Cinco de la tarde, Asdrúbal
tenía el celular en la mano. Le faltaban escasos minutos para salir de la
oficina y estaba pensando si llamar a Asier o no.
Estaba en su escritorio
archivando unos documentos del día y enviando por correo el informe diario de
las operaciones. Miraba el reloj y volvía a pensar si llamaba.
–Pero si no lo veo igual me lo tropiezo un día de estos en el metro o a
lo mejor ya no se monta en el metro sino que pide en la calle, pero bueno
también puedes quedar con él y que te explique lo que hace…está
chévere no se puede negar, ¿pero si es un estafador y lo que quiere es
estorcionarme? No, no, no, que loco ya me hubiera dicho algo al mediodía. ¿Y si
le digo para vernos? ¿dónde? Tiene que ser un lugar con gente que no le de
chance de nada, que coño estoy pensando, yo como que me voy a mi casa, total,
no lo conozco…
Ya tenía todo listo para irse,
tomó su vianda de la comida, su morral y apagó la computadora. Tomó el ascensor
y volvió a sacar el celular, cuando llegó a planta baja sonó. Era su mamá
preguntándole si ya venía a casa, le respondió que no que aún se quedaría en la
oficina un rato más ordenando unos documentos. Colgó.
Buscó en los contactos y marcó
el número de Asier.
–<<Aló>>
–<<Hola, soy yo Asdrúbal
el del mediodía, me diste tú número>>
–<<¿Cómo estás? Estoy en
el café diagonal a tu torre, te espero>>
–<<Te estaba llamando era
para decirte que no puedo verte hoy ando full en la oficina>>
–<<Aunque te sueno loco
lo que te voy a decir, no me gusta la mentira, estas con el morral y tu vianda
parado en la acera de la torre. No seas tonto es un rato nada más lo que quiero
es conversar contigo>>
–<<ok…voy para allá>>Asdrúbal se puso
rojo de la pena, se guardó el celular y cruzó la calle.
Asier Sucre, un joven de 27
años, empresario, trabaja en el negocio familiar desde que estaba adolescente.
Su familia es dueña de una empresa centenaria de productos alimenticios; Cremas
de arroz, Maizina, bebidas lácteas, chicha, bebidas achocolatadas, yogures,
etc. Soltero, gay, vive solo en un pent house en el este de la ciudad, tiene
dos hermanos.
Asdrúbal llegó al café, vio a
Asier y le dio un brinco el corazón. Se dieron la mano y se sentó. Asier se
levantó y fue a buscarle un café.
–Aquí está tu café, disfrútalo,
te compré un dulce, no te pregunté que te gusta pero bueno pruébalo. Me imagino
que debes estar preguntándote de todo; “cómo este carajo, tiene esta pinta y pide plata en el metro todo
sucio y enfermo, debe ser un ladrón, estafador
bla, bla, bla”
–Bueno…imaginas bien, no entiendo nada, pero igual no sé que hago aquí.
–Estás aquí porque te pica la
curiodidad y porque te gusto, porque cada vez que nos vemos en el metro te
quedas mirándome aunque este sucio y oliendo mal me observas. Quieres saber de
mi y te voy a contar.
La empresa de la familia Sucre,
Agustín Sucre & C. se fundó hace 100 años, una empresa pequeña que con el
tiempo fue creciendo, las riendas de la compañía recayeron en las manos del
papá de Asier, el señor Agustín. Cuando la empresa cumplió 80 años no estaba en
su mejor momento, la crisis financiera y algunos proyectos que no dieron
resultados puso a Agustín Sucre & C. a punto de la quiebra.
A pesar que ellos tenían dinero
para vivir, la empresa no y necesitaban inyectar mucho dinero. Los bancos no
estaban dando créditos y la imagen de la empresa estaba de capa caída. El padre
de Asier no quería vender el legado de su abuelo.
