Estando en Madrid decidían si
ir a Barcelona o a París cinco días y listo, regresar a Caracas. Comparando
precios salía para ese momento más económico París.
Como
no tenían mucho dinero decidieron pedirle prestado al tío de David, el mismo que le pagó el pasaje, que
luego ya le devolverían. David le lanzó la papa caliente a Cristóbal para
pedirle el dinero al tío, algo que le molestó y mucho pues no era ni
remotamente familia…pero bueno lo hizo y el tío dio el dinero con la
esperanza de ser devuelta en los próximos meses.
El hotel en París era del siglo XIV, pero al parecer esos hoteles viejos tienen caché pues
alguien muy famoso se hospedó ahí. La habitación podría tener millone de ácaros
por todos lados, la alfombra casi que era la original. Hasta bañera
había. Lo bueno es que estaba cerca de la Torre Eiffel.
El
desayuno en el hotel –estaba incluído– era de lo más frugal que se pueda imaginar: café–pésimo–, jugo, tostadas, mermelada y
mantequilla y cereal.
Los
siguientes días fueron de caminar y caminar y caminar. Conocieron la
torre, imponente, en lo más alto el frío calaba en los huesos pero subieron justo el día que había más neblina en la ciudad y no se veía nada. Recorrieron calles, barrios, iglesias, de todo. En una de las
plazas donde se colocan los “artistas” estaba uno que hacía perfiles de
la gente recortando cartulina negra, David se acercó al señor, lo embaucó y le hizo
un perfil, no estaba mal pero le cobró 15 euros por el pedazo de
cartulina negra, les tocó pagar, no pudieron librarse de eso.
Contactaron a un amigo de un amigo de Cristóbal que vive en París y les hizo un minitour de noche. Los
llevó a varios sitios y ya entrada la noche los invitó al barrio gay de
París, pero David estaba agotado y se quedó en el hotel. Cristóbal y el
amigo si fueron.
Luego de unas cuantas horas que Cristóbal no llegaba, David empezó a
desesperarse, no durmió, lo llamaba al celular y nada. Estaba muy molesto. Al rato llegó y el regaño que le esperaba a Cristóbal fue grande. Discutieron,, se
fueron a dormir molestos, al día siguiente hablaron y se calmaron las
cosas. Regresaron a Madrid a terminar de conocer y despedirse de la
gente.
Después de este viaje la relación comenzó su descenso irremediablemente.
Luego de un viaje como este, las parejas regresan más unidas o irremediablemente destinadas a la culminación... De vez en cuando es bueno hacerlos para saber si vale la pena seguir invirtiendo tiempo
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