miércoles, 22 de junio de 2016

SODOMITA. Capítulo 5


Sebastián estaba en su puesto de trabajo, de repente recibe una foto en su WhatsApp.

Un close up de unas nalgas abiertas mostrando el ano.

–<Esta noche te vas a comer esto, te quiero> -Un mensaje de Rodrigo. A Sebastián se le comenzó a mover el pene entre sus piernas y respondió.

–<Con todo gusto mi amor, ¿pero dónde?>.

–<Vamos a un hotel, luego te digo cual> -Le envió otra foto con los dedos metidos.



A las 5 de la tarde Sebastián pasó buscando a Rodrigo por su puesto para ir al hotel.

Le escribió, que mejor se encontraran fuera del edificio, que bajara él primero.

Sebastián bajó primero, luego Rodrigo. Decidieron ir primero a tomarse algo y después a tener sexo.



Llegaron a la esquina donde estaba el hotel. Se bajaron del autobús y justo ahí estaba Darwin, esperando a algún cliente.

–Vaya ¿qué hacen por aquí?

–¿Tú que crees? –Le dijo Sebastián.

–¿Y tú? –Le preguntó Rodrigo.

–En lo mismo que ustedes pero cobrando y váyanse que me espantan a los clientes.



Entraron al hotel y les tocó esperar por habitación.

–Que bolas lo que está haciendo Darwin.

–A mi tampoco me parece pero bueno, pero tiene que buscar plata y no sabe hacer otra cosa, se tuvo que ir de la zapatería.

–Hay miles de cosas que puede hacer que estar prostituyéndose.

–Ya, no hablemos de él, vinimos a pasarle bien.



Mientras esperaban llegó Darwin con su cliente, un hombre encorbatado, a pesar que era de noche traía lentes oscuros. Rodrigo y Sebastián se le quedaron viendo.



–Amor ¿este carajo no trabaja en Recursos Humanos?

–Verga si, ese es Leonardo y es casado. Vamos a saludarlo.

–Hola Darwin, hola Leo.

Leonardo se puso nervioso. –Por favor, no digan nada, no comenten nada con nadie.

–Tranquilo, somos colegas, hay que apoyarnos.

–¿Ustedes se conocen?

–Si trabaja con nosotros.

–¿Pueden hablar más bajito por favor?

–Mi pana, deja la paranoia, ya vamos a entrar. –Le dijo Darwin.



Leonardo se levantó para ir a la recepción, luego se levantó Darwin. Llamaron a los otros dos.

Sebastián le vio el número que le dieron a ellos, 101. Leonardo se fijó en el de Rodrigo 102.



No terminaron de entrar a la habitación y Sebastián ya estaba desnudando a su novio. Sacó un condón del bolsillo del pantalón y se lo puso, escupió su pene y su mano para echarle saliva al culo de Rodrigo y ahí, de pie, frente a la puerta lo penetró.



–Coño que mala suerte, venir a encontrarme con esos dos aquí.

–Ya tranquilo vale, estamos perdiendo tiempo y te voy a cobrar. Sebastián no va decir nada.

–¿Tú conoces a Sebastián? No sabía que eran gais ellos?

–Vive conmigo. Son gais, son novios y son discretos, por lo menos Sebas.

–Coño mi pana yo estoy casado, si esos carajos hablan me jodo.

Darwin se desnudó. –Apúrate en cogerme que va pasando el tiempo.



Cada empujón hacía que sonara la puerta. Las nalgas de Rodrigo se movían en cada embestida, no habían encendido el aire acondicionado y estaban sudando. Con su pene dentro de Rodrigo caminaron unidos hasta la cama y lo inclinó hacia la esta estando parados, le abrió bien las nalgas y lo penetró completo, por debajo Rodrigo le jalaba los testículos.



Darwin estaba acostado igual que Leonardo, el muchacho tenía entre sus manos su pene y lo estaba mamando, pero no lograba levantarlo.

–Chamo ¿qué pasa? Si no se te para no vamos a hacer nada.

–Disculpa, es que lo que me pasó allá afuera me dejó mal.

–Concéntrate.

