lunes, 1 de julio de 2013

PECADO CAPITAL 3. Lujuria

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La Jefa se acercó hasta el hospital donde tenían recluído a Trinidad.  La Jefa se colocó al lado de la cama y le dijo al oído Trinidad mientras este dormía: –Tranquilo que de esta vas a salir y los que hicieron esto ya lo pagaron caro con su vida– Maldito hijo de puta descarado fuiste tú el que me mandó al hospital–Pensaba Trinidad que aún con los ojos cerrados le apretó la mano a La Jefa.



***

Atabapo recien terminaba la misa y se retiró a la sacristía  pero antes de llegar se asoma hacia un pequeño parque que está al lado de la iglesia y ve a una niña de no más de 6 años. La pequeña ve al cura y corre hacia él y lo abraza. Atabapo aprovecha y la mete hacia la sacristía con él. –¿Quieres jugar conmigo un rato mientras llega tu mamá?– La niña mueve la cabeza de manera afirmativa.

Se sienta en una silla y le dice a la niña que se acerque, –Ven, juega con este muñeco, ven sin miedo para que lo veas– Atapabo se baja el cierre del pantalón, la niña se acerca. Él la toma por la cabeza acercándola, ella sin saber que pasaba con algo de resistencia se aproximaba.

Luego de unos minutos de aquel “juego” se pone a llorar cuando Atabapo deja fluir su sexo dentro dentro de la boca de la niña. –¿Te gustó el dulce mi amor? Traga mi amor, no puedes botar eso. –No me gusta sabe mal quiero ver a mi mamá–Esto es un secreto entre tú, Papá Dios y yo ¿ok? No puedes contarle a nadie y así puedes venir otra vez, ¿quieres? Y jugamos de nuevo–Si padre–Le dió un beso y llevó a la niña al parquet donde la madre estaa desesperada buscándola.



–Discúlpeme señora, su hija entró y yo la invité a entrar y le enseñé la sacristía y la iglesia y jugamos cartas, ¿verdad princesa?–Atabapo se agachó y le dió un meso en la mejilla y sin que su madre se diera cuenta introdujo una mano debajo del vestido de la niña y tocó sus partes, algo que hizo que Atabapo se estremeciera.



La madre de la niña estaba embobada viendo al cura que llevaba solo un guarda camisa ydejaba ver los vellos del pecho y unos pectorales bien formados. Mojó sus labios con la lengua y se mordió suavemente el labio inferior. –Tranquilo padre, con usted está segura, ya vendré a hacerle una visita o confesarme– dijo esto desabrochando un botón de su blusa y tocarse delicadamente entre sus senos.



Luego de hacer varias diligencias de la iglesia y personales, se le hizo muy tarde estando en la calle y decidió comer en una arepera. Eran pasadas las 10 de la noche, se sentó en una mesa y pidió una pelúa (arepa de maíz con carne mechada y queso amarillo) y un jugo de guayaba.

Frente a él estaba un motorizado con la que parecía su novia. Él era bastante moreno y musculoso, había poca luz y no detallaba bien sus rostros. Un niño de unos 5 años se le acerca para venderle unas flores, pero Atabapo le dice que no y le da unas monedas que tenía en el bolsillo, le da unas palmadas en la mejilla y el niño se aleja.



El motorizado ve hacia la mesa del cura y lo reconoce –Este es el hijo ‘e puta que se quiere tirar a mi putico, malpario
Pensaba Coromoto mientras su novia lo besaba y le metía la mano por dentro del pantalón.



Atabapo se terminó la arepa, pidió la cuenta y antes de irse se dirigió al baño pues no aguantaba las ganas de orinar. Coromoto lo seguía con la mirada.  Entra al baño, no había nadie, unos segundos después entra el mismo niño vendedor de flores y vuelve a ofrecerle las flores mientras Atabapo orinaba. –Nené ya te di unas monedas no quiero las flores–Te la chupo y me das más plata–Atabapo quedó inmóvil por unos instantes al escuchar al niño decir eso, pero reaccionó y no tuvo inconveniente en complacer al niño.



–Mi reina voy a mear, ya vengo– Coromoto corrió al baño, entró y encontró al cura con el niño, apartó al niño –Sal de aquí menor–le dió un billete de 50, el niño del susto dejó las flores tiradas en el piso. –Maldito enfermo, con un carajito que puede ser tu hijo, por que no me pones a mamar guevo a mi a ver si yo me dejo maricón–Sacó una navaja, le dió un fuerte golpe en la cara y lo tumbó al suelo, una vez tirado, al verle el pene se lo agarró, le estiró el prepucio –Esto va a doler curita– y de una sola pasada con la navaja, le hizo una circuncisión casera. La sangre brotaba copiosamente.

Arrastró el cuerpo a un cubículo, lavó la navaja y salió. –Vámonos mami–Dejó en la mesa dos billetes de 100, tomaron sus cosas y se montaron en la moto rumbo al barrio.

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