–Inhala esto, despacio, por las dos
fosas.
–¿Qué es?.
–Popper, te dilata y excita.
Gonzalo inhaló, despacio y poco, para
acostumbrarse.
–¿Te hiciste bien el lavado? Hiciste lo
que te dije?
–Sí, sí. Empecemos estoy muy excitado.
–Calma esto es con paciencia, voy a
meterte todo esto–le mostró el brazo marcando con su otra mano lo que iba a
introducir; mitad del antebrazo–Pero ellos te van a coger también.
–Sí, me gusta eso, es mi primera vez
pero quiero hacerlo.
Sebastián estaba acelerado pero Gonzalo
no le hizo mucho caso, le extrañó pero siguió.
Mientras él se colocaba el guante de
latex y se untaba la mano de grasa de cocina, Carlos se acercó a Gonzalo ya con
el condón puesto, le echó bastante lubricante y comenzó a penetrarlo poco a
poco. Jóvito recorría el columpio alrededor dándole suaves latigazos. Antonio
penetraba a Carlos.
Una vez que lo penetró por completo,
comenzó a moverse con fuerza. Gonzalo estaba muy excitado y dilatado, el hombre
del látigo se detuvo y le dio más Popper.
Sebastían ya estaba listo, le pidió a
su compañero que se retirara.
Comenzó con un dedo, iba moviéndolo
internamente, luego introdujo otro y continuaba dando vueltas a ambos dedos.
Gonzalo gemía y se retorcía lo que podía pues estaba encadenado. Jóvito le
agarró la cabeza echándosela hacia atrás para introducirle su pene en la boca.
Ya llevaba cuatro dedos, mientras
Gonzalo seguía con el sexo oral ahora con Carlos, Jóvito penetraba a Sebastián
mientras este se disponía a introducir muy lentamente el puño.
–Empuja un poco más y te detienes.
–¿Para qué? No se ha quejado.
–El guante se puede romper con la grasa.
Saca la mano y sigo yo. Yo me pongo ahora el guante.–Decía Antonio–.
Así hicieron, ahora Antonio se colocaba
el guante y se ponía grasa. Sebastián penetraba a Gonzalo y Carlos le
introducía el pene en la boca. Jóvito usaba el látigo con todos. Volvió a darle
Popper.
–No le des más coño–Decía Sebastián–.
–Sí, dame más, quiero.
Antonio se disponía a seguir con el
fisting. Volvió a comenzar con un dedo pero esta vez lo hizo más rápido hasta
llegar al puño. Gonzalo se quejaba pero pedía que no pararan. Sebastián ahora
estaba en la cara de Gonzalo.
Jóvito penetraba a Antonio que ya había
introducido la mitad del puño. Carlos untaba más grasa en el ano y en la mano de
Antonio.
La mano de Antonio estaba dentro de
Gonzalo que estaba ido, sonreía mientras jugaba con el pene de Jóvito. Con la
mano adentro iba poniendo los dedos juntos para seguir penetrando.
–Voy a sacar la mano Gonzalo, relaja.
Ponte el guante ahora tú y sigue–Le dijo a Sebastián–.
Mientras hacían el cambio, Jóvito
penetraba a Gonzalo que tenía el ano totalmente dilatado.
–Sácalo, que ahora voy a meterle todo
esto.
En cada rotación iban tomando
fotografías. Sebastián introdujo de una vez su mano y comenzó a empujar, ya
pasaba de la muñeca. Gonzalo gemía mientras seguía con el sexo oral con los
tres compañeros que iban rotándose. Sebastián ya no iba despacio, empujaba cada
vez más su brazo hacia adentro. Unos minutos más tarde tenía la mitad de su
antebrazo dentro de Gonzalo.
–Este hombre se pegó una volada, ya voy
a llegar al codo y quiere más.
–Dale, mientras no se queje.
Sebastián llegó al codo y seguía
empujando. Gonzalo comenzó a sacudise de manera extraña pero los demás no le
hicieron caso, hasta que se tensó y mordió el pene de Jóvito que este lo sacó
de inmediato de la boca. Sebastían sentió como su brazo lo apretaba el
interior.
Gonzalo convulsionó y quedó quieto, no volvió
a moverse. Sebastián retiró su brazo y no reaccionaba.
–Quítale las cadenas y lo bajamos.
Lo colocaron en el piso, le dieron unas
cachetadas y le dieron primeros auxilios para reanimarlo. No pasó nada. No se
movió. Gonzalo había muerto.
–Yo me voy de aquí, este peo no me lo
calo.–Dijo Jóvito–.
–Aquí nadie se hace el leso, en esto
estamos todos, vamos a relajarnos y pensar.
–Vamos a llamar a la policía.–Dijo
Jóvito–.
–¡Cállate! ¿Se
te pelaron los alambres? Esto lo resolvemos aquí.
Y comenzaron a
resolver. Consiguieron varias bolsas de plástico y teipe plomo. Envolvieron el
cuerpo sin quitarle el arnés. Eran las cuatro de la mañana y tenían que
deshacerse del cuerpo antes del amanecer. Sebastián y Antonio se llevarían el
cuerpo en el carro de Sebastían. Carlos dejaría el carro de Gonzalo en algún
lugar abandonado, Jóvito lo seguiría en su carro para luego darle la cola a su
casa.
Justo antes del
amanecer Antonio y Sebastián abandonaban el cuerpo en los terrenos del antiguo
simulador de vuelos de la empresa estatal de aviación. Dejaron el cuerpo al
lado de unos escombros. Se montaron en el carro y se fueron.
Carlos llegó a un
descampado abandonado en una zona lejana del oeste de la ciudad, le temblaba el
cuerpo. Estacionó el carro, revisó la guantera buscando algún documento del
carro pero no había nada, solo un par de billetes de 100 que cogió y se los
metió en el bolsillo. Cerró la puerta y se llevó las llaves.
Jóvito lo llevó a su
casa. Antes de llegar lanzó las llaves al rio Guaire.
Antonio se fue a
Colombia el lunes a primera hora, Carlos recién comenzaba vacaciones y se fue a
Cumaná. Jóvito se escondió en casa de un amigo en un barrio por varias semanas.
Sebastián llegaría a
su oficina el lunes como cualquier otro día
El cadáver se había
deslizado por una pequeña colina, al llegar al suelo se rasgó la bolsa y salió
un brazo, en el dedo de esa mano había un anillo.
Dentro del carro de
Gonzalo se quedó la cámara y el bolso de Carlos.
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