miércoles, 20 de marzo de 2013

PECADO CAPITAL. Temporada 1: Pereza

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Dejó a su niña en su casa al mediodía de aquél sábado. Como cada vez que la dejaba en la puerta de su edificio, ella le practicó el sexo oral hasta hacerlo acabar y tragar su semen. Una rutina que a ambos le gustaba.



Catia cruzó el carro hacia la ventana del piloto y le dió un beso a Tabay, a unos cuantos metros de ahí, unas vecinas preocupada por la vida de los demás y ignorantes de lo que pasa en la suya, conversaban entre ellas, –Definitivamente esa niña se echo a perder desde que el papá se fue de esa casa, desde que nos enteramos que era rarito. Que vergüenza de niña y de familia y encima no le importa exhibirse con ese tipo que puede ser su papá–.



Esperó a que entrara al edificio para irse,–y pensar que en un rato tengo que regresar aquí–decía mientras cruzaba a una lado de las vecinas saludándolas cortezmente.



La joven entra a su casa y su madre como siempre en la sala esperándola.–¿Dónde estabas?– Pasé la noche con Falcón y su familia en su casa–mintió y su madre lo sabía pues inutos antes Falcón habló largamente con ella. –Esta noche viene la persona con la que estoy saliendo para que la conozcan, te voy a pedir que estes en casa y compartamos juntos, ¿Es mucho pedir?–Noooooo mamá aquí estaré en casa, pero ahora me voy a mi cuarto, me avisas cuando llegue el tipo–.



El Sol ya se ocultaba y África terminaba de limpiar la casa para cuando llegara su novio. Entró al cuarto de Macuto y como de costumbre tumbado en su cama y desnudo. –Mamaaaá ¿por qué no tocas entes de entrar como hace la gente educada?–¿No te has vestido todavía? Te dije que viene visita y te necesito en la mesa, por favor–Siii coño, que ladilla, todavía es temprano…–.



Bajó a la sala, -el apartamento es de dos niveles-, iba a la cocina a recoger unas cosas cuando suena el intercomunicador; –¿Quién?– ¿Soy yo mi amor, ábreme–.



Atacada, África le abre desde el intercomunicador.  Pero llegó demasiado temprano y no he hecho nada de comer, y ahora tengo una flojera de cocinar,-pensaba mientras iba a abrir la puerta-.

–Hola mi amor,¿cómo estás?–Bueno, jeje algo sorprendida no me esperaba que llegaras tan temprano, ni me he duchado–Es que me desocupé tempranode una reunion en la empresa, disculpa que no te llamé corazón– Se le acercó y le dió un apasionado beso que se prolongó varios segundos. –Guao, que beso tan delicioso– le dijo ella. –Dame unos minutos para ducharme y ya estoy contigo, no me diste chance de nada–Dale mi amor, yo te espero viendo la tele–.



A los segundos el novio sube las escaleras y ve la puerta de una habitación entreabierta, se asoma y ve a Macuto desnudo y boca abajo. Sus ojos se posaon en aquellas nalgas redondas, bien formadas y se veían duras. Blancas, sin un vello. Instintivamente llevó su mano a su entrepierna y apretó su pene que ya delataba una erección. Observó el cuarto, estaba minado de tantos clichés e íconos gay que no aguantó las ganas de tener ese cuerpo para él.



Se quitó despacio los zapatos y se quitó los pantalones junto con el interior. Macuto abrió los ojos y entre dormido y despierto no sabía si estaba soñando pero al ver aquel pene casi frente a él, le dijo –¿Qué haces ahí parado? Sube a mi cama–. Se montó en la cama y se arrodilló justo al frente de aquellas provocativas nalgas que a lo lejos lo llamaban y ahora estaban a centímetros de él. Las separó y casi sin pensarlo orinó en el interior de ellas. Macuto se mantuvo inmóvil, como si estuviera en un letargo.



Macuto, el hijo mayor de África. 25 años, desde que se graduó no ha conseguido –es lo que le dice a su madre- trabajo. Studio en la Universidad con Falcón que es uno de sus mejores amigos. Holgazán hasta el aburrimiento, no mueve un dedo en casa para nada, la mayor parte del tiempo se la pasa en su habitación, durmiendo, viendo televisión o en internet desde su laptop metido en su cama. Gay declarado pero no comparte con nadie, su sedentarismo lo está consumiendo. A pesar de eso tiene buen cuerpo, atlético y delgado.



Unos cuantos segundos expulsando aquel fluído, despertó el morbo del hombre, cuando iba a empezar a penetrar al muchacho escucha un grito de África –Ya voy a estar lista– Se bajó rapidamente de la cama, tomó una toalla que estaba en un mueble y se secó la entrepierna. Se vistió y bajó.



–Catia, ya llegó la visita, ¿ya estás lista?–Vooooy– Tabay abrió los ojos de la impression al escuchar aquel nombre -no puede ser que mi hembra sea la hija de África-. Bajó las escaleras sonriendo y le dijo –Mi amor, me dió flojera cocinar, y además llegaste rapidísimo, ¿será que pedimos pizza y comemos aquí? –Pero esta mujer siempre tiene flojera de todo, el hijo heredó la vaina y peor jejejeje- –No hay problema corazón-.



Su hija la menor iba bajando las escaleras, iba con una minifalda ajustada, maquillada para la noche y unos tacones de vertigo –Ahí viene mi hija, ven a Catia te presento a… –Tabay– ambas dijeron el nombre aunque Catia en su mente.



Tabay quedó en blanco al verla bajar, todo iba a una velocidad muy lenta, apenas se escuchaba algo, cada escalón eran cruzados segundos después -Qué Hermosa está mi hembra y es la hija de mi novia…- Catia ya sabía que Tabay, el hombre que le arrebató su virginidad, era el novio de su madre, pues esta ya había mencionado el nombre en otras oportunidades.



–Mucho gusto, Catia– le extendió la mano y él le devolvió el gesto no sin antes rascarle la palma con el dedo por unos segundos antes de soltarla, Catia se estremeció y sintió humedecer su entrepierna. Tabay sonrió como si supiera que eso exáctamente era lo que estaba pasando.


África fue a la cocina a servir unas copas con vino blanco para los cuatro. Macuto bajaba hacia la sala y también saludó a Tabay le dió la mano y luego lo abrazó, una vez juntos le dijo al oído –Tú me tienes que coger–. Se separaron. Catia lo escuchó, su rostro se arrugó, sintió celos.

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