miércoles, 22 de julio de 2020

FIEBRE. Capítulo 8

Laura y Diego dormían. Él tenía la mano en la barriga de ella, abrió los ojos y metió la mano dentro de la pantaleta de Laura hasta tocar su vulva y comenzar a jugar con su clítoris. Movía sus dedos rápidos los introducía, Laura lubricaba, empezó a gemir, cada vez más fuerte a medida que Diego movía más rápido sus dedos. Gritaba, él le tapaba la boca, se llevaba los dedos a su boca para saborear el flujo.
-Ve al cuarto de Román y busca el juguetico.
-¿Qué? ¿Y si se despierta?
-Ve con cuidado, está en el closet en la parte de abajo.

Laura iba caminando sigilosamente a la habitación de su hijo, de los nervios no podía respirar, se ahogó y se detuvo para tomar aire. -Voy a morir como una pendeja por buscar un pipí de goma. -Abrió con cuidado la puerta aunque hizo un ligero chirrido siguió abriendo lentamente. Vio la cama, se percató que Román no se moviera y fue al closet con cuidado deslizando la puerta. Estaba oscuro, metió las manos tanteando. Sintió una goma fría y lo tomó con ambas manos. -Este es.
Cerró despacio y salió de la habitación.

-Aquí está, lo tengo.
-¿Y Román?
-Como muerto. Si me vas a meter esto hazlo con cuidado que no puedo agotarme, que esto le gana en tamaño al tuyo, mira que gordo y grande.
-Gracias por subirme la moral, encima que no puedo cogerte como quiero me dices eso.
-No lo digo por mal, tu pene es divino pero no vas a negar que esta cosa es grande.
-No joda tu hijo se lo metió por el culo, tú también podrás.
-¿Qué? ¡A mí no me lo vas a meter por el culo, estás loco!
-No chica, por delante, será más fácil.
-chúpamela primero como ayer, eso estuvo divino mi amor.
Diego se colocó para hacerle sexo oral, el juguete lo tenía en la mano para en cualquier momento meterlo.
-Ahora aguanta que voy a meterte este guevote.
-Despacito amor.
Con la vagina húmeda Diego fue introduciendo el grueso juguete mientras Laura soltaba pequeños quejidos. Lo poco que había introducido lo sacaba y volvía a empezar hasta que el pene entró por completo y ahí comenzó a moverlo. Laura gritaba como loca mientras masajea su clítoris y seguía lubricando.
-No grites que vas a a despertar al chamo.
-Dale coño sigue y cállate
Diego continuaba moviendo el pene de goma, lo sacaba y lo metía mientras veía como su mujer enloquecía de placer. De repente ella grita y se pone tensa y expulsa varios chorros, se agota, tiembla, gime. Diego retira el pene y lo lanza al borde de la cama.

Mientras su esposa se recuperaba del orgasmo, Diego se acomodaba en su lado de la cama y se tapó con las sábanas. Laura no podía respirar, estaba ahogada, le dió golpes a Diego para que le pusiera el oxígeno pero él se hacía el dormido hasta que se levantó. Con lo limitado de sus movimientos le puso la mascarilla y abrió la bombona.

Unos minutos después Laura se levanta para ducharse. El orgasmo fue tan intenso que le dolía el cuerpo, pero tenía una presión en el pecho. -Valió la pena, a pesar del ahogo, valió la pena. -Regresó a la cama y abrazó a Diego.

-Maldita la hora cuando se me ocurrió pedirte que buscaras la mierda esa de goma.
-¿por qué? Estuvo genial mi amor, hay que repetirlo, aunque sentí que me iba a morir.
--Llevo 20 años cogiéndote y nunca te había visto así como te pusiste, eras otra persona. Estabas excitadísima.
-¿No te gustó?


-Si, verte así me dio mucho morbo y hasta acabé sin hacer nada. Pero está claro que yo como hombre no te produzco ese placer y ahora inválido mucho menos. Soy una mierda.

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