Débora ya había cerrado el local
y se había despedido de los empleados. Su mamá había estado durante el día
ayudándola a acomodar unos estantes. Ahora se disponía a cuadrar la caja y
limpiar un poco antes de irse a casa.
No dejaba de pensar en Alejo y
en los dos besos que se dieron la otra vez. No podía creer que alguien como él
tan distinto, se fijara en ella y además sabiendo que es transexual. Es muy dificil
conseguir una pareja estable cuando hay esa condición de por medio, sabiendo
que hay una transición que aún no se completa, pero ella quería tomárselo con
calma, a pesar de todo tenía sus reservas con Alejo, no sabía si venía con
buenas intenciones o no.
Ya había terminado con la caja
y se disponía a apagar las luces para irse. Cerró con llave la puerta de vidrio
y bajó la santamaría para colocarle los candados.
Un señor que pasaba, vecino de
la cuadra se ofreció para colocarle los candados.
–Muchas gracias señor Ernesto.
–De nada Ar…–El hombre se detuvo pues no supo
como llamarla–Disculpa, es que no sé como decirte si Arquímedes o…Débora?
–Tranquilo señor Ernesto,
dígame como quiera no se angustie por eso, muchas gracias por la ayuda–Débora
le dio un beso en la mejilla y se dio media vuelta–.
–Ten cuidado que la calle está
sola muchacha–Ernesto se puso la mano en la mejilla un poco desconcertado y
sorprendido de la belleza de Débora que conoció como hombre.
–¡Seguro, gracias!
Cuando ya estaba a unas pocas
cuadras de su casa se le aparece un hombre ente las sombras.
–¿Por qué tan rápido
mariconcito?
Débora se asustó echándose
hacia atrás, el cuerpo se le tensó.
–¿Qué haces aquí Rendel?
–Vivo aquí mariconcito.
–Déjame pasar por favor.
–¿Por qué, me vas a pegar si no
lo hago? ¿me vas a dar una cachetada o un coñazo?
Débora fue a darle un golpe
pero Rendel le aguantó la mano.
Me llegas a pegar y no lo
cuentas de la coñaza que te doy luego de violarte maricón, arranca.
Débora apresuró el paso pero
tres de los amigos de Rendel la detuvieron.
–No mami, no tan rápido, Rendel
te dejó ir pero nosotros no, anadamos muy quesúos y queremos cuquita…ay verdad que no tienes –Le tenían
una navaja en el cuello, mientras otro le metía mano por detrás–Te daremos por
el culo entonces ¿qué dicen muchachos?
–Rendel se acercó–Yo primero–
–NADIE VA A TOCAR A DEBORA. Rendel dile a tus amigos que la
suelten.
Débora estaba a punto de llorar
cuando Alejo se le acercó y la abrazó.
–Ah coño ahora eres el salvador
del maricón. ¿Ya te lo cogiste primito? Comparte chico.
–Arranca Rendel si no quieres
que te agarre a coñazos aquí.
–Ta bien primito, pero dile a
tu noviecito que no siempre vas a estar cerca.
–Ya, ya tranquila, ya se fueron
y ya estás cerca de tu casa. Verga yo iba a salir antes para buscarte e
invitarte a cenar pero me compliqué en la casa ¿Tienes hambre?
–Lo que tengo es un susto
horrible, quiero caminar un rato.
–Vamos a los chinos, te invito.
–Ok.
Llegaron a los chinos y
pidieron un arroz especial, lumpias y chopsuey. Mientras llegaba la comida, Débora le tomó
la mano a Alejo –Aún estoy temblando mira– Alejo también se puso a temblar de
la emoción de verla en ese cariñoso gesto–.
–Quédate tranquila, que yo voy
a estar a tu lado, te protegeré.
–Pero Rendel tiene razón, no
vas a estar siempre a mi lado. Tu primo me da miedo.
–Pues si tengo que reubicarme
en la calle de tu local pues lo hago.
–¿Y si lo denuncio y pido una
orden de alejamiento?
–Ja, ja, ja ¿tú crees que ese
carajo le va a hacer caso? Además ese es compinche de los policías de aquí.. si
lo denuncias es peor, deja que yo me encargue..
Débora le contaba que era la
primera vez que sentía tanto miedo teniendo cerca a Rendel y compañía. No
entendía porqué la habían agarrado contra ella. Alejo le dijo que odian a los
gays.
–Pero es que yo no soy gay, soy
mujer y me gustan los hombres–. Alejo le volvió a decir que ellos no entienden,
como muchos, hasta él mismo se incluía en esa ignorancia.–Simplemente para
ellos eres gay y te quieren joder como han jodido a otros, en el fondo son
maricos ellos también pero para todo el mundo tienen sus jevas y tal, tú sabes
como es–.
Débora quería proponerle a
Alejo asociarse con él pero prefirió dejarlo así y esperar un tiempo más a ver
que pasaba, lo que si le dijo es que quería alquilar el local de al lado para
ampliar el negocio y poner tres unidades de corte y de lavacabezas, Alejo se
ofreció para ayudarla en la remodelación cuando se decidiera hacerlo.
Terminaron de cenar y caminaron
un rato por la calle.
–Tú me gustas Débora, así sin
que me quede nada por dentro. Pero también sé que habrá un gentío que no acepte
esto y nos critique, pero tú me gustas.
–Tú también me gustas Alejo,
pero yo quiero hacerte una pregunta y quiero que seas sincero conmigo.
–Dime.
–¿Tú eres gay?
Alejo se le nubló la mente, se
quedó en blanco y no había caído en cuenta de eso, se puso a pensar, le gusta Débora pero era hombre y ahora
comienza a ser una mujer, pero ella se siente mujer y él le atrae pero como
Arquímedes solo lo veía como un vecino más. No tiene vagina, el sexo sería
anal, pero hay posibilidades de una operación para reasignar el sexo con la que
ella se identifica. A él le gustan las mujeres, pero también… entonces habló.
–No soy gay, no, para nada.
Débora se detuvo y le puso las
manos en las mejillas y lo besó.
–Esa era la respuesta que
quería escuchar–Le sonrió y volvió besarlo. Alejo le palpitaba el corazón más
de la cuenta. No sabía en el lío que se había metido.
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