Darwin se levantaba tarde, era sábado. Se puso un short y una franela para
salir a comprar algo para desayunar. Fue al cuarto de Gonzalo y no estaba,
entró al cuarto de Sebastián y estaba desnudo y aún durmiendo. Al verle el pene
erecto entró y cerró la puerta.
Fue hasta la cama y con cuidado se sentó, se acercó al pene y lo tomó
suavemente con su mano derecha y comenzó a meterlo en su boca, la sentía seca
pero al rozar el glande con sus labios, salivó y fue mojando el pene a medida
que lo introducía. Sebastián roncaba hasta que comenzó a sentir como su miembro
se humedecía, sentía algo tibio entre su pene y abrió los ojos. Darwin se
introducía el pene completo en su boca hasta llegar a la base y veía a
Sebastián a los ojos.
–Te quiero coger.
Darwin retiró por completo el pene de su boca y respondió. –A eso
vine. –Volvió a tragarse todo el miembro de su amigo.
Bajó hasta los testículos tomándolos entre sus manos para luego
metérselos en la boca y jugar con ellos con su lengua. Sebastián se movía
mientras se le erizaba la piel y su pene se ponía más duro.
Sebastián se incorporó en la cama mientras el muchacho seguía en lo
suyo. Estiró el brazo hasta la mesita de noche y abrió la gaveta para sacar un
condón y el lubricante.
Darwin se apartó para que Sebastián se pusiera el condón y aprovechó
para desvestirse.
Se montó en la cama para luego sentarse sobre el pene. Lo tomó con sus
manos y lo dirigió a su culo y poco a poco iba metiéndoselo.
Cuando ya lo introdujo todo, empezó a moverse hacia adelante y hacia
atrás para luego hacerlo hacia arriba. Mientras su respiración se agitaba y
gemía, Sebastián gruñía. Ambos concentrados no se percataron que desde la
puerta los veía su casero. Gonzalo.
Cargaba una bolsa de pan y varios folletos del Atalaya. La mandíbula
le temblaba y la vena en su sien se hinchaba. Su cara se enrojecía, apretó el
pomo y muy despacio cerró la puerta para irse a la sala. Dejó el pan en la
cocina y se fue a su habitación con los Atalayas que lanzó al piso.
El corazón le latía a toda velocidad.
Darwin estaba enloquecido moviéndose sobre Sebastián, gritaba y gemía.
Gonzalo escuchaba desde su cuarto. Cogió del piso los Atalayas y los rompió
todos haciéndolos trizas.
–¡Bájate y ponte en 4, ponte 4 que quiero darte!
Darwin se bajó y sobre la cama se puso como le dijo su amigo que
se fue por detrás y de una sola vez lo penetró. Lo sostuvo de los hombros y
comenzó a embestirlo, Darwin gemía fuerte. Sebastián lo soltó y comenzó a
masturbarlo.
–Túmbate. –Acostado lo volvió a penetrar esta vez más profundo y
enseguida lo volteó para tenerlo frente a frente.
–Pajéate, quiero verte acabar.
Darwin comenzó a masturbarse mientras Sebastián seguía cogiéndoselo.
Al verlo acabar, retiró el pene del culo y se arrancó el condón para
masturbarse. Se corrió sobre el muchacho cayéndole el semen en su cara, pecho y
abdómen.
Con cada chorro que lanzaba Sebastían gritaba con voz gruesa.
–Por una cogida así cobro muy buena plata y a ti te la doy gratis.
–Sería el colmo que me cobraras guevón. Sal de mi cuarto que quiero
dormir y debe estar por llegar Gonzalo.
Darwin se vistió y se fue a comprar el desayuno. Ya de regreso, se
detuvo en el kiosco para recargar su celular comprar el periódico para Gonzalo.
Gonzalo salió de su habitación y fue hacia la de Sebatián que recién salía
de la cama.
–¡Epa Gonzalo coño! Llama antes de entrar. -Gonzalo lo agarró por el
cuello.
–Esta es mi casa y mi casa se respeta. Aquí no vas a hacer tus
cochinadas con tus amigotes y mucho menos con Darwin, Darwin es mío, me
pertenece. Te mereces…
–Gon..zalo…me… haces da…ño…me estás ahogan…do.
Mientras Darwin subía por el ascensor se puso a ojear el periódico.
<<Encontrado hombre con múltiples puñaladas en hotel. Fue
hallado en el baño de una de las habitaciones con 8 heridas por arma blanca, no
se descarta el crímen pasional>>
A Darwin se le aceleró el corazón y entró al apartamento para contarle
a Sebastián. Fue directo al cuarto y al entrar se paralizó. Su rostro
palideció.
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