Débora y Alejo
Alejo estaba apenado por lo que
había pasado la otra vez en el salón de belleza de Débora, la muchacha
transexual dueña del local famoso en el barrio, tanto por su buen servicio como
por su dueña.
Estaba decidido a ir al salón
nuevamente y pedirle disculpas llevándole unas flores, en eso suena el timbre
de su casa.
–YO ABRO–Gritó Alejo–.
Era su primo. Lo estaba
invitando para ir en la noche a fastidiar a Arquímedes–como todavía le decía
el grupo que siempre fastidia a Débora–Pero Alejo se negó nuevamente, no era la
primera vez que lo buscaban para hacer eso.
–Ah vaina a ti como que te gusta el maricón ese, eres
el único que le dice Débora –Alejo le dio un empujón y su primo, Rendel, le dio
un golpe en el hombro y se abrazaron para forcejear pero todo en broma, hasta
que se soltaron.
–Entonces, ¿te vienes?
–¡No coño! Dejen de fastidiar a
la chama que está trabajando honestamente vale.
–Ay mariquito, jódete, nos
vemos en la noche pa´ unas birras, mándale la bendición a mi tía..
Rendel se fue y Alejo fue a cambiarse la
camisa y buscar dinero.
Llegó a la planta baja del
edificio y se detuvo a pensar donde podría conseguir flores cuando ya eran casi
las seis de la tarde. Se fue a caminar pero la floristería que conocía ya
estaba cerrada, decidió comprar unos bombones en el abasto de la siguiente
cuadra. Tenía que caminar otra cuadra más para llegar al salón de belleza.
Llegó al local pero ya estaba
cerrado aunque adentro las luces estaban encendidas lo que supuso que Débora
seguía adentro. Tocó la puerta de vidrio con fuerza. A los segundos salió
Débora y al verlo se detuvo a medio camino e hizo un gesto que fue entre
sorpresa y burla. Alejo juntó sus manos como pidiendo perdón y luego le mostró
la caja de bombones.
Débora se acercó y le abrió la
puerta. Lo invitó a pasar quitándole la caja de chocolates, volvió a cerrar la
puerta con llave y lo invitó a sentarse. Aunque ella seguía dolida por lo que
le había dicho Alejo, se sentó a hablar con él.
–Discúlpame lo de la otra vez,
creo que no supe explicarme, pero es que te conocí como Arquímedes, bueno te
conocimos todos…como
hombre.
–Pero ahora para todos soy y
seré Débora aunque en mi cédula diga lo contrario. Arquímedes murió ya, grábate
eso, soy Débora.
–Ya, ya y yo te llamo Débora y
lo que veo es un mujerón–Hubo un silencio incómodo, Débora bajó la mirada y
Alejo cambió el tema–.
–Mira, ¿Rendel te ha seguido
molestando?.
–Rendel y sus amigos malandros
vienen casi todos los días a fastidiarme, me ponen nerviosa.
–No sé si sabes pero Rendel es
mi primo.
Débora se quedó paralizada y se
levantó del sofá. No podía creer lo que había escuchado y de la rabia le dijo a
Alejo que se fuera, que todo eso era una patraña para acercarse y que su primo la
atacara y él estaba de acuerdo.
–No, no, no, no quiero que
pienses eso, de hecho hoy vino a decirme para venir a molestarte, pero le dije
que no, me he negado todas las veces que han venido…pero es mi primo…¿Pero
se han propasado contigo?.
–No…bueno sólo se acercan y me gritan y me insultan, me dicen maricón.
Pobres ignorantes…disculpa,
es tu primo pero es un animal que no piensa.
Alejo le dijo que se cuidara de
la pandilla de su primo y que él hará lo que pueda para protegerla, pero que si
se llegan a propasar con ella que los denuncie. Débora le agradeció pero dijo
que no han hecho nada más allá de los insultos.
–Ya la gente sabe que son ellos
los que me molestan pero igual no puedo confiarme.
Siguieron conversando sobre el
salón de belleza y él sobre su trabajo informal. Él no estaba de acuerdo con la
buhonería pero entendía que la situación no estaba como para ponerse a ver que
se hace. Débora le pidió ayuda para mover unas cajas de productos y sacar otros
productos para poner en la vitrina y en los puestos de trabajo. Entraron al
pequeño depósito.
–Siempre me gustaste Alejo pero
no sabía como decirte…y en
este momento no sé como fue que te dije esto…que pena.
–Tranquila, ¿tú por qué crees
que estoy aquí?, también me gustas.
–¿De verdad, o sólo quieres
acostarte conmigo y averiguar más de lo que fue Arquímedes y luego olvidarte de…
Alejo la trajo asi él y le
plantó un beso en la boca que ella no rechazó y se entregó al momento. Varios
segundos después se separan.
–¿Esto te dice algo?
–Lo llevo esperando desde hace
varios años Alejo.
–Que bueno escuchar eso. Pero
ahora quiero que sepas que no vengo a pedirte que seas mi novia, quiero
conocerte, salir contigo, enamorarnos y ver que pasa.
Ahora fue ella quien lo besó a
él y así estuvieron un buen rato.
No hay comentarios:
Publicar un comentario