miércoles, 1 de mayo de 2013

PECADO CAPITAL 2 Ira

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Trinidad, al ser descubierto por lo que había hecho en el baño de chicas, estuvo recluído en la dirección mientras llegaban sus padres, los padres de la chica y la policía.

Semanas después a Trinidad lo internaron en un centro juvenil de de readaptación. Se descubrió que el golpeó a 3 muchachas más en el colegio pero esta última recibió la más contundente que casi le cuesta la vida; tiene severos daños cerebrales a causa de los múltiples golpes.



***
El reclusorio juvenil era deprimente, alejado de la ciudad, abandonado y sobrepasaba la capacidad de personas. El hacinamiento era sorprendente.

Luego que sus padres lo dejaran en el centro y firmaran los documentos necesarios, Trinidad quedó a merced del celador encargado de los nuevos presos.–Carajito aquí como no te pongas pilas la vas a pasar mal…y por lo que sospecho tienes pinta de pasivito y aquí no abundan muchos…te conviene portarte bien y hacer caso, aquí hay gente coño de madre y yo no voy a ayudarte. Tienes que ir donde “La Jefa” es el que manda aquí, la pasiva mayor y él va a decidir tu suerte. Como le caigas mal estás jodido. Puedes sentarte a esperar morir mariconcito–.

Llegaron a la puerta queda hay un extenso cuarto donde se encuentra “La Jefa”. El celador abrió la puerta y empujó a Trinidad hasta hacerlo caer. –Suerte maricón-. Cerró la puerta y se fue a seguir con su rutina.

–Párate– dijo La Jefa. –Quíbor, Tocuyo, dénle la bienvenida a la negra Trinidad, que sienta que aquí somos una familia–. Se acercaron y sin decir nada comenzaron a darle patadas por todo el cuerpo: pecho, espalda, piernas, glúteos menos en la cara. Luego de unos minutos La Jefa les pidió que se detuvieran.

Trinidad se retorcía del dolor. La Jefa se acercó a él, se agachó y le dijo al oído: –Ahora ya sabes más o menos lo que sintió mi prima cuando la golpeaste hasta casi matarla, negra maricona. Y esto es sólo el comienzo. Párate y ve al servcio médico y regresas acá cuando te revisen. Luego de 30 minutos, Trinidad regresaba a la celda de La Jefa, bien equipada con todas las comodidades.

La Jefa maneja los negocios dentro del reclusorio: drogas, alimentos, visitas, ropa, seguridad. A pesar de sus casi 17 años tiene una capacidad de negocios impresionante. Tiene encima varios muertos dentro del reclusorio desde que entró hace tan solo 8 meses.

Trinida fue llevado por Quíbor y Tocuyo, dos leales a La Jefa, son sus protegidos y a su vez lo protegen a él. Entraron a la celda, Trinidad estaba atontado por los analgésicos que le suministraron por la vena, era probable que le pasaran también alguna droga por órdenes de La Jefa. –Déjenlo ahí que yo me encargo y llamen a dos de la máxima– En ese lugar se encuentran los jóvenes más peligrosos y además los más adultos sin llegar a ser mayores de edad.

La Jefa llevaba los brazos detrás de su espalda, en la mano derecha cargaba una manopla casera hecha en el reclusorio –¿Qué me van a hacer?– dijo Trinidad apenas pronunciando palabras. Sin responder la pregunta, La Jefa le dio un fuerte golpe en la cara partiéndole la nariz.

Trinidad cayó en el piso, comenzó a llorar y gritar. –¿Te gusta que te hagan el amor? Ahora vienen cuatro amigos que van a hacerte sentir una hembrita, lo vas a disfrutar–

Quíbor y Tocuyo trajeron a dos compañeros. Uno bastante fuerte y musculoso que para su edad, era exagerado el cuerpo que tenía gracias a los esteroides. El otro, un negro con cara de pocos amigos que no precisamente le gustan las personas de su raza. –Ahí lo tienen, denle la bienvenida a este paraíso para que no se le olvide lo que hizo allá afuera– les dijo La Jefa. –Boraure, ven acá… cuando termines con él me coges a mi– le dijo al oído al negro.

El negro le arrancó la ropa a Trinidad y le dio dos golpes en la cara con el puño cerrado, lo tiró al piso boca abajo. Se agachó, lo agarró de los pelos y lo puso en cuatro, le abrió las nalgas y sin más lo penetró. Sin saliva, sin lubricación. Mientras más salvaje fuera el bautizo del nuevo, mejor. El musculoso le introdujo su pene en la boca, no quería abrirla pero tan solo retorcerle la nariz rota lo hizo. Quibor y Tocuyo comenzaron a orinarlo. Trinidad no paraba de llorar.


La Jefa observaba la violación mientras se masturbaba. Tenía ganas de golpear a Trinidad de nuevo mientras abusaban de él.

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