–Siempre me gustó Rodrigo y no sabía como entrarle y ahora que me descubrió me da miedo.

Mientras Leonardo hablaba, Darwin seguía concentrado mamando aquel pene flácido, hasta que se detuvo. –Vamos a dejar esto hasta aquí papá.



Sebastián estaba acostado boca arriba mientras veía a su novio como iba bajando hasta meterse el pene para luego moverse hacia arriba y hacia abajo, gimiendo. Las gotas de sudor corrían por su cuerpo y caían sobre Sebastián.

Volteó a su novio poniéndolo boca a bajo, él se puso sobre Rodrigo pero con su cabeza hacia los pies y así lo penetró. Rodrigo se levantó subiendo la cadera, lo que hizo que su novio hiciera lo mismo y así como estaban, Sebastián lo seguía penetrando. Rodrigo se estaba volviendo loco, no paraba de gritar.



–No me siento con ganas de tirar.

–¿No te da morbo escuchar a estos tirar?.

–Te voy a pagar lo que te debo, pero no quiero tener sexo.

–Bueeeeeno, yo me voy a duchar, dame la plata.

Leonardo sacó su billetera y le pagó el 100% del costo de la tarifa. Aprovechando que el muchacho se fue al baño, él se puso el pantalón y salió del cuarto.



Sebastián tenía sobre la cama a Rodrigo, en 4, se colocó detrás de él y mirando ambos hacia el espejo, Sebastián le habló al oído. –Mira como te entra ese guevo. –Le apartó la nalga para que su novio viera como le entraba el pene.

Sonó la puerta.

–¿Quién carajo llama? –Volvió a sonar la puerta.

–¡YA VA COÑO!

–POR FAVOR ABRAN, SOY LEONARDO.

–No me jodas que este pana quiere entrar. –Sebastián seguía penetrando a su novio sin prestarle atención a la puerta.

–Por favor muchachos abran, es un momento.

–Ábrele, a ver que quiere amor.

–¡Que ladilla vale!



–Señor, no puede estar tocando las puertas de las habitaciones y no puede entrar ahí.

Sebastián abrió la puerta. –¿qué coño quieres?

–Necesito hablar con ustedes.

–¿No puedes esperar?

–No, disculpen. Quiero hablar con ustedes

Sebastian, lo dejó pasar, se puso el jean y los dejó solos. Se fue a la habitación de Darwin.



Tocó en la habitación 101, Darwin abrió.

–Marico ¿qué haces aquí?

–Tu cliente que anda nervioso y quería hablar con nosotros.

–¿Qué? Qué bolas con ese pana. Y a mi me dejó quesúo con ganas de tirar, menos mal que me pagó.

Sebastián se le quedó mirando a Darwin que estaba desnudo.



–¿Qué haces aquí?

–Quería decirles que por favor no le digan nada a nadie en la oficina por favor no comenten nada.

–Ya te dijimos que no, tranquilo. Me interrumpiste la tirada y mi novio se fue, déjame buscarlo.

Leonardo se le fue encima y le dio un beso. –Me gustas mucho Rodrigo, desde siempre y no sabía cómo decírtelo. –Otro beso y Rodrigo dejó caer la toalla.





–Vamos aprovechar estos minutos y tiramos tú y yo así no pierdes la noche.

–¿En serio?

–Dame un condón y te cojo ya.

Darwin se acostó en la cama y levantó las piernas.

–Mételo, mételo ya. –Tenía el culo lleno de lubricante y Sebastián sólo tuvo que apoyar su pene en la entrada, se deslizó fácilmente, a Darwin se le erizó la piel.



Rodrigo se agachó y comenzó a mamarle el pene a su compañero de trabajo, esta vez el pene lo tenía totalmente erecto. Leonardo le tomó la cabeza y comenzó a meterle y sacarle el pene de la boca, Rodrigo no podía moverse.

Se empezaron a escuchar gemidos y gritos.

Rodrigo se detuvo. –Estos están tirando.

–Cállate y sigue mamando tú estás en lo mismo.

–Pero es mi novio coño.

–Sigue.



