miércoles, 13 de marzo de 2013

PECADO CAPITAL. Temporada 1: Lujuria

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–Tú eres el novio de Catia, cosa que no entiendo, eres mucho mayor que ella– seguía hablando intentando coordinar las palabras


Falcón tiene 25 años y está terminando la carrera de administración y trabaja en una empresa de alimentos, vive solo en un anexo que su familia le ayuda a pagar mientras siga estudiando. Conoció a Catia hace unos meses en una fiesta. Desde hace 2 meses son novios. A pesar que ambas familias no aprueban ese noviazgo por ser ella menor, ambos continúan juntos.

–Quiero mucho a Catia y sé que es menor de edad, pero desde que la conozco la he respetado, no hemos tenido relaciones, no le voy a negar que hemos estado a punto de cruzar esa línea pero nos hemos contenido –mintió–Pero hoy estoy aquí no por ella…estoy enamorado de ti África.



Paralizada y con la borrachera a punto de esfumarse, no salía de su asombro y vino el beso. Puso ambas manos en su cara y acercó su boca a la de ella. Ambos respondieron al beso, donde hubo contacto de sus lenguas, un beso suave pero profundo que duró varios segundos hasta que áfrica reaccionó.



–Esto no puede ser Falcón, puedes ser mi hijo– todavía sorprendida lo apartó. –Pero no lo soy– y la volvió a besar, esta vez la tumbó en el sofá y ella se dejó llevar, más por los efectos del alcohol que por lo que pudiera sentir por él.



Minutos más tarde Macuto sale de su cuarto para buscar un vaso con agua, se aparece en la sala en interiores con una erección sin percatarse que en el sofá de la sala su madre esta haciendo el amor con su mejor amigo. Al regresar con el vaso escucho unos gemidos y se acerca a la sala que está a media luz.

 Se sienta en el sofa pequeño viendo como a su madre está siendo penetrada hasta ese momento por un desconocido. Enciende la lampara de pie de la sala y ambos brincan del susto.



–Coño de la madre…¡mi pana del alma se está follando a mi mamá! ¿Qué vaina es está?– Falcón medio desnudo se incorpora y África se baja la falda sin colocarse su prenda íntima.



***

La noche apenas comenzaba para Catia que estaba en la discoteca de moda que la llevó Tabay.



Tabay, 45 años, millonario de cuna, hace 5 años fallecieron sus padres en un accidente aéreo cuando viajaban a una isla. Tiene 2 hermanos que viven fuera del país, en Europa. Las empresas familiares son heredadas por Tabay una vez que su hermanos se desentienden de todo. Tiene su vida hecha y acomodad en otra tierras.



Además de ser el dueño/director del colegio donde estudia Catia, tiene un banco, una discoteca, una clínica, una importadora de licores y el negocio que más le genera entrada de dólares: el narcotráfico. Es adicto al sexo en todas sus vertientes, es insaciable y le gustan siempre jóvenes. Ambicioso, poderoso y enfermo, un coctel que puede explotar en cualquier momento.



Catia bailaba en la pista con su amante, ambos bebían y se besaban apasionadamente. Tabay tenía la urgencia de un poco de polvo blanco y se llevó a Catia a su oficina. 2 rayas corrieron por su nariz y le dió a ella otra, aunque no quería él la obligó. Cuando ya estaba volando por las nubes cargó a Catia y la amarró a un columpio de cuero y cadenas. Sus muñecas y tobillos quedaron sujetos a las cadenas. Su jóven y ya no virgen vagina estaba expuesta para recibir el placer que a ella tanto le gustaba. –Vengan, ya la tengo lista–Llamó a un amigo, que a su vez se trajo a dos más. Los tres se encontraban en la discoteca.



–¿Quién le da pela primero?–

–Yo, que me tengo que ir que mi mujer me espera– dijo uno de ellos, mientras Tabay se fue hacia la cabeza de Catia, que estaba sonreída sin saber lo que le esperaba. Echó su cabeza hacia atrás e introdujo su miembro en la boca de Catia, ella comenzó a lamer y succionarlo. El primer amigo la penetraba suavemente, estaba nervioso, era la primera vez que tenía sexo con una menor de edad.–Dale duro papá que la carajita aguanta– A pesar de la advertencia, el amigo no le hizo caso. Los otros dos se masturbaban mientras esperaban su turno.



–Sácalo y ponte a que te lo mame, te voy a a decir como es que hay que cogérsela– Se intercambiaron. Tabay se puso violento y la penetró sin contemplación. Catia gemía entre dolor y placer, estaba riendo, pero sentía dolor. –Así es que tienes quedarle coño, esta perrita aguanta, ahora dale tú– señaló a otro del fondo. Su miembro estaba sobre el promedio de los demás y más grueso, eso no lo detuvo a la hora de penetrarla también con bastante violencia.



Catia gemía y gritaba pero entre la música y lo lejana que estaba la oficina de el resto de la discoteca, no podían escucharla. Luego de rotarse un par de veces cada uno, liberaron sus fluidos sobre su vientre, otros en su rostro, algo que disfrutó Catia.



***

África, con la culpa en su cuerpo y en su cara corrió, a su cuarto y se encerró. Entró a la ducha, abrió las llaves y se sentó en el piso sintiendo como se iba empapandoy aún vestida.



Macuto estaba nuevamente echado en su cama desnudo. Falcón entró para hablar con él. –No papá que flojera, ahora no quiero hablar, déjame dormir. A mi no me molesta que se cojan a mi mamá, porque desde que mi papá le confesó que era gay no ha hecho nada con nadie– Eso creía Macuto–pero que mi pana te la cojas en mi propia casa, veeerga te pasaste 7 pueblos cabrón, además eres novio de mi hermanita. Ni yo he tirado en esta casa–mintió–con eso te digo todo, ahora vete–. Falcón no dijo más nada y se fue de la casa.



***

Sólo quedaba en la oficina uno de los amigos, Tabay y Catia que aún permanecía colgada y siendo penetrada por Tabay, segundos después acabó en el interior de ella. La descolgó, la cargo y se la llevó a una habitación más cómoda donde había un amplio baño y una cama King, ahí la recostó. Se acercó al oído de Catia –Descansa mi amor, estuviste genial, te quiero–le dió un beso en los labios.



–Bueno mi pana, ya es hora de que te vayas, me voy a dormir–le dijo al tipo que se quedó de ultimo. –¿Y me vas a dejar liso?–protestó. – Ah ¿Tú quieres pelea?– Le bajó el pantalón y lo tiró a la cama,–ponte en cuatro maricón–πosó sus manos en las nalgas del hombre y las abrió, dejando al descubierto un trasero velludo. Lo penetró, sin aviso.–¡Coño, me duele! Ponte condón–Le reclamó. –Cállate y aguanta– Una vez que lo penetró, lo agarró del cabello y comenzó a embestirlo con fuerza, que hizo despertar a Catia. –Duerme caraita que luego voy contigo– dijo mientras con furia y gruñendo penetraba a su amigo. Retiró su miembro del ano y derramó su semene entre las nalgas.–Vamos, vístete y te vas–le dijo mientras le daba una fuerte nalgada.


–¿Me puedo lavar por lo menos?–le volvió a reclamar. –No papá, lárgate que quiero dormir, me tengo que coger a mi hembra–.

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