Descarado.
–Así que te tiraste a Carmelo. -Le decía Darío a Rogelio mientras
subían de la playa
–¿Vas a seguir? Eso fue hace tiempo.
–Pero estabas conmigo.
–¡Tú si eres arrecho! Casado con la pajúa esa y me vas a decir eso.
Jajaja no me jodas.
–El guebón ese es bisexual.
–Obvio Darío.
–¿Y que tal te cogió? ¿mejor que yo?
–No te voy a contestar esa pregunta tan estúpida. Además tú te
arrechas por algo que pasó hace años y hace un rato estabas de risas con mi
amigo, que te tiene ganas y por lo que veo a ti no te desagrada si se te
resbala.
–Bueno, si tú tiras por fuera yo también lo haré.
–Divórciate de Bertha y se acaba esta vaina.
Llegaron al apartamento, ambos molestos, pero al cruzar la sala Darío besa
a Rogelio.
–No quiero estar arrecho contigo Rorro, vinimos a hacer el amor,
quiero estar bien contigo.
–Aquí me tienes, hazme el amor.
Se fueron al cuarto mientras iban besándose.
Bertha estaba en el taxi en una cola mirando por la ventana y pensando
lo que le dijo Carmelo. <<¿Tú sabes que Darío es gay verdad?. Es bueno
que lo sepas.>>
Cerró los ojos recordando el sexo oral que le hizo Carmelo, volvió a
erizarse y sentir como se mojaba. Bajó su mano a la entrepierna y se dio cuenta
que no tenía la parte de abajo. Se sonrió.
Ambos desnudos, seguían besándose, rodaban de un lado a otro por la
cama. Rogelio besaba a Darío por todos lados y le daba ligeros mordiscos hasta
que bajó hasta su pene y se lo metió enla boca mientras le halaba los
testículos. Darío le halaba el cabello a la vez que le empujaba la cabeza para
que siguiera con el sexo oral.
Rogelio se lo sacó de la boca escurriéndole saliva por la comisura de
los labios mientras que unos hilos quedaban en el aire.
–Quiero que me lo metas ya. -Se echó saliva en la palma de la mano y
se la pasó por el culo. Se sentó sobre el pene mientras iba introduciéndolo
poco a poco. Darío observaba como entraba y se veían a los ojos.
–Te amo Dario, te amo. -Se agachó y lo besó.
–Te quiero mi Rorro. –Volvieron a besarse.
–Dime que me amas, dilo. –Darío no respondió y lo sujetó firmemente
por la cadera y empujó hacia abajo penetrando por completo a Rogelio que pegó
un grito y cerró los ojos.
Rogelio se dio la vuelta dándole la espalda y comenzó a moverse
hasta que Darío se levantó poniéndolo en 4 sin sacarle el pene.
–Te quiero acabar adentro.
–No, no, en mi boca.
Darío retiró su pene. –Voltéate -le dijo y derramó su semen en la boca
de Rogelio que iba tragando para luego besar a su amado y masturbarse mientras
Darío le hacía sexo oral hasta que también se descargó.
Bertha llegaba a su Urbanización, le iba indicando al taxista donde
dejarla. Se bajó del carro y le pagó al taxista.
–Señorita, tápese bien que el vestido es transparente y se le nota todo,
disculpe el atrevimiento. -Bertha se colocó el bolso frente a ella y le pagó.
Darío y Rogelio salían de la ducha. –Busca dos yogures en la nevera y
tráetelos. –Le dijo a Rogelio.
Se tumbaron en la cama desnudos comiendo el yogurt y viendo la
televisión.
Bertha entró al apartamento abstraída, en su cabeza sólo estaba
Carmelo y en su rostro una sonrisa que no se iba nunca. Dejó el bolso en el
sofá y se fue a la habitación. Tomo el pomo y lo giró a la derecha, al abrir ve
a Darío en la cama desnudo, su cara cambió, la sonrisa se fue y ahora era una
expresión de fastidio.
–¿Qué haces desnudo? ¿Y esta ropa?
–Mi amor, de Rorro, se está duchando para irse.
–¿Y por qué no te pones algo? ¿por qué tiene que verte desnudo?
–No va a ver algo distinto mi amor, deja la quejadera que estamos
relajados. ¿Tú que haces sin medio traje de baño? ¿Te viniste desnuda?
Unos segundos de silencio.
–Me lo quité porque me incomodaba.
–Aaaah, ok.
Rogelio salía del baño. –Bueno Darío me tengo que ir que es tarde,
coño Bertha llegaste.
–Si, llegué Y tú te vas ¿no?
–Si, hice lo que tenía que hacer y me voy.
–¿Y que viniste a hacer?
–Usar la computadora.
–Bueno, me salgo para que te vistas, ponte algo Darío.
–Maaaaarico, menos mal que escuchaste la puerta, yo no escuché nada.
–Shhhh, que te va a oir, debe estar pegada a la puerta.
Rogelio salió del cuarto para irse, se encontró con Bertha.
–Tú no me engañas maricón, yo sé a que viniste.
–Y yo se a que fuiste a casa de Carmelo, zorra, eres tan zorra
que que dejaste el traje de baño allá ¿verdad?.
Una cachetada cruzó la cara de Rogelio.
–Como sabes que tengo razón, con esa cachetada me respondiste. Yo vine
a usar la computadora.
–Viniste a tirar con mi esposo, puta barata.
–Quédate con la duda. ¿verdad que tira rico Carmelo? ¿o te durmió y no
te enteraste? Sigue tirando con él que te va a enseñar varias cositas de lo que
le gusta.
Salió del apartamento.
Bertha entró a la habitación.
–No soporto a tu amiguito.
–Voy a buscar agua, ¿quieres?
–Si mi amor, vengo sedienta.
Darío salió y revisó el bolso de su esposa y no estaba el traje de
baño.
–Lo sabía, estos tiraron.
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