Potro alzó a Tabay y lo montó en su hombro, Guanta ayudó a
África a levantarse. Montados en la camioneta, Potro los llevó a la clínica
propiedad de Tabay donde a ambos los atendieron.
Dos días después África era atendida en su casa por sus
hijos, aunque de mala gana pero no les quedó más remedio. Guanta estaba en el apartamento de Tabay.
–Esta no te la perdono, ¿Ahora te metiste a lesbiana? Le reclamaba a ella. –No
me reclames mi amor que tú estabas de novio con ella y no me lo habías dicho,
yo tengo tiempo conociendo a África, y si, me gusta ella ¿qué importa? Tú no
eres un santo pero eres mi macho y eso no va a cambiar–Le agarró con fuerza el
pene y comenzó a hacerle sexo oral. Tabay olvidó todo por unos instantes.
Guanta lo tenía dominado.
***
–Bueno papasito usted ya sabe lo que tiene que hacer, quiero
algo bien hecho, limpio, como te enseñe–Hablaba Orinoco con Federico. –Así será
padrino jejeje–No me digas padrino, eso déjalo para lo legal, soy tu jefe
carajito–Si, si ya, bueno me voy con Trinidad a su casa para que busque sus
vainas y luego a hacer lo nuestro–¿Llevas el arma?–Sí–.
Se consiguió con Trinidad en la plaza O’leary par air de ahí
a casa de este. –Vamos a agarrar el metro aquí son 5 estaciones–¿Tas loco?–le
dijo Federico–Nos vamos en carro, ven acá–. Buscaron un carro no muy llamativo,
Federico hizo dos maniobras en la puerta y la abrió–Bingo, sin alarma, ve a la
otra puerta–partió lasuichera y encendió el carro. Arrancaron rumbo a la Cota
905.
Llegaron a la zona y Federico estacionó el carro. –Yo te
dejo aquí y te recojo más tarde por aquí también, me avisas por mensaje, yo
tengo un asunto pendiente– Trinidad se bajó del coche y comenzó un torrencial
aguacero. Cerca de ahí estaba la iglesia y entró para esperaa que pasara la
tormenta. Federico arrancó a toda velocidad.
Atabapo terminó la misa y fue a retirarse a la sacristy
cuando comenzó la lluvia, la gente que pudo salió de la iglesia, otras se
quedaron a esperar que escampara. Una mujer salió corriendo hacia la parte de
atrás de la iglesia buscando al cura. –¿Padre, se acuerda de mi? soy la mamá de
Iris, la niña que jugó con usted la otra vez ¿se acuerda?–Sí claro, ¿cómo está
usted y la niña?–Bien padre, ella está con su papá ahora–¿En que la puedo
ayudar señora?–Dime, Flavia. Vine a jugar contigo ahora–¿Perdón?_Lo que oiste
padresito, quiero que juguemos los dos– mientras hablaba se desabotonaba la
blusa–Lo siento, pero creo está equivocada señora, le voy a pedir que se
retire–.
–¿Me vas a botar de aquí? Yo lo pensaría antes de hacer
eso…puedo contar en el barrio lo que haces con los niños de la zona y bueno con
mi hija también, que no es mi hija es de mi marido, así que poco me importa lo
que hagas con ella. Lo que quiero es hacer contigo lo que haces con esos
niños–Le apretó el pene por encima de la sotana. Se quitó la sotana y quedó en
unos shorts de trotar y una franelilla–se disponía a correr luego de la misa–Le
bajó de un tirón la falda a Flavia, le rompió las pantaletas y se bajó el
short. La tumbo boca arriba en el escritorio y la penetró. Con cada empujón que
le daba ella gemía, –¿Me vas a denunciar?_Volvía a empujar más duro, una
penetración profunda. La agarró del cabello y le dió con más fuerza. –¿Ah, vas
a abrir tu boca y contar qué?, si no teienes pruebas de nada–Volvía a empujar.
