sábado, 8 de octubre de 2011

Cuando las ganas se presentan en un vehículo

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Me subí al autobús, y un  hombre se sentó justo donde o estaba parado …fijamos miradas, me vio, se medio sonrió y yo me toque el paquete…el tipo volvió a sonreir. El tipo comenzó a rozarme la verga con su hombro… y motivado por los movimiento de la gente me rozaba con más ahínco hasta ponerme húmedo y erecto. Me levante, fije mirada con él insinúandole que se bajara. Se bajó.
Coincidimos en ir a un hotel barato del centro de la ciudad que él conocía,nos metimos al cuarto, se bajo el pantalón, tremenda verga se saco del diminuto interior de algodón negro azulado. Muy bello aquel pene; sus vellos púbicos advertían el tremendo jugo que yo tendría que exprimir de aquel hombre que ya tenía las manos. Se lo mame deliciosamente…una y otra vez, el tipo solo quería eso, me beso,lo mame, me chupo las tetillas y me besaba intensamente, me tocaba mi pene pero no pasaba a más.
Me bajaba la cabeza para seguir mamando. Lo hice venir sobre mi pecho…mamando intensamente, terminó con un gemido sordo con la vista clavada al techo y una de sus manos clavada en mi hombro al momento que sacaba aquel semen denso y caliente, yo termine al segundo de que el estaba terminando.
Nos limpiamos, salimos, caía la noche yo tenia que volver a mi casa, había un barullo de gente cruzando la calle, nos despedimos, no recuerdo su nombre solo su interior negro azulado y su gemido sordo al eyacular.
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 Como estaba algo cansado preferí tomar un taxi para ir a mi casa. En lo que me monto el chofer empieza a hablarme y hablarme de todo, hasta que me pregunta si yo tengo novia, le digo que no y el me dice que el si tiene novia pero que el le echa bolas a todo lo que venga, “y tú? Le quieres echar bolas?”
Le dije que sí y me invitó a pasarme al puesto del copiloto. “Mira como me pusiste” y agarró mi mano y la puso sobre su bragueta, se bajó el cierre y lo que salió de ahí era algo oscuro y grueso, no era grande pero si grueso. Lo agarré y empecé a tocarlo hasta que estuvo rígido, “por qué no lo mamas para que lo pruebes” y así lo hice, era algoincomodo meterlo en la boca pues el grosor era impresionante pero igual me lo introduje.
Ledije que me avisara cuando fuera a acabar “por qué?”  “para no traarme el semen” le dije. Empecé a mamarlo mietras el seguía conduciendo y diciendo “coño, que rica esa boca, coño mamas rico” de vez en cuando me ahoga o tenia que abrir la boca muy bien, llegó un momento que se bajó más los pantalones y me dijo que pasara la lengua por sus bolas.
Volví a su pene y continuaba mamando es enormidad de arriba abajo, hasta que el se estremeció y agarró mi cabeza con fuerza y no dejaba que la moviera…y acabó todo ese semen que fue bastante, dentro de mi boca…me soltó la cabeza y me dice: “que tal esa lechita?” -“Bien, pero te dije que me avisaras”- “Pa que? Asi es más rico, llenarte esa boquita de leche, cuando lleguemos a tu casa te cojo, quieres?”.
Llegamos a mi casa y al hombre no hubo forma ni manera de que se le levantara aquella monstruosidad. Le pagué menos de lo que era la tarifa, se arrechó y le dije: esa mamada tiene precio, ¡no es de gratis! chao.
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 En la primera mudanza que hacíamos en casa, se contrató a un camión grande para llevar en un sólo viaje todos los muebles. El encargado del camión un hombre de 36 años, alto, medio rubio, algo fornido y velludo me miraba más de la cuenta, de vez en cuando se agarraba el paquete cuando veía que lo estaba observando.
Llegado el mediodía los tres tipos que venían con él se fueron a almorzar a un sitio cercano, el comió en mi casa, mi mamá preparó el almuerzo. 15 minutos después de comer me dijo que si lo podía ayudar acomodando bien las cosas dentro del camión para terminar de meter lo que faltaba, le dije que sí y salimos. Mi mamá se quedó embalando, los otros tipos no habían llegado.
Entramos al camión y le digo por dónde empezábamos y me dice: “¿qué te parece si primero te cojo?” cerró las puertas del camión y abrió una ventana para que entrara algo de luz. Se quitó la ropa y yo hice lo mismo. “Ven, páramelo bien para metértelo” se lo mamé arrodillado. El calor se hacía cada vez mas intenso, nos echamos en el sofá que estaba ahí y empezó a besarme, sentía su cuerpo sudoroso y velludo sobre el mio, cayéndome en la cara las gotas de sudor de su frente, su pene blanco y esos vellitos rubios se acercaron a mi y entró de una… “¿qué tal?” –“bien”- “¿sólo bien?”  La verdad que no había nada extraordinario en esa cogida, pero después que le dije bien, me volteó y me dijo “ahora vamos a ver si te parece bien” me agarró por los hombros y lo metió con fuerza, dándome duro, lo sacaba y lo volvía a meter “¿te parece bien ahora?, ¿te doy despacito, te duele?” –“si me duele” –“ahora te aguantas, todavía me falta” seguía dándome duro, me ponía de lado, de pie, me volvía a acostar. Afuera estaban los obreros pero a él no le importó que se escuchara mi voz y se moviera el camión. Estábamos bañados en sudor y el sofá quedó empapado, él estaba agotado igual que yo, más por el calor que por el sexo. Hasta que acabó y gritó con fuerza mientras su semen salía con fuerza y caía por todos lados. Como pudimos nos vestimos y nos secamos el sudor, abrimos las puertas y los obreros nos vieron y dijeron: “¿lo pasaron bien, no?” yo muerto de pena me bajé del camión y entré a mi casa. Él como si nada, tan normal.

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