martes, 19 de marzo de 2019

VENGANZA INFINITA. Capítulo 27


Poniendo a prueba.

Mientras la gente veía con asombro los cadáveres en la calle, Bernardo levantaba por los aires al único sobreviviente ante la mirada incrédula de la gente.
-Es el amigo de Pedro, es el amigo de Pedro. -Oliver le susurraba al oído.
Bernardo hizo que el cuerpo se retorciera en el aire para luego dejarlo caer estrepitosamente al piso.
La gente gritó y se echó para atrás, la multitud hizo que ambos también se movieran.
Hizo que todos cayeran al piso. Bernardo se elevó hasta llegar al Penthouse mientras Oliver corría hacia la entrada del edificio. Entró a su carro.

Bernardo bajó con la lista. La policía llegaba; dos patrullas se estacionaron y vieron a Bernardo que se detuvo.
-¡Ciudadano! ¿Usted nos llamó? -El policía giro la cabeza hacia la gente. Cientos de personas tumbadas en la calle.
-¿Qué coño es esto? -Sacó su arma, sus compañeros se acercaban pero antes que pudieran hacer algo Bernardo alzó los brazos y arrastró a los policías junto a las patrullas varios metros hacia atrás.
Corrió hacia el auto de Oliver.
-Maneja a toda velocidad.
Oliver estaba inmóvil, Bernardo lo arrastró hacia el puesto del copiloto y manejó él por la calle de servicio hasta desaparecer de la urbanización.

Bernardo iba a toda velocidad por la avenida solitaria, el corazón le latía con fuerza parecía que se le saldría del pecho, Oliver no decía nada, solo miraba al frente. Bernardo frena abruptamente sosteniendo el volante con las dos manos.
Comienza a reir mientras su corazón bombeaba sangre con rapidez.
-¡Lo hicimos! ¡Lo hicimos! -Vio a Oliver que también volteó a verlo y se quedaron unos segundos viéndose a los ojos.

Ambos se acercaron y se dieron un beso salvaje, se mordían, gruñían y se quitaban la camisa con prisa.
-Quiero cogerte.
-Sí, cógeme, cógeme aquí
Se desabrocharon los pantalones bajándoselos.
-Ponte en cuatro, dale ¡aquí mismo no te muevas! -Le decía Bernardo a Oliver que quería pasar al asiento de atrás.
El pene de Bernardo estaba totalmente rígido, lo tomó y comenzó a penetrarlo. El dolor le hacía gritar a Oliver que apoyaba una mano en el vidrio mientras con la otra intentaba, sin éxito, apartar a Bernardo.
Bernardo gritaba mientras veía como su pene desaparecía dentro del culo de Oliver, la abría las nalgas, sudaban copiosamente ambos, el auto estaba empañado. Tomó a Oliver por el cabello halándole la cabeza hacia atrás.
El dolor hizo que Oliver se orinara, su piel se erizaba, aunque lo estaba disfrutando. 
De repente unas luces azules y rojas se reflejaban dentro del auto de Bernardo. Unos segundos después se escuchan tres golpes en la ventana. Bernardo se detiene y pone derecha su espalda y cierra los ojos. El policía y la patrulla vuelan por los aires varios metros hasta que se escucha el estruendo.

Bernardo sigue moviéndose. Oliver no aguanta el dolor pero no dijo nada, solo gemía con dificultad, su cuerpo era un mar de sudor.
Bernardo sacaba su pene y volvía a meterlo, cada vez lo hacía con más fuerza hasta que estalló. Su semen lo descargó dentro de su novio. Al sacar el pene corría el semen por el pirineo de Oliver y llegaba a los testículos hasta gotear al asiento.
Bernardo se tumba en el asiento, Oliver arrodillado se apoya en el respaldar con la respiración entrecortada. Le dolía el culo y el resto de su cuerpo, al sentarse en el asiento siente como el semen sale de su cuerpo. Un líquido tibio se riega entre sus nalgas y piernas.

-¡Dios...que cogida! - Decía Oliver casi sin poder hablar y con los ojos cerrados.
-Y eso que estoy cansado.
-Tienes el poder de quitarte eso.
-Créeme que mis poderes no han intervenido en este acto sexual y salvaje.
Oliver se vestía a pesar de lo sudado que estaba.
-Quédate desnudo, no hay nadie.
-Eres un asesino Bernardo, yo no me voy a quedar contigo viendo cómo vas eliminando gente. Acabas de matar a un policía inocente.
-¿Inocente? Son unos corruptos, nos iba a sobornar.
-Me voy.
-Amor, es tarde, de noche y esto está muy solo, yo te llevo a tu casa.
-No, me voy caminando, no quiero estar a tu lado sabiendo lo que eres.
Bernardo respiraba agitado, su pene seguía erecto. -¿Y qué soy? Soy un hombre que te ama.
-Eres un asesino que supuestamente amas a dos personas, pretendes estar con ambas mientras continúas con tu cacería por la ciudad. -Salió del auto y comenzó a caminar.

Bernardo manejaba lentamente para ir a la misma velocidad de Oliver.
-Déjame solo Bernardo. Vete, vete, ve a buscar a la puta esa de Kimberly.
-¿Cómo te vas a ir? Este es tu carro.-Frenó y salió del auto.
-Llévatelo, yo me voy a pie. -Se acercó a Oliver, estaba desnudo con el pantalón en las manos. Su pene erecto rozaba el pantalón de su novio. Lo besó mordiéndole el labio inferior.
-¿Vas a perderte estos centímetros de placer? Son tuyos.
-Y de la puta esa.
Una fuerte cachetada le dio a Oliver.
-Frente a mí no vas a insultarla. -Se puso el pantalón y se fue caminando, Oliver entró a su auto tocándose la mejilla.

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