viernes, 7 de octubre de 2016

A QUE NO TE ATREVES 5 Capítulo cinco


Muerte lenta.



–<<Pon los resultados lo peor que puedas, sin que sea un desahuciado claro. Y bueno, los mios normalitos, que salga que tengo la vaina esa pero nada grave, aquí el jodido es él. Ok, gracias, los busco ahora>>.

Cerró la llamada y regresó a Emergencias a ver a Adolfo.



–Llamé a tu mamá, debe estar por llegar.

–¿Por qué lo hiciste? No quiero que me vea así.

–Porque es tu madre y alguien tiene que saber de ti.

–Ellos no quieren saber de mi, no quiero que mi mamá me vea así, la visitaré otro día por favor dile que estoy bien pero que no entre.

–Ok.



Jorge esperó a la madre de Adolfo fuera de la emergencia. Cuando llegó la señora le repicó.

–<<Ya la vi, aquí estoy>>. -Levantó la mano para que lo viera.



–Hola señora ¿cómo está?

–Angustiada ¿dónde esta mi hijo? Quiero verlo.

–Me temo que no va a poder entrar. Adolfo me dijo que no quería verla. Guarda mucho rencor hacia usted y su padre, “los odio” fue lo que me dijo, de hecho se molestó cuando le dije que me comuniqué con usted.



La madre de Adolfo se puso a llorar y se abrazó a Jorge que se sonreía al ver que su plan marchaba a la perfección.

–Yo te conozco, ¿eres…el novio de mi hijo? Tu estudiabas con él, claro. Muchas veces discutí con tu madre por los problemas con mi hijo que se metía contigo, te molestaba.

–No soy el novio de su hijo señora y no, no me molestaba, me acosaba, me atormentaba todos los días mientras estaba en el colegio, me hizo la vida un infierno cuando niño.

La mujer se sentó en una silla. –¿Pero no entiendo, porque estás aquí entonces si en tu comentario y tu cara todavía hay odio?

–Ahora trabaja para mi y está viviendo conmigo, yo no soy rencoroso ni mala gente, la está pasando mal y lo estoy ayudando, creo que la vida se está encargando de darle un escarmiento.

–Mi hijo no es malo Jorge, era un chico como cualquier otro que se burlaba de todos.

–Abusó de mi junto a sus compañeros, me sodomizaron. ¿Cree que su hijo es bueno?

–No puedo creer esas cosas que me dices. Quiero ver a mi hijo.

–NO quiere verla. -Jorge la sostuvo fuerte del brazo. –Es mejor que se vaya a su casa y yo le informo de su estado. Pero él está bien ahora.

–¡Me haces daño! Quiero saber de su enfermedad, eso le puede complicar lo otro ¿no?.

–No sé imagino que si, yo soy nuevo en eso, su hijo me infectó.

La mujer comenzó a llorar y Jorge la acompañó al carro.

–¿Quiere que la lleve a su casa?, creo que no está en condiciones de manejar.

–Gracias hijo, voy a hablar con mi hijo sobre todo esto.



Jorge comenzó a pensar que hacer para que la madre de Adolfo no contara todo y se descubriera lo que oculta.

–Señora, no hable con su hijo de ese pasado, ya lo que pasó dejémoslo allá, no quiero remover eso, él no lo ha hecho, no lo haga usted, ahora su hijo necesita tranquilidad y paz que yo le daré, cosa que ustedes no quisieron en el momento que él más lo necesitó.

Volvió a llorar pero le agradeció a Jorge haberla traído a su casa.

–Mi hijo es bueno Jorge, lo que haya hecho antes no lo hace una mala persona, es bondadoso, ayuda a sus amigos, ama a su familia, lo que queda de ella, es trabajador y fue buen alumno, cuídalo.

–Lo haré, tranquila.



Tomó un taxi de regreso a la clínica pero antes pasó por el laboratorio a recoger los exámenes de ambos. Mientras salía de ahí pensaba en lo que le dijo la madre de Adolfo.

Buena persona ja, si supiera lo que me hizo, no sabe ni la mitad de lo que fue capaz su buen hijo de hacerme, vieja del coño.



Adolfo estaba sentado en el pasillo que va a Emergencia, ya le habían dado de alta y se quedó esperando a Jorge que llegó directo al pasillo.

–Disculpa, llevé a tu mamá a casa, no podía manejar en el estado que estaba.

–¿por qué, qué le pasó?

–Es que quería entrar a verte como sea y como me dijiste que no querías verla le tuve que decir que no la querías ver, que estabas lleno de odio hacia ellos y no querías saber de ellos.

Adolfo se puso a llorar y abrazó a Jorge.

–En estos momentos solo te tengo a ti Jorge, mis amigos me dieron la espalda, solo tú estas conmigo ayudándome y siento una vergüenza cada vez que te veo a la cara y sé que por mi culpa también tienes VIH.

Jorge no pudo aguantar y sus ojos se aguaron y volvió a abrazar a Adolfo, cerró los ojos y corrieron por su mejillas las lágrimas retenidas, unos segundos más tarde se apartó y le entregó los resultados.

–Busqué los exámenes, aquí están los tuyos.

–¿Cómo salieron?

–No sé, desconozco esto, vamos a buscar un infectólogo o algún médico que sepa aquí, ven, ¿puedes levantarte?

–Si.

Se acercaron a la recepción para averiguar de algún médico infectólogo.

–Disculpen yo soy Infectólogo, ¿en que puedo ayudarlos?

–Tenemos unos resultados y unos exámenes del VIH -Le hablaban en susurro –Queremos saber que tal están.



Reviso primero el de Adolfo, se quedó mirando fijo el papel.

–¿Pasa algo doctor? –Dijo Adolfo.

–El médico arqueó las cejas y apretó los labios.

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