sábado, 23 de marzo de 2013

SEXORAMA 11. Lo que facebook une, que no lo separe el hombre.


Hace unos meses conocí a un carajo por  Facebook. Más de 3 meses chateando con él y de vez en cuando hablando por teléfono. En diciembre, un cambio brusco en mi situación sentimental, -mi novia me dejó, simplemente me dejó-, cambiaron las conversaciones con mi ciberamigo.

Pasaron de las conversaciones rutinarias del día a cosas más profundas y dolorosas por lo que estaba pasando. Depresión, llanto, preguntas, consejos. Conversaciones largas con un buen amigo que también había pasado por esos problemas, pero ahora estaba felizmente casa con una extraordinaria mujer, -tiene 8 años de casados-.

Para salir del hueco donde estaba metido, decidí conocerlo en persona. Cuadré todo para viajar a su ciudad y pasar un fin de semana largo con ellos. Las llamadas telefónicas previas al viaje se tornaban cada vez más calientes. Tuvimos una conexión inmediata y él se soltó y me confesó que quería hacer el amor conmigo. Yo estaba en las mismas, deseaba un encuentro íntimo con él, a pesar de estar casado.

Llegué a la ciudad y en el aeropuerto me estaba esperando Rodrigo, mi ciberamigo.
–Mi David, ¿cómo estás? ¡¡¡Por fin nos conocemos en persona!!!– me dió beso en la bocaf rente a aquella multitud de gente que caminaba de un lado a otro, pero me gustó ese gesto.

Salimos de ahí a encontrarnos con otros amigos que también se quedarían en casa de Rodrigo. Ya en casa, nuestras miradas cómplices hubiesen podido delatarnos sino es porque había más gente alrededor y todos hablaban a la vez. Subimos hacia el cuarto que me correspondería usar durate esos días, y una vez dentro me abraó con fuerza y me dió un beso, fuerte, profundo, su lengua ocupaba mi boca y así estuvo varios segundos que fueron eternos y peligrosos.

Los días pasaron entre risas, anécdotas, cuentos, historias y mucho alcohol.  Las noches eran de escondernos para darnos unos besos o bajar nuestras manos a las entrepiernas de cada uno para sentir que la excitación nos invadía. El día antes de yo irme se fueron las otras dos personas. Quedamos en casa Rodrigo, Carolina y yo. La verdad que Carolina se portó de las mil maravillas con nosotros, ambos se desvivieron por atendernos.

Aquella madrugada, víspera para irme, fue el momento climax. 5:00am, me llega un sms: –Baja al estudio sin hacer ruido, te espero ahí–, me entró un susto en todo el cuerpo, abrí despacio la puerta, caminé por el pasillo y frente a mi, la habitación matrimonial…y adentro Carolina. Abajo Rodrigo me esperaba. Estábamos dispuestos a romper las reglas. Era hoy o nunca.

Llegué y estaba frente al monitor viendo una película porno. Gay. Me puse a su derecha y comenzó a acariciarme la espalda, me tomó por la cintura y me volteó quedando frente a frente, me bajó el boxer y mi pene quedó frente a su cara. Se lo introdujo en su boca y comenzó a recorrerme un escalofrío, era entre el susto de ser descubierto y lo tibio de su boca  recorriendo mi pene.
Se levantó, nos besamos y terminó de quitarme la ropa. Me agaché y commence a mamar su pene ya erecto, suave, grueso, un glande rosado y casi perfecto entró completamente en mi boca y volvía a salir, lo lamí por todos lados hasta que me alzó y me sentó en el sofá, levantó mis piernas y comenzó a chuparme el culo. Sentía los pelitos de su barba de dos días raspar suavemente mi piel, lo que hacía que me excitara más.

Me incorporé y volví a introducir su pene en mi boca, la ansiedad y el deseo se mezclaban esa noche. Pensar que podría llegar Carolina en ese momento en que teníamos sexo oral, me perturbaba pero me daba más morbo. Rodrigo metía sus dedos en mi culo mientras yo seguía jugando con su pene.

Comencé a masturbarme. Sus dedos en mi culo, mamando su pene y yo pajeándome me estaba volviendo loco. Sentí como él se estremecía, llegaba el momento de su descarga. Llegó, acabó dentro de mi boca. Su semen tibio y dulce inundó el espacio. Yo comenzaba a eyacular y tragué aquel líquido íntegro. Fue como una explosion de energía. Se me olvidó donde estaba y si Carolina nos estaba viendo, ya no me importaba nada.

Quedamos agitados pero complacidos. Tomó una toalla y limpió mi barriga quitando los restos de mi desahogo. Nos besamos nuevamente, tomamos agua y nos fuimos a acostar una rato más, cada quien en su cama.

Nos prometimos un encuentro más, pero esta vez con penetración incluída. Quedó pendiente.

1 comentario:

  1. Excelente...!!!!! sin palabras!!!!!... Y LA FOTO MUY ACORDE!!!! JAJAJAJAJJAJAJAJAAJJAAJAJAJJAAJAJAJAJAA

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