lunes, 4 de septiembre de 2017

De Repente Tú 10. Capítulo 7

Matrimonio feliz.

Luego de varios meses de trabajar en la agencia sin hacer gran cosa más que cumplir horario en su cubículo, Verónica se casó con el argentino que le ofreció trabajo en Chile. Logró su objetivo.
Aunque se casaron por capitulaciones matrimoniales, Verónica estaba feliz, solo tenía que soportar al viejo cada vez que tenía ganas de sexo.

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El hombre jadeaba y la saliva caía mientras su boca estaba muy cerca de la cara de ella. Dio dos empujones más se corrío dentro de ella para luego levantarse torpemente del piso.
Aún vestido solo con el pantalón desabrochado, guardó su pene y se acomdó el cintrón y el cierre. Su respiración estaba entrecortada, su camisa y frente delataban el calor que tenía. Se pasó la mano por la boca para limpiarse.

–Mientras no hagas caso eso te va a suceder, no colaborás conmigo. Cuando te digo que quiero sexo me obedecés.
Verónica estaba tirada en el piso, con la flda enrrollada en la cintura y la pantaleta rota En su cara se veía un morado en su mejilla que subía al ojo a consecuencia de un golpe que le dió su esposo. Su cuello delataba signos de violencia. Lloraba.

Él se fue al baño a limpiarse. La encerró con llave en la habitación, la dejó como siempre sin teléfono ni celular y se fue al trabajo.

Se levantó del piso, estaba adolorida. No era la primera vez que recibía una brutal golpizay la violaba. Llevaba varios días encerrada y drogada pero esta vez a su esposo se le olvidó cedarla.

Sin limpiarse ni lavarse, ya de pie comenzó a dar golpes en la puerta y gritaba. Se fue a la ventana, tomó una lámpara de pie con la base ancha y de metal y rompió de un golpe el vidrio, laleampara cayó al vacío y comenzó a gritar.

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Verónica estaba sentada en una pequeña silla, se cubría con sus brazos mientras tenía una cobija que la tapaba por el frío. Los exámenes forenses fueron extenuantes y avergonzantes pero necesarios como prueba de lo que le hacía su propio marido.

Un pequeño esceandalo se escuchó por el pasillo. Eran 2 policías que traían a tropezones al esposo de Verónica, lo detuvieron en la oficina de su agencia.
Pasaron justo donde estaba ella.
–¡Maldita puta! –Una patada y la pequeña silla se volteó junto con Verónica que cayeron al piso. Inmediatamente otros 2 policías auxiliaron a Verónica. Que temblaba del miedo.
Una mes después Verónica retiraba del consulado de su país el pasaporte para poder regresar. Ya divorciada de su mente no se iba la imagen de exesposo gritándole “maldita puta” y la empujaba al piso. Las lágrimas no tardaban en asomarse.

Llegó a su país. Sola, nadie sabía por lo que había pasado. Simplemente llegó y fue a casa de su familia.
Sobre su espalda cargaba 10 abusos de su esposo y un aborto provocado por una de las golpizas, lo que la dejó sin poder quedar embarazada de nuevo.
Hizo algunas llamadas, buscó información en internet y salió a la calle. Sus clientes ya no eran los creadores de productos y servicios ahora era más amplio. Todo el que quisiera probar su cuerpo y desatar sus más bajas pasiones bajo un sexo salvaje que la sodomisara.

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