jueves, 14 de julio de 2016

A QUE NO TE ATREVES 4


La boda de mi mejor amigo



–Los declaro marido y mujer.

Rogelio abrió los ojos y levantó la mirada.

–Puede besar a la novia. -Un beso con lengua incluída por parte de Bertha, selló la unión. Rogelio se levantó.

–Hey no te puedes ir. -Le susurró uno del cortejo

–Voy al baño no me siento bien.

–¿Te acompaño?

–No, no, tranquilo.



Llegó al baño, pasó el cerrojo y se sentó en la poceta a llorar y así estuvo un buen rato.



Los novios iban saliendo de la iglesia. Darío veía para todos lados.

–¿Qué pasa mi amor? Vamos a la fiesta.

–Ya va no veo a Rogelio, debería estar aquí.

–Ay amor vámonos, luego lo ves en la fiesta.

–Que noooo, además él nos va a llevar. Quiero que esté a mi lado.

–Me voy a poner celosa.

–No seas tonta, vamos a esperar. ¡Señores nos vemos en la recepción! –Les gritó a los invitados mientras esperaban que apareciera Rogelio.



–¡Victor! Rogelio estaba a tu lado, ¿sabes dónde está?.

–Coño me dijo que iba al baño que se sentía mal pero eso fue hace rato.

–¿Dónde está el baño? -Victor le señaló y le soltó el brazo a su ahora esposa.

–Tú para que le dices donde está el marico ese.

–Es su amigo Bertha.

–Y tú eres mi primo, un poquito de ayuda.



Darío toca la puerta y no recibe respuesta.

–Rogelio, soy yo Darío, ¿estás ahí? Abre.

Se abre la puerta. –Entra

–¿Qué te pasa? Nos tenemos que ir a la fiesta.

–¿Todavía me preguntas que me pasa? Hace unos días te vi casarte por el civil y hoy por la iglesia.

Darío le tomó su cara con sus manos y se la acercó para darle un beso. Rogelio respondió al beso, sus lenguas jugueteaban en sus bocas. Se separaron.

–Hoy es el último día que voy a estar contigo.

–No seas gafo, aquí me tienes, yo siempre voy a estar aquí contigo.

–Ahora estás casado Darío, te tengo que compartir con ella.

–Son amores distintos Rorro.

–Ya no vas a dormir conmigo en mi cama o yo en la tuya.

–Ya, ya Rorro, basta, vamos a salir de aquí.



Ya en el carro, Rogelio iba a manejando mientras los ahora esposos, atrás, besándose. Bertha le metió la mano por el pantalón intentando llegar al pene de su esposo.

–Esta noche me vas a meter esto ¿verdad? No sabes como lo extraño.

–Eso es tuyo.

Rogelio pisó el freno de golpe.

–Ay Rogeliooo, conduce despacio. –Le gritó Bertha que retiró la mano.



–¿Y cuándo es que se van a Italia?

–En 3 días y por un mes.

–Ah que fino. -Rogelio fingía su mejor sonrisa. –Disfruten esa luna de miel.

–No sabes cuanto Rorro. -Le dijo Bertha mientras volvía a besar apasionadamente a su esposo. Darío se sentía incómodo viendo a Rogelio por el retrovisor.





Llegaron al hotel donde sería la fiesta. Estacionó el carro mientras los esposos se iban directo al salón.

Mientras saludaban a los invitados y entregaban las copas de champaña, llegaba Rogelio al salón.

Se sentó en la mesa del cortejo y padrinos. Los novios bailaban el vals. –Qué ridiculez a estas alturas bailar eso. -Decía Rogelio.

–A mi me parece lindo, romántico. –Le comentó Aurora, su mejor amiga, que fomo parte del cortejo.



Luego del vals los familiares salieron a bailar, Rogelio se levantó y pidió bailar con Bertha, que bailaba con su suegro.



–Ya debes estar contenta, luego de 5 años jalando para que se casaran contigo lo lograste.

–¿Y tú pensabas que Darío te iba a parar bolas a ti? Te recuerdo que mi esposo es heterosexual, le gustan las mujeres, no los hombres.

