Llevamos tiempo conociéndonos y tratándonos, pero nunca había surgido tener
o hablar de sexo, siempre teníamos algo de que hablar, hasta que un día
sucedió:
Estábamos chateando y comenzamos hablar por primera vez de “ese tema”, muy poco
y superficial, me dijo que quería regalarme algo, que si podría ir a su oficina
al día siguiente para entregármelo, y de ahí salir a comer.
Su trabajo estaba tranquilo
y relajado, muy poca gente trabajando, me pidió que pasara y tomara asiento,
mientras iba a entregar unos documentos, regresó y cerró la puerta. Hablamos un
poco del día, se me acerca me pone de pie y me da un fuerte abrazo, con un
riquísimo aroma que desprendía su piel, sus manos comienzan a bajar lentamente
por mi espalda hacia mi culo apretándome una nalga y me da un beso en la boca,
con sus labios carnosos, su lengua jugando con la mía, sus manos recorrían mis
nalgas y todo lo que estuviera a su alcance, yo estaba entre atónito y
excitado, entre mis piernas comienzo a sentir como va creciendo mi pene y el
suyo.
Se detiene y me pregunta que
si me gustaría hacerlo ahí en su oficina, le pregunto si no hay problema y me
dice no, pero que disponíamos de poco tiempo. Nos dejamos llevar y comenzamos a
tocarnos y mordernos, le bajo su pantalón y su interior y bajo a mamar esa rica
verga, mientras el comienza a dar pequeños movimientos para ayudar a esa
mamada, de vez en cuando se le escapaban los gemidos que teníamos que evitar
para que no se escucharan afuera. Subí para morder sus tetillas. Después de un
rato me baja el pantalón y comienza a mamar, mis rodillas se doblaban y perdían
fuerza, era brutal la manera en que lo hacía, de vez en cuando se me escapaban
esos gemidos prohibidos.
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