Flavia comenzó a gemir con más fuerza, estaba teniendo un orgasm que la
estremeció y comenzó a gritar, Atabapo le tapó la boca, volvió a sacudirle un
par de veces más y se corrió dentro de ella. –Lárgate, esto era lo que querías,
ya te cogí, ahora vete–.
Federico llegaba a su casa, ya era de noche, no muy tarde
pero ya todos dormían, pues al día siguiente era día de trabajo y estudio.
Entró al apartamento con mucho cuidaddo y sin encender las luces, se fue hasta
el cuarto principal, abrió la puerta y encendió la luz. –Papá, mamá, estoy de
regreso– La madre se incorporó en la cama, vio a su hijo y este le disparó un
tiro certero en la cabeza, su padre se despertó y también recibió otro disparo.
Ambos quedaron tendidos en la cama tiñendo las sábanas blancas de un rojo
intenso.
Se acercó a los cuerpos y sin tocar nada, les dio un beso a
cada uno en la mejilla. –Adiós, pronto seré dueño de todo esto y de tu empresa–
Orinoco al ser el padrino de bautizo de Federico se haría cargo de él por ser
menor de edad y es, como lo había decidido el padre, el abogado, administrador
y albacea universal de su fortuna, hasta que cumpliera la mayoría de edad su
hijo.
Federico se fue directo al otro cuarto, el de su Hermana,
dos años mayor que él. “Te tengo que matar
porque necesito ser el heredero universal de todo esto hermanita” pensaba
Federico mientras apuntaba a la cabeza de su Hermana.
Salió del edificio igual como entró, oculto sin que lo viera
nadie y sin levantar sospechas. “Mañana
regreso a la carcel y como si nada”. –Dónde coño estará La negra esta que
no me llama, me voy directo al barrio– “Estoy
en la iglesia aún, aquí llueve mucho, no he podido moverme” decía Trinidad
por el celular–Ok, te busco y vamos pa tu casa–.
Mientras esperaba a Federico decidió entrar a la iglesia, se
persignó y fue a sentarse en los asientos cercanos al altar. En eso ve salir al
cura, queda impactado por la belleza y cuerpo de este. Se pone nervioso al ver
que se acerca a él con demasiada confianza.
–Ah caramba negrito volviste, ¿quieres repetir?–¿Repetir?
No, yo, yo espero a alguien–Vente espéralo allá atrás, así me bajas el queso
que tengo–Trinidad no entendía nada, estaba impactado del cura que había en su
barrio.
Atabapo volvió a quitarse la sotana, se bajó el short y
agachó a Trinidad para que le realizara otra felación como aquella vez. –Dale
Tobago, trágatelo que luego te quiero coger, la otra vez no puede–¿Tobago? “Me está confundiendo con mi hermano, ¡ya se
lo tiró!”. Pensaba Trinidad mientras estaba concentrado en el pene que
tenía en su boca. –Coño, pero lo estás mamando mejor que la otra vez
carajito…uuuf sigue que ahora te voy a coger–Atabapo lo tenía aprisionado
contra su entrepierna.
Federico luego de estar en un congestionamiento vehicular
llegaba al barrio y estaciona cerca de la iglesia, ya no llovía. Tomó el arma
se la colocó en la parte de atrás del pantalón y entró a la iglesia. Atabapo
tomó del brazo a Trinidad y lo apoyó a la pared, se escupió varias veces la
mano y se la pasó entre las nalgas al
muchacho. Le abrió las nalgas y deslizó su pene hasta sentirlo completamente
adentro. Pasaron pocos segundos cuando se abre la puerta de la sacristía. Entra
Federico. Se saca el arma del pantalón y apunta. –Curita, es mejor que dejes
quieto al chamo, vente Trinidad, sal de ahí–Atabapo, se voltea de repente y
Trinidad se suelta y se viene donde Federico. –¿Trinidad? ¿Tú no te llamas
Tobago? Baja el arma chamín–.
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