La madre de Asier se le ocurrió
una descabellada y estúpida idea, que su esposo aprobó de inmediato: Poner a la
familia a pedir dinero en la calle. Serían los cinco miembros de la familia que
saldrían a la calle a buscar dinero, sea como sea. Y así hicieron, pedían plata
en las esquinas, en los autobuses, en el metro, en los parques, vendían
cualquier cosa, se robaban las propinas en las areperas y restaurantes, robaban
productos en los supermercados y farmacias y las vendían, todo, todo para
reunir dinero.
Las ganancias de los primeros
meses fueron para cubrir gastos personales y del hogar pero poco a poco y
gracias a la bondad de la gente cada semana tenían más dinero y así por 20 años, volvieron
a reflotar la empresa y aún siguen pidiendo dinero en la calle.
–¿Y tú piensas que yo te voy a
creer esa historia?
–Sí, de hecho te la creíste –Era
cierto, Asdrúbal estaba fascinado con la historia, quería saber más–.
–Pero…¿no te parece un poco deshonesto haber hecho eso? Quitarle el
dinero a la gente para beneficio de una familia y una empresa. No es muy honrado
eso.
–No, no es muy honrado pero
tampoco asaltamos a nadie ni robamos a punta de pistola. No me estoy
justificando, pero crecí viviendo de esa manera, yo tenía 6 años, pero con eso
pagaron mis estudios y fui a la universidad por un año, luego me retiré para
trabajar a tiempo completo en la empresa.
–¿Pero cómo conseguían tanto
dinero? Eran apenas cinco personas.
–Trabajabamos 12 horas, a veces
hasta 18 horas seguidas, durmiendo a ratos, fueron tiempos duros pero luego nos
acstumbramos y nos turnábamos.
–¿Y cuánto recolectaban diario?
–No sé, pero lo suficiente para
pagar deudas pequeñas, poco a poco ibamos ahorrando para solventar problemas
financieros de la empresa.
–¿Y ahora? Para que sigues
pidiendo plata?
–Me gusta, me divierto y
seguimos sacando bastante dinero.
–No puedo creer lo caradura que
eres, es increíble ¿y tú piensas que voy a seguir hablando contigo? Han levantado una familia y una empresa a
costillas de los demás pero de la forma más descarada
–No te quito razón…
Asier le explicó que su padre
creó una fundación para ayuda a la infancia y promover el deporte, como una
forma de retribuir todo lo “malo” que pudieron haber hecho en esos 20
años y que aún hacen. Su empresa tiene convenios con empresas Caruao para juntos
fomentar el deporte en los barrios.
–No me vengas con ese discurso
que están ayudando a los niños para justificar lo que han hecho. Ahora ¿para
qué me contaste eso? Si no nos conocemos, puedo salir ahora y contar todo esto
a todo el mundo.
–Es tu palabra contra la mía.
¿Quién te va a creer? Y te lo conté porque tú también me gustas y de hace
tiempo.
Asdrúbal se levantó para irse
pero Asier lo detuvo, pagó los cafés y el postre y le pidió que lo acompañara
al carro, hasta le ofreció la cola.
Llegaron al estacionamiento. Un
carro del año, Asdrúbal lo vio y le entró una total indignación.
–¿Sabes qué? Vamos a dejarlo
hasta aquí, esto me parece una locura.
Asier agarró del brazo a
Asdrubal, lo acercó a él y lo besó en la boca. Unos segundos después se
separan.
–¿Esto también te parece una
locura?–Lo invitó a subirse al carro para darle la cola a su casa pero Asdrúbal
se negó prefirió irse en el metro.
–Como quieras, espero tu
llamada para almorzar juntos.
–Anda pal coño–Asdrúbal se dio
media vuelta y comenzó a caminar–.
Asier se sonrió y se montó en
su carro, le pasó por un lado a Asdrúbal.
–Mañana martes no puedo al
mediodía, yo te paso buscando por la torre y te invito a cenar, eso sí, llámame
para confirmar.–Asdrúbal no volteó, Asier aceleró y salió del estacionamiento.
–Imbécil y además sobrao con su
carrote que se lo compró con los reales de nosotros porque yo también le di
dinero varias veces.
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