Ya instalados en
el apartamento, lo único que había era una nevera, la cama, King por supuesto,
televisor, una puerta que se le cambió el uso a mesón donde iban todo
los utensilios de cocina y una cocina eléctrica de dos hornillas, mucha
ropa regada por todos lados y polvo…mucho polvo pues el piso está en
obra limpia.
Cristóbal
quería arreglar todo ya: Cocina, piso, cuartos, muebles. David lo
aterrizó, que tuviera calma que todo va a salir poco a poco, –Si estamos
juntos que importa donde estemos viviendo y como– Esta frase se volvería
en contra muy pronto…
Lo
primero fue la cocina, unos meses después, buscando, probando,
caminando, regateando, se consiguió una bonita, buena y ajustada al presupuesto de Cristóbal. Al
comienzo de la instalación el muchacho, inexperto, que enviaron para la instalación rompió una tubería de
agua taladrando la pared, hubo que cortar el agua y al día siguiente
retomar la instalación. El piso de la cocina otra tortura, se echaron
semanas en eso.
Ya
con nueva cocina instalada se eliminó el mesón improvisado y hubo un
pequeño orden. Semanas después llegó la hora de colocar el piso de todo
el apartamento. Otra tortura; tierra por todos lados, el trabajo iba lento,
cada vez que llegaban a casa había una novedad. Cerámicas mal puestas,
huecas, sin careteo, en fin, polvo y más polvo. David andaba molesto y
eso que no vivía ahí, Cristóbal estaba contento y eso lo molestaba más.
Ya
el apartamento tomaba cuerpo con la instalación de los closets, cero
ropa regada y embalada, colocaron ventanas panorámicas y alguno que otro mueble. Ya bián pasado unas cuantas semanas.
La compra de los muebles de la sala fue un punto de honor; después de ver por todos lados, comparar precios, modelos, colores, por fin consiguieron unos perfectos, tanto David como Cristóbal estaban contentos con unos de mimbre espectaculares que consiguieron en Caucagua hacia el Oriente del país, pero, siempre hay un pero, la mamá de Cristóbal –testigo de Jehová– se mudó al mismo edificio que ellos, quería intervenir en la compra de los muebles. Y lo hizo. Ella escogió cual se compraba, cabe destacar que fueron los tres al sitio donde los vendían, David quedó relegado de la escogencia y no omitió opinión.
La compra de los muebles de la sala fue un punto de honor; después de ver por todos lados, comparar precios, modelos, colores, por fin consiguieron unos perfectos, tanto David como Cristóbal estaban contentos con unos de mimbre espectaculares que consiguieron en Caucagua hacia el Oriente del país, pero, siempre hay un pero, la mamá de Cristóbal –testigo de Jehová– se mudó al mismo edificio que ellos, quería intervenir en la compra de los muebles. Y lo hizo. Ella escogió cual se compraba, cabe destacar que fueron los tres al sitio donde los vendían, David quedó relegado de la escogencia y no omitió opinión.
Una vez los muebles en la casa, cambió el panorama de todo. Ahora era un hogar, poco a poco vendrían los accesorios y sería todo (casi) perfecto.
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