–Una vez que el hombre prueba en la cama a otro hombre, no regresa que te quede claro.

–¿Tu pretendes acostarte a la fuerza con Darío a ver si así te para bolas como tú quieres?

Tengo 16 años tirando con él mi amor y se que le gusta y que no.

–Contesta pues.

–No, no pretendo acostarme con él, es solo un comentario.

–Ya se acabaron las idas a dormir a tu casa y tú a la de él, porque ahora vamos a vivir juntos él y yo, sin estorbos. Búscate un macho que te de donde te gusta y dejas a mi esposo en paz.

–Lo intentaré cariño, lo intentaré.

Aurora se acercó a la pareja y pidió bailar con Rogelio.



–¿Tú vas a seguir atormentándote con Darío? Ya te dejó claro que no quiere nada contigo más allá de la amistad que tienen.

–Seguimos tirando Aurora.

–Qué bolas tienes tú. ¿No has pensado en Bertha si se entera?

–¿Y quién piensa en mi? Esa tipa me sabe a mierda, es una cuaima.

–Deja a Darío tranquilo y búscate a un carajo que de verdad te ame como quieres, que no tenga compromisos y que esté claro, porque Darío no lo está si sigue acostándose contigo y tú permitiéndolo, claro.

–Que salga del clóset y viva su verdadera vida.

–A lo mejor ahora está viviendo su verdadera vida.

–Gracias por apoyarme Aurora. Marica.

–Abre los ojos cabezón te vas a quedar solo como un guevón.



Comenzó la orquesta a tocar y la novia entretenida con el cortejo de hombres y sus compañeros de universidad. Darío se acercó a la mesa donde estaba Rogelio.

–Acompáñame a la habitación para cambiarme.

–Vamos. -Dijo Rogelio

Aurora se le quedó viendo a Darío y le puso cara de reproche. Darío se regresó.

–No le hagas más daño a Rogelio, ya te casaste, ¿no? Olvídate de él.

–Yo nunca le haría daño y lo sabes. Siempre he sido claro con él y también lo sabes.

–Tengan cuidado.

Se fueron a la habitación.





Bertha se desabrochó la falda del vestido para quitarse lo de arriba y quedar más cómoda.

–AAAAAy que alivio.

–¿Y tu marido? ¿ya se te perdió?

–Ay no mamá debe estar por ahí hablando con uno de sus amigotes de la universidad.

–O con su amiguito Rogelio, que niño para no soportarlo, además es muy raro ese muchacho, como amanerado.

–Mamá es gay, ya te lo he dicho.

–Ten cuidado con ese tipo, no vaya a ser que le saque fiesta a tu marido y lo eche a perder, capaz y ya hicieron algo.

–Ay mamá deja de decir estupideces.

–Ay mi amor yo te tengo unos cuentos de unos hombres bien machos y luego los encontraron mira, así, dando aquello.



–Hola Berthica ¿cómo estas mi niña?

–Hola suegrito, bien, dígame que se le ofrece.

–Mija a ver si me puedes dar la tarjeta de la habitación para ir al baño.

–La tiene Darío o mi mamá, mamá dale al señor Darío la llave del cuarto por fa.

–Gracias. –Le dio un beso a su nuera y se fue.



–Este señor es el único que vale la pena en la casa de Darío y bueno mi esposo también.

–Mi consuegra es un asco, yo no la soporto.

–Ni yo, yo solo me siento bien si está el señor Darío. Cuando tenga mis hijos no se los dejaré a la bruja esa para que los cuide, te los dejo a ti.

–No mi amor, te buscas una niñera, a mi no me vas a poner a limpiar cacas a estas alturas.



–¿Aprovechamos que estamos solos y nos portamos mal?

–¿Por qué me haces esto Darío?

–Anda yo sé que quieres, mira que me voy por un mes sin ver tu culito.

–¿Y si viene alguien?

–Tendrá que tocar no hay más llaves. Desnúdate



El papá de Darío caminaba hacia el lobby para tomar el ascensor hasta el piso 12.

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