Sebastián le llevó las piernas al muchacho lo más atrás posible, su culo quedó levantado, la espalda de Darwin estaba casi recta. Sebastián tenía el culo a su disposición y bien abierto y siguió penetrándolo mientras Darwin se masturbaba. Su propio semen cayó en su boca.



Leonardo estaba a punto de correrse, mientras que Rodrigo se masturbaba. Cuando sintió el líquido tibio inundar su boca, se corrió en el piso.

Sebastián se arrancó el condón y bañó de semen las nalgas de su amigo.

Leonardo gruñía en cada chorro que expulsaba, cerró los ojos y temblaba.

 Salió de la habitación 102 y se fue a la otra. Sebastián hizo lo mismo.



Al entrar a la habitación Rodrigo estaba acostado mirando hacia el espejo que tenía a su derecha, Sebastián lo veía a través del espejo.

–La excusa perfecta para irte a tirar con tu amiguito.

–Tu estabas rezando el rosario con Leonardo ¿no?.

Rodrigo cerró los ojos. –Sólo fue sexo oral.

–Aaah bueno menos mal. Vamos a vestirnos y nos vamos, ha sido un desastre esto.



Salieron del hotel y caminaron hacia la parada de autobús.

–Yo creo que esto no va para ningún lado, creo que estuve con Leonardo por venganza, por lo que me hiciste, pero tú, tú tiraste con tu amiguito porque quisiste.

–Tienes razón Rodrigo, es verdad, pero no te creas que eres inocente, somos iguales, te disfrutaste esa mamada y punto. Y sí, es mejor que lo dejemos, está claro que somos un desastre.

–Ahora te puedes coger a Darwin cuando quieras, a lo mejor te cobra, es su trabajo. –Llegó el autobús y Rodrigo se subió, Sebastián se quedó esperando otro.



10 minutos esperando autobús, llegó Darwin.

–Hola, ¿Te mandaron pal coño verdad?

–Sí, bueno me lo imaginé, ambos la cagamos, eso ya no iba a marchar bien.

–Es que te fuiste de palo, lo dejaste solo y te fuiste a tirar conmigo, me debe odiar hasta la muerte.

–Supongo. Le mamó el guevo a Leonardo. ¿te vas a quedar trabajando?

–No sé, quiero beber.

–Aquí hay un bar, vamos a caernos a birras yo invito.



Estuvieron 4 horas en el bar hablando y bebiendo, perdieron la cuenta de cuantas cervezas se tomaron. Regresaron al hotel para pasar la noche, estaban muy borrachos pero igual volvieron a tener sexo.



A las 6 de la mañana, Sebastián se despertó, levantó a Darwin y se metió a bañar. Luego de media hora salían del hotel y se fueron a una panadería cercana al hotel, comieron ahí, al levantarse a pagar, en el mostrador había una torre de periódicos. Darwin toma uno, lo abre y le da la vuelta leyendo la última página.



<<35 muertes violentas durante el fin de semana>> -Decía el antetítulo.



<<HALLAN CUERPO DE UN HOMBRE CON 8 PUÑLADAS>>

El cadáver fue encontrado en una quebrada cerca de la iglesia cristiana de los Testigos de Jehová, fue identficado como Benito Hernández de 55 años, era comerciante, tenía varias tiendas de zapatos en el centro de la ciudad.



–¡Marico, este es Benito, el viejo de la zapatería y pastor de la iglesia! –Le dijo Darwin a Sebastián.

Sebastián se le fue la memoria hacia atrás en el momento que llegaba Gonzalo al apartamento con el cuchillo y tenía la herida en el brazo.

–¿Gonzalo tuvo algún problema con este tipo?

–Mmmm no sé, bueno hablaron sobre mi y que me fui de la zapatería, yo le dije a Gonzalo lo que me hizo el viejo…-una pausa. –¿Estás pensando que Gonzalo…?

–No, no, no…es que me puse a pensar…Gonzalo es incapaz de…no sé Darwin, antier Gonzalo llegó muy raro a casa y con un cuchillo y tenía una herida.

–¿Qué? ¿en serio?.

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