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El negro no paraba de embestir a Trinidad de manera
violenta, mientras más gritaba, más fuerte le daba. Ahora esra Quíbor el que se
puso frente a su cara. El musculoso se masturbaba. Tocuyo, más que hacer sexo
oral a Trinidad le mordía el pene, pero no suavemente, más bien como a punto de
desgarrarlo. Trinidad aguantaba el llanto pensando que así se calmarían.
Mientras Quíbor seguía con su pene en la boca de Trinidad el
otro le acababa en la cara. –!Negro¡ acaba ya dentro de su culo y llévenlo a la
maxima para que sus amigos disfruten de la carne fresca. El negro así lo hizo. Acabó mientra agarraba
del cabello a Trinidad y lo jalaba. Se levantó junto con Trinidad y volvó a
golpearlo en la cara. Se desmayó y se lo llevaron.
***
Por órdenes de su madre Tobago fue a la iglesia a
confesarse. Tanto su familia como él tenían tiempo que no iban a la iglesia.
Bolivia acompañó a su hijo. –Yo me quedo rezando mientras
que tú vas donde el padre Rogelio, luego te regresas a casa, el y ate conoce
así que ya sabes lo que tienes que hacer.
Ella se quedó en la parte de atrás de la iglesia rezando.
Cerca del altar un hombre arrodillado, solo estaba también rezando. Tobago
cruzó el pasillo entre los bancos, al pasar cerca del hombre, este levanta la
Mirada y se dirige a Tobago –Tu macho te está vigilando, aquí te espero–.
Apresuró el paso confiando en que su madre no haya visto
nada. No se imaginaba encontrar a Coromoto ahí, aún sabiendo que le sigue los
pasos desde aquella vez que fue de él.
–Padre Rogelio– tocó la puerta tres veces, –Soy yo, Tobago
el hijo de la señora Bolivia. –Pasa– dijo el padre. –No soy el padre Rogelio,
ahora estoy yo me llamo Atabapo, el padre Atabapo– dijo dibujando una sonrisa de complicidad. –Ah…¿y
el padre Rogelio?–Lamentablemente murió hace unas semanas, es raro que no lo
sepan, ¿vienen poco a la iglesia? –Si, padre, teníamos tiempo sin venir–.
Atabapo es un joven sacerdote de 35 años a diferencia del
padre Rogelio que le doblaba la edad. Alto, pelo castaño, cuerpo atlético que
mantiene en un gimnasio cercano, buenmozo, las muchachas del barrio entran a la
iglesia sólo para verlo y reirse entre ellas de manera nerviosa. Ya tiene 1 mes
en la iglesia y la concurrencia de gente se ha duplicado. Su belleza varonil a
atraído tanto a mujeres como a hombres. Las malas lenguas de barrio dicen que
tiene relaciones con las mujeres más desinhibidas de la zona.
–Vine a confesarme padre–dijo con cara de fastidio y
pensando que ya tiene 16 años y no 8 como cree su madre. –Lo hago por mi mamá
que es la que me obligó y está allá afuera –dime Atabapo, eso d epadre me pone
Viejo jejeje– ledijo mientras le daba unas palmadas en la cara.
–Siéntate– le dijo mientras posaba su mano en el hombre de
Tobago. –¿Pero me va a confesar aquí sentado? ¿No es en el confesionario?–Dios
nos escucha sea allá o aquí. Y tutéame. Me voy a quitar la sotana pues hace
calor y tu estas como intimidado, no soy un ogro asi que para que no te asuste
el traje de cura, me lo quito.
Comenzó a desabotonar la sotana e iba descubriendo lo de
abajo; tenía una guardacamisa blanca, Tobago lo observaba con detenimiento y se
fijó en los bien formados brazos que tenía, algo velludos, sup echo mostraba
unos grandes pectorales. Siguió abriendo la negra sotan y abajo caragaba un
short de trotar, muy corto. Piernas velludas y trabajdas, fuertes, duras. Al
moverse hacia atrás para terminar de quitarse la sotana, la franelilla se levanto un poco dejando a la vista un
abdomen firme. La entrepiera evidenciaba un bulto que hizo que Tobago tragara
saliva.
–¿Ya estás más cómodo? Disculpa la pinta pero estaba
corriendo y no me dió chance de cambiarme– volvió a sonreir y le tocó la
mejilla. –Habla, que quieres confesarme, desahógate conmigo.
Tobago comenzó a hablar. Hablaba y no paraba. Atabapo le acariciaba la pierna y escuchaba
atentamente. Tobago estaba nervioso y le temblaba la voz. –Estas nervioso,
relájate, ¿dejo de tocarte?–No…no– dijo tartamudeando. –Sigue contándome–.
Tobago habalaba y pensaba en Coromoto rezando que no se le ocurriera entrar a
la oficina. Mientras hablaba ya de manera automatica, Atabapo ya tenía una
erección que era imposible de ocultar gracias al diminuto short.
No tuvo que hacer mucho esfuerzo para sacar su pene y
dejarlo expuesto a la vista de Tobago. –Mámalo hasta hacerme acabar y te quito
tus pecados–Le decía esto mirando a Tobago con deseo y morbo–creo que esta no
es manera de limpiar los pecados jeje–dijo Tobago arrodillándose en el piso.
–Trágatelo todo, anda así…uf sigue…te estas
portando bien–.
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