Guerra de Cuaimas 2.
–¡Ay Joaquín me asustaste!
–Desde la orilla se ve una vaina rara y no sé que pensará tu esposa.
–Sal Rorro, ve al toldo. -Le dijo Darío.
Rogelio salió del agua dejando a Joaquín y Darío solos.
–¿Tú no te cansas de estar metido entre nosotros? Miles de playas
cerca de la ciudad y justo vienes a esta. ¿qué te crees, que me como el cuento
que es casualidad?. Entiéndelo de una vez Darío no es tuyo y no va a ser tu
marido nunca en la vida.
–No chica, no es casualidad, vine porque sabía que estaban aquí. Tu
marido mientras me coge me dice que me quiere y quieres estar conmigo.
Una cachetada que le volteó la cara a Rogelio y le dejó la mejilla
roja, poniéndose la mano sobre esta.
–Como te arrecha escuchar la verdad. Tu matrimonio es una farsa y en
algún momento se te va a desmontar tu “matrimonio feliz”
–Eso ni lo sueñes cariño, Darío me ama y me lo demuestra cada noche en
la cama.
–Cuando se le llega a parar, sólo le sucede conmigo.
Otra cachetada cruzó la cara de Rogelio.
–Tú vuelves a pegarme y me voy a olvidar que eres mujer.
–Bertha, ¡Hola! ¿cómo estás? Que sorpresa?
Al ver al hombre, Bertha se le dibuja una sonrisa en la cara y se pone
nerviosa. Internamente siente como algo baja estrepitosamente por su vagina.
Rogelio voltea a ver a la persona que la saluda.
–¿Carmelo?
–¡Rorro! ¿cómo estás? Coño que de tiempo sin saber de ti.
–¿Qué más chamo? ¿Tú la conoces?.
–Si ella es mi contadora. –Bertha se levanta y lo abraza, su piel
erizada la delata delante de Rogelio.
–Quédate aquí con nosotros.
–Déjame dejar esto aquí y comprar una cerveza que estoy sediento,
¿quieren algo?
Ambos responden afirmativamente y Carmelo se va al kiosko.
–Mi amor pero te pusiste como una sedita cuando lo viste, debes estar
mojadita.
–¿Tú de dónde lo conoces?
–Me lo tiré hace años.
–Tú si hablas tonterías, para ti todo el mundo es gay, mi esposo,
Carmelo. ¿tú papá también?
–Es bisexual, Carmelo es bisexual mamita y por tu cara tienes ganas de
tirártelo y ya lo hiciste.
Rogelio atajó la mano de Bertha en el aire antes que le diera otra
cachetada.
–Para que veas que no soy tan malo, ¿tú estás clara de los gustos
particulares de ese carajo?
–¿De que hablas?
–Pregúntale que le gusta, a ver si te dice. Es médico forense, trabaja
con muertos, ahí te lo dejo. -Salió del toldo y se fue a caminar.
Saliendo del agua, Joaquín detuvo a Rogelio.
–Tu amiguito está bien bueno. Me preguntó si tú y yo éramos novios y
por supuestto le dije que estaba soltero. Muy agradable.
–Olvídate que te lo vas a tirar.
–¿Por qué no?
–¡Porque no!
–Por su actitud él también quiere estar conmigo.
Rogelio discutió con él y luego lo dejó en la orilla y se fue a buscar
a Darío que seguía en el mar.
–Acaba de llegar un carajo que conoce a Bertha, dice que ella es su
contadora.
–¿Quién es?
–Carmelo.
–¿¿Y ese tipo que hace aquí?? Verga.
–¿Qué pasa?
–Ese tipo se quiere coger a Bertha si es que ya no lo hizo.
–Bueno…si no lo ha hecho debe estar a punto, tu mujercita apenas lo
vio parecía una fábrica de gel.
–¿Qué hablas?
–Mijo que se mojo toda, lo vio y se emocionó, tenías que verla, se erizó
y todo.
Darío comenzó a salir del agua y Rogelio lo detuvo.
–¿Qué vas a hacer?
–Ponerle un parao a eso.
–¿Qué te pasa? Déjalos, es perfecto que hablen a solas, así tenemos
chance tú y yo de estar juntos.
–No entiendes un carajo, ¡es mi esposa coño! No voy a dejar que un
carajo me sople el bistec.
–Ah vaina bien bello pues, ahora me salió el marido ofendido. Casado,
me coges a mi y te preocupa que hace tu mujer, ¿no te preocupa lo que piense tu
mujer de ti y de mi?.
–No, ella no sabe nada de lo nuestro.
–Ay Darío, por favor. Anda, ve a cumplir con tu rol de macho cornudo,
ve.
Cuando Darío llega al toldo se encuentra a Bertha con Carmelo, ambos
riéndose y ella le tiene una mano en el muslo.
–Hola Darío ¿cómo estás?
–Hola, bien Carmelo ¿y tú?
–Bien, aquí sorprendido de encontrarlos aquí, toma, esta cerveza se la
compré a Rorro pero no sé donde se fue.
–¿Rorro? ¿lo conoces?
–Si vale, hace mucho tiempo.
Darío volteó a ver donde estaba Rogelio que ya llegaba al toldo.
–Mi amor, de aquí de la playa me voy con Carmelo a su casa a resolver
varios puntos urgentes. Yo creo que me ducho en los baños de aquí y me voy con
él.
–Yo puedo llevarte luego a su casa.
–No amor, así no perdemos tiempo, tranquilo que no será mucho tiempo.
Darío se le notaba molesto, aceptó la propuesta de su esposa y
volteó a ver a Rogelio.
–¿De cuándo acá alguien que no sea yo te llama Rorro? ¿tú estuviste
con Carmelo?
–Vaya, se despertó el macho cabrío defendiendo a la mujer y al amante.
Hace años tiramos y le dije que así me llama mi mejor amigo, le gustó y ahora
me llama así él.
Darío cerró los ojos y puso su mano en el lateral del cuello de
Rogelio haciendo presión.
–No te pases de listo conmigo Rorro.
–Me encanta cuando te pones de mala leche y se te sale la arrechera
por los poros. Hoy en la tarde me coges en tu casa. Vamos a estar solos.
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