Coro estaba con sus dos hijos hablando en el coche.
–Hijos…yo sé que no he sido un buen padre, me separé de su madre cuando se
enteró de la peor manera que soy gay, cuando debí decírselo desde hace mucho. Y
bueno, ahora me entero que mi pareja es el novio de su mamá, algo que me tiene
abrumado y confundido, pero bueno, creo que me lo merezco. Y tú Macuto quiero
decirte que por errores de la vida y la mente retorcida de
Tabay…terminé…teniendo sexo…con…tu hermana…pero no lo supe hasta que pasó un
buen rato–¿Queeeeeé? Papá…!pero tú eres un sucio vicioso! Con tu propia hija
jejejejee ¿y tú no dices nada hermanita?–Catia permanecía con la cabeza
agachada entre avergonzada y con fastidio de estar metida en la conversación.
–Bueno ya que estamos en una de confesiones, les cuento que
Tabay me intentó coger a mi pero lo interrumpió mi madre cuando lo llamó
estando todos en casa jeje. Ese tipo es una basura, ah y mi hermanita es una de
sus tantas amantes como ya debes saber papá ya que te la cogiste estando con
Tabay…–No quiero que su madre se entere de lo que pasó, esto va a quedar entre
nosotros por favor, hija no me odies, yo no quería hacerte esto–Ay papá…ya lo
hecho, hecho está–Coro se acercó a Catia y le dió un beso en la boca y en
apenas dos segundos, Catia abrio sus labios y Coro metió su lengua. Su mano se
deslizó por la entrepierna de su hija. Macuto se sonrió y aprovechó para
bajarse, –Bueno yo me voy, tengo cosas que hacer, no pienso quedarme a ver sus
guarradas– Catia y su padre no se molestaron en contestarle a Macuto.
***
Macuto regresaba a su piso para encontrarse con Coromoto que
lo esperaba para pagarle el favor. –Llegué–dijo Macuto –Vente papá vamos pa un
depósito donde no va naiden y ahí te doy lo tuyo–le dijo Coromoto con tono
morboso.
Entraron al depósito, estaba sin luz pero por una pequeña
ventana entraba algo de claridad de la calle, olía a humedad y sucio. Macuto comenzó a quitarse la ropa hasta
quedar desnudo, Coromoto solo se bajó os pantalones–Tírate al piso boca
abajo–Macuto se acostó en el piso, con la poca luz que había pudo ver que en el
piso habían un par de condones usados y los sobresitos donde vienen, abiertos. “Esto es un tiradero, que asco” pensó.
Coromoto se agacho, se puso de rodillas y las agarró las
nalgas, con sus manos las apretó; firmes pero esponjosas, blancas y lampiñas.
La piel de aquellos glúteos estaba lisa.–Uf que culo tan rico tienes papá–Abrió
las nalgas y comenzó a jugar con su ano, se mojaba un dedo con saliva y lo
introducía. Dejaba que la saliva saliera de su boca y cayera irecto al ano de
Macuto y comenzaba a meterle dos dedos y luego tres…
Coro acompañó a su hija hasta el apartamento, –Yo subo
contigo y aprovecho y voy al baño, ¿tu mama estará?–No creo, a esta hora nunca
llega–Entraron. Coro subió las escaleras y fue al dormitorio de África, Caia fue
a la cocina tomó un frasco de pastillas de valeriana y sacó cuatro pastillas,
buscó un vaso con agua y se las tragó.
Su padre seguía en el baño revisando que había y se puso a
orinar, se desabotonó el pantalón y lo dejó caer junto con el interior. Sus nalgas
velludas quedaron expuestas a la mitad pues la camisa tapaban una parte. Catia
subió y entró al cuarto, la puerta del baño estaba abierta y vio a su papá
orinar y jugando con su pene.
–¿Terminaste?–Voy, espérame en el cuarto–con un empujón Coro
cerró la puerta. Catia se acostó en la cama de su mamá a esperar y se quedó
dormida. Abrió la puerta del baño, se había quitado los pantalones y tenía el
pene erecto. Se fue directo a la cama.
Se sentó encima de sus piernas luego de separar las de su
hija y quedar frente a su trasero. Le levantó la falda y dejó a la vista una
pantaleta blanca y comenzó a acariciarle las nalgas hasta que le quitó la
pantaleta y sigió acariciándola. Catia no se movía. Coro mojó uno de sus dedos
dentro de su boca y lo introdujo en el ano de su hija. Sus ojos estaban
clavados entre las nalgas de su hija, los vellos de su nuca y espalda los tenía
erizados. Tener a su hija ahí expuesta le producía el mayor de los morbos.
Soltó una cantidad considerable de saliva en el ano de su
hija e introdujo dos dedos y luego tres…
Ya tenía cuatro dedos adentro y Coromoto comenzó a darle
vueltas a su mano, Macuto emitía unos suaves gemidos. –Ahora quédate quietico
que papá va cogerte y bien duro– Separó lo más que pudo las nalgas y metió de
un tirón sus 23 centímetros. Macuto hizo un ligero movimiento por la
penetración pero se volvió a quedar quieto. Volvió a gemir.
Le separó las suaves nalgas y comenzó a a introducir su
pene. –Quédate quieta que papá va penetrarte–deslizó su miembro hasta el fondo
lo que provocó un gemido de Catia y se aferrara a la almohada que tenía cerca.
Gimió
Se acostó completamente sobre su cuerpo y comenzó a moverse,
rápido y fuerte. Coro hacía lo mismo varios kilometros más allá de ellos. Los
hermanos estaban siendo penetrados en el mismo momento. Ambos no paraban de
moverse sobre los cuerpos dominados, los tomaron por los hombros y se aferraban
aún más. Los hermanos gemían y se estremecían sin posibilidades de moverse. –No
te muevas y disfruta–ambos le habalban al oído a sus respectivos sumisos.
Sus penes entraban y salían de esos cuerpos con facilidad
gracias a la excesiva lubricación, sus nalgas humedecidas recibían las
embestidas de aquellos hombres deseosos de sexo. Los hermanos se aferrabna a lo
que tenían a mano, próximos a llegar al climax, a un orgasmo inminente, sus
cuerpos erizados por la excitación, hasta que llegó el momento.
Ambos sin tocarse, sin estar juntos, separados por muchas
cuadras, se corrieron. Macutó derramó su semen con su pene aprisionado al piso,
soltó enormes chorros que mojaron sus piernas. Catia, erizada, con su abundante
flujo humedeció las sábanas de su madre. Ambos gritaron de placer. Coro y
Coromoto acabaron a la vez, dentro de cada uno de ellos. Un grito fuerte y
grave se escuchó salir de ambos sementales.