miércoles, 6 de marzo de 2019

VENGANZA INFINITA. Capítulo 23


ACORRALADA.

-Puntualidad, me gusta eso.
-¿Quiénes son estos? -Kimberly veía a dos hombres vestidos de negro con muy mal aspecto en el asiento de atrás de la camioneta del diputado Néstor Cermeño.
-Son mis escoltas. Están aquí por si se te ocurre hacer alguna tontería. Fuiste la última persona que vio vivo al camarada Rodolfo, llegó a la asamblea y su camioneta explotó. -Néstor la cogió por el cuello ahorcándola. -¿Quién te ayudó? ¿Quién de los escuálidos te apoyó para desaparecerlo? 
-No sé de qué me hablas. -El diputado le apretó más el cuello y uno de los escoltas le colocó el cañón del arma en la sien.
-No te vamos a matar, serías un problema muerta, los grupos Lgbt de esos que te apoyan harían escándalo y no queremos más ruido del que ahora hay. Pero vas a hacer algo por mi y no te negarás.
Kimberly temblaba y estaba sudando mientras sentía el frío cañón en su sien. Cerró los ojos y Ne
Néstor la soltó.
-El martes vamos a tener una reunión varios diputados y ministros y queremos que vayas para que seas nuestro juguetico, nuestra puta.
-¿Que pretenden que haga?
-Tú nada, ¿Sabes lo que es el Gangbang?
Kimberly tragó saliva. -Si.
-Qué bueno, así que no te tengo que explicarte. Esta es la dirección. El martes a las nueve de la noche te presentas, te vas bien limpiecita, no queremos sorpresas raras. Vamos a ser como 10 personas y estos dos matones que como se portan bien conmigo los invité, así que bueno, prepara ese culito que vas a llevar güevo parejo.
-¿Y si me niego?
-Bueno las consecuencias de tu malcriadez las pagarán tu pobre madre enferma, tus hermanitos y tu humilde casa. ¿Quieres negarte a ir a una noche de sexo?
A Kimberly le corrían las lágrimas. -¿Cuánto me van a pagar?
Néstor comenzó a reirse. -Cariño, -Le tocó la mejilla. -Esto es lo mejor de todo, no vas a recibir ningún pago, lo vas a hacer por amor al trabajo.
-Ahí estaré, me voy.
-No, no, no. Todavía no te puedes ir, mis escoltas tienen tiempo sin sexo y nunca se han cogido a una como tú. Ve al asiento de atrás para que los relajes.

Kimberly como pudo se pasó a la parte trasera, mientras cruzaba el diputado le dio una nalgada.
Uno de los escoltas se bajó el cierre para sacar su pene, mientras el otro se desabrochaba el pantalón.
-Hazle lo quieras a esos dos Kimberly mientras yo manejo y los veo.
-La chica, con todo el asco que podía sentir, comenzó a mamarle el pene a uno de los escoltas. Un pene oscuro y grueso con un largo prepucio. Olía a orina y sudor. Se lo introdujo en la boca que la sentía seca.
El otro escolta le levantó la minifalda y le arrancó la pantaleta. El pene de Kimberly colgaba flácido mientras se movía.
El hombre escupió sobre su pene y en el culo de la mujer. Néstor veía por el retrovisor mientras se masturbaba.

El escolta se arrodilló en el asiento un poco incómodo y comenzó a penetrarla.
-¿Kelvin te la vas a coger sin condón? Esa perra debe estar llena de virus.
El escolta se sonrió y la penetró sin esperar y con violencia, lo que hizo que Kimberly gritara.
-Shhhh aguanta mi amor, apenas es uno, imagínate cuando te cojamos 12. -Encendió el reproductor y puso la música a un volumen alto.
Kimberly seguía haciéndole sexo oral al otro escolta que le tenía la cabeza sujeta para que no se lo sacara de la boca.
-Te aviso cuando acabe para que no te la tragues. -Le dijo en susurro al oído.
-Gracias que considerado, ¿tú amigo hará lo mismo? Kimberly lo vio con rabia, el escolta se encogió de hombros.

Kelvin no paraba de moverse con fuerza, empujaba a la chica y a su compañero. La cogió del cabello y con la otra mano la sostenía por el hombro. Empujó duro y le acabó adentro.
Néstor hacía lo mismo, acabó sobre el asiento. Bajó el volumen del reproductor.
-¿La preñaste? Ja ja ja ah es verdad que es un machito. Mámale el güevo, creo que lo tiene más grande que tú.
-Yo no mamo güevo, no soy marico.
Kelvin retiró el pene y se acomodó. El otro escolta le tocó el hombro a la chica para avisarle, ella se detuvo y el hombre acabó en su mano.
-¿Tú eres marico? Acábale en la boca, a las putas como estas les gusta eso.

-Sáquenla del carro. 
El escolta se bajó con ella y la ayudó a acomodarse.
-Veeerga este pana la gusta el fenómeno ese.

-Toma mi número, me llamo Randy, yo no voy a ir a esa reunión es mi día libre. No voy a decirte que no vayas porque ya sabes lo que va a pasar.
-Si, vas a matar a mi familia, no confío en ti tampoco.
-Guarda mi número.
-Tú estás claro que yo soy trans, tengo pene, tengo tetas pero aún soy un hombre en la entrepierna.
Randy se sorprendió, aunque lo habían dicho en el carro no había caído en cuenta.
-Bueno, igual eres una persona, digo, este, mereces respeto, y, yo, eso que te van a hacer el martes es muy humillante, no va a ser nada placentero, esa gente estará drogada y borracha.
-RANDYYYYY DEJA A ESA PUTA Y VENTE QUE NOS TENEMOS QUE IR.
-Vete Randy, gracias.
-Ten cuidado esa noche.
Randy se fue caminando hacia la camioneta.
-Randy. -Kimberly lo llamó y este se detuvo y volteó.
-Lávate el asunto cuando tengas sexo, tu novia te lo agradecerá.
Randy se tocó la entrepierna y se encogió de hombros apenado.-Disculpa -Dijo apenas con un hilo de voz.

-¿Que tanto hablabas con la puta esa?
-Advirtiéndole lo del martes que si no iba yo mismo mataba a su mamá delante de ella.
-Coño...me salió sádico el pana. 

Kimberly se fue directo a casa de Bernardo sin avisarle. Tocó el timbre.

-Buenas noches, ¿está el señor Bernardo?
-Si...señorita...perooo, está durmiendo.
-Despiértelo por favor.
-Me ha dicho que solo lo despierte por una emergencia de sus padres.
-Entonces lo llamaré.
-Mejor, permiso. -La señora de servicio cerró la puerta dejando a Kimberly en la calle. Marcó el número de Bernardo.

Repicó varias veces y no contestó. Volvió a llamar.
--Aló Kimberly...¿Qué pasó?--
--Estoy en la puerta de tu casa, no me dejaron entrar--
--¿Qué? Ya bajo--

Bernardo abría la puerta con el pantalón del piyama sin la parte de arriba, su pene algo erecto se marcaba.
-Pasa, pasa. ¿Qué te pasó?
Kimberly se puso a llorar y se abrazaron.
-Estoy metida en un problemón.
-Te lo dije coño, te lo dije.
-Me amenazaron.
-Tranquila, ¿quieres quedarte aquí?
-¿Puedo?
-Claro, no tienes ni que pedirlo. Y de lo otro...
-Tengo que ir a una reunión con varios políticos y bueno...estar con ellos, gratis 
-Tú no vas a ir a esa encerrona.
-Van a matar a mi familia.
-Otros serán los que mueran.

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