cuanto se lo metí completo, acabó.

–¿Quieres que siga dándole?

–Si. -Agarré el guebo de goma y fui metiéndoselo mientras mi guevo ya estaba adentro.

–Dios que dolor, me duele.

–¿Me paro?

–No, sigue, sigue, dale, au, coño, que rico.

Se lo metí hasta la mitad y comencé a sacar el mío, cuando iba por la mitad empujé los dos y entraron juntos. Juan Carlos volvía a pajearse.

Cuando vi que ya llegaba de nuevo, saque el consolador y saqué mi guebo para acabarle encima, su barriga quedó bañada de mi semen, su ombligo era un charquito blanco, me sonreí y le di un beso en la boca.

–Ve a bañarte que estás un poco empegostado.

–Coño, no te bastó con tu mega guebo y me metiste otro. Tengo el culo adolorido.

–Pero te gustó.

–¡Claro que me gustó!



Entró al baño y sonó mi teléfono. Era Eduardo.

–<Hola mi amor, ando todavía en la calle, pero quiero verte, me puedo quedar en tu casa hoy? Yo llevo la cena>

–<Si claro ¿a que hora vienes?

–<En una hora estoy a allá>

Vi el reloj, eran las 10:17 de la noche. –Ok.



Por primera vez me sentí culpable por lo que hacía y en realidad lo era, tengo novio y acabo de tirarme a un perfecto desconocido. Mi nuevo status no termino de asimilarlo. Salió Juan Carlos de la ducha.



–¿Será que me puedo quedar a dormir y me echas otra cogida?

–Mmmmm hoy no se va a poder. -Silencio- En un rato viene mi pareja.

–David.

–No, David es el padre/madre de mi hijo, mi pareja es otro.

–Ah ok, vaya, o sea que vas a tener sexo dentro de poco, que envidia.

–Es probable, así que tengo que recoger todo este reguero y cambiar sábanas.

–Bueno, bueno, me iré entonces.

–No te olvides que quiero reunirme con ustedes para ver lo del proyecto, no te pierdas.

–Seguro que no, yo te aviso.



Terminó de vestirse y se fue. Yo cambié las sábanas, guardé el juguete, el lubricante, boté los condones y me metí a duchar.





11:35 de la noche, sonaba el timbre.



Eduardo venía con una caja y una bolsa.

–Novio, te traje pizza y unas cervezas. –Me dio un beso en la boca, su aliento era de alcohol y cigarro.

­–¿Tú fumas?

–Si, ¿no te había dicho? No suelo fumar en casas a menos que sea una reunión por eso no me has visto fumar aquí, ¿Y tú?

–Muy de vez en cuando.

–¿Te molesta?

–No, para nada es que me diste el beso y sentí el olor.

–Ay disculpa, no me cepillé, ahora lo hago.

Metió las cervezas en el congelador y me dio otro beso y le puse mis manos en las mejillas.

–Las manos te huelen a lubricante. ¿qué estabas haciendo?.



Ay François estás empatado con un policía, tienen olfato, a ver que le inventas.

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