Una mentira da patas cortas.
Néstor cargó a Calixto para llevarlo a su
vehículo, dejando el del muchacho en medio de la calle, lo tumbó en el asiento
de atrás y s fue rumbo a la clínica.
Llamó a la tía de Calixto y también llamó a su
esposa para contarle.
Estaban dándole los primeros auxilios en la
Emergencia, luego entraría a quirófano, la bala entró en el pecho y rozó el
pulmón derecho, estaba delicado y necesitaba mucha sangre.
Néstor no hacía más que caminar de un lado a otro,
se pasaba las manos por la cabeza echándose hacia atrás el cabello, estaba
sudando y se secaba con su mano para luego secarse en el pantalón.
Media hora después llegaba su esposa y sus hijos.
–¿Qué pasó Luis?
–Lo atracaron en el carro, yo iba detrás de él,
habíamos tenido una discusión y se fue del café donde estábamos.
–¿Y dónde fue eso?
Néstor no respondió al momento, dudaba si decir que
estaba en el centro de la ciudad donde casi nunca va.
–En el centro, en un café.
–¿Qué haces tu por esa zona tan lejos?
–Me veía con Calixto ahí para que nadie nos viera
juntos y sospecharan algo.
–¿Algo como qué?
–No sé Virginia, no sé, ahora no tengo cabeza para
eso.
–Ahora que tenemos un hermano nuevo, se nos va a
morir.
–¡NO HABLES ASI NIÑA! Calixto no se va a morir.
–Mamá, estás defendiendo mucho a ese bastardo.
–Néstor le dio una bofetada a su hijo al escuchar eso.
–¡Que yo no te vuelva escuchar hablar así de
Calixto! Respétalo.
–No me da la gana, así se a mi hermano papá, él me
engañó, no me dijo nada, no tengo porque tener contemplaciones.
–Tuviste sexo con nuestro hermano, que retorcido eso
Diego. –Le susurró su hermana cuando se acercó a él.
–Cállate, no quiero recordar eso.
Mientras esperaban noticias de Calixto llegó la tía,
al ver la habitación que le dieron preguntó.
–Disculpe ¿esta es la habitación de Calixto?
–Si, pero no lo han bajado sigue en el quirófano.
¿usted es familiar?
–Soy su tía, él vive conmigo, ay ya le avisé a sus
padres.
–¿Perdón? ¿sus padres? –Virginia la vio con cara
de no entender lo que le había dicho.
–Si, viven en Valencia.
Virginia cerró los ojos y sentía como la sangre se
le subía a la cabeza. –Permiso señora, si quiere deje sus cosas en la
habitación.
Se fue a buscar a su esposo para que le explicara,
cuando lo vio llegaba el médico.
–Doctor ¿cómo está el muchacho?
–¿Ustedes son los padres?
–No. -Interrumpió Virginia. –Están en camino, vienen
de Valencia, pero aquí está una tía, ya la busco.
Virginia se regresó a la habitación y Néstor se
quedó con el médico pero su rostro estaba pálido, al escuchar lo que dijo su
esposa, se petrificó y tuvo un mareo, el médico le hablaba pero no pudo más, se
desvaneció cayendo al piso.
Los hijos de Néstor salieron corriendo a ayudar a su
padre mientras el médico lo levantaba y lo montaban en un camilla que ya habían
traído.
Virginia regresó y no vio a nadie.
–Que raro, ni mis hijos ni el doctor están.
–Señora, su esposo está en emergencia, se desmayó. -Le
dijo una de las enfermeras del piso
Se acercó a la cama donde estaba el esposo, que
apenas abría los ojos. Se agachó. –Luego me vas a explicar como es eso que
Calixto tiene papá y mamá y no eres tú precisamente.
Néstor comenzó a llorar, sus lágrimas corrían a los
lados de la cara.
–¿Por qué me engañas? ¿Por qué tantas mentiras? ¿Qué
hay detrás de todo esto? ¿Qué me estás ocultando? ¡Dime! ¡Dime!.
–Señora tiene que salir de la emergencia, hay mucha
gente y necesitamos espacio, por favor.
Virginia salió y también comenzó a llorar mientras
se alejaba y subía al piso de las habitaciones para verse con sus hijos.
–Su padre nos ha engañado.
–Ya lo sabemos mamá, ahí están los papás de Calixto.
-Virginia volteó a verlos y comenzó a llorar de nuevo, pero se acercó.
–Yo me voy a ir, no tengo nada que hacer aquí, chao
hermanito.
–Buenas tardes, ¿ustedes son los padres de
Calixto?
–Buenas tardes, si ¿saben algo de él? Quiero verlo,
estoy angustiada mi niño.
–Esta en quirófano, está delicado pero estable, la
bala rozó un pulmón y eso dificulta las cosas.
–A Dios mio, quiero ver al doctor.
–Yo lo busco mi amor, quédate aquí.
–¿Y usted quien es? ¿Conocen a mi hijo?
–Soy la esposa de su profesor de la universidad.
–¿El profesor Néstor?
–Si.
–No sabía que estaba casado, pensé…disculpe.
–¿Pensó qué señora?
–Nada, nada, me confundí.
–¿Su hijo es homosexual?
La mamá de Calixto levantó la mirada y vio fijamente
a los ojos a Virginia.
–Si…
–¿Mi esposo y su hijo…son ¿amantes?
–La mujer tragó saliva y afirmó con la cabeza
poniendo cara de pena.
Virginia le fallaban las piernas y tuvo que
sentarse, se volvió a levantar y no pudo aguantar el cólico que le dio y vomitó
en pleno pasillo. Se le bajó la tensión.
Diego se
acercó y pidió ayuda a unas enfermeras.
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