Recuerdo hace unos seis o siete años, todavía estando en el
instituto, haber ido a casa de mi amigo Pedro a hacer un trabajo. Como siempre
su mamá salía a recibirnos muy amable y preguntaba si queríamos algo de comer.
Contestamos afirmativamente y mi amigo la siguió para ayudarla a preparar unos
sandwichs.
Estaba sentado en la sala, pensando en quien sabe qué,
levanté la mirada y fue cuando lo vi por primera vez; su cabello dorado y
crespo, sus ojos verdes todavía con sueño, su piel tostada por domingos de
fútbol de playa, que era interrumpida al final de la espalda por una línea
blanca que marcaba el límite del ajustado short rojo, rodado por algún
movimiento brusco en la cama. Me vió, hizo un gesto de saludo y siguió al baño.
Pedro trajo la merienda, yo comí sin decir nada, oyendo la
ducha, imaginándome como la espuma bajaba lentamente por el cuello, el torso
delgado y definido, sus nalgas redondas, esas piernas doradas, en fin,
refrescando todo ese sol, todo ese cuerpo delicioso…
No aguanté y pregunté…
-"¿Pedro, ese que se está bañando quién es?"
-"El gallo de mi hermano"- respondió, sin retirar
la atención del sandwich.
Comenzamos a hablar del trabajo, salieron cuadernos con
apuntes y libros de referencia, y también salió él del baño, con otro de esos
shorts que dejaban lo suficiente a mi imaginación como para que tuviera una
erección.
-"Miguel, este es mi hermano Adrián"
-"¡Hola! mucho gusto"- dijo con una voz dulce y
varonil.
Desde aquello, Adrián y yo nos hicimos amigos, salimos, le
he conocido alguna chica…pero, pienso que es gay. ¡Parece que fue ayer! …
Como muchos sábados estoy "viendo una película" en
casa, son las tres de la mañana y como siempre Adrián se quedó dormido en el
piso.
"¡Dios, se ve tan lindo!, esa boca, me gustaría tanto
morderle los labios…", pensé, y como estaba tan profundo, me incliné sobre
él colocando mis labios sobre los suyos… pero no funcionó, despertó y se paró
de un salto.
-"YA TE DIJE QUE NO SOY GAY!! ¿Por qué coño me besaste?"
Yo me quedé callado, el corazón me latía a mil y no sabía
que hacer. Por fin logré reunir fuerzas para responder:
-"Disculpa, no me aguanté"- pensé que me iban a
partir la cara.
-"Tranquilo Miguel, pero por favor que no vuelva a
ocurrir y no se lo cuentes a nadie"- y se tocó los labios esbozando una
pequeña sonrisa.
-"¿Cómo? ¿Es que te gustó?"
No dijo nada, solo me miraba con esos ojos verdes que me
sacaban de quicio.
-"Adrián, me gustas demasiado…¿Por qué estoy diciendo
esto? Lo sabes de sobra"- y bajé la cabeza, no podía seguir viéndolo.
-"No, sigue Miguel…"
-"Para qué, me vas a decir que no eres gay"
-"Sabes que no lo soy"-respondió.
-"No…sospecho que sí, te sonreiste cuando te
besé"- dije bajando la voz.
-"De allí no va a pasar! Así que déjame en paz"
Terminamos de ver la película en silencio y lo llevé a su
casa.
Todo siguió igual, las llamadas, las salidas al café a comer
sandwichs con los amigos, las idas al cine y su indesición. Yo seguía loco por
besar aquella boca rosada, aquel rebelde sin causa de ojos verdes. Así pasaron meses, hasta que una Semana Santa decidimos
irnos todos a la playa al apartamento de mi amiga Cecilia, partiríamos en la
madrugada del jueves así que todos se quedaron a dormir en mi casa. Adrián
decidió dormir en una colchoneta en mi cuarto.
Después de la conversa y los preparativos, nos fuimos todos
a dormir. Yo fui el último en salir del baño, entré al cuarto y allí estaba él,
en interiores ojeando una revista acostado en la colchoneta. Yo sudaba frío,
así que cerré la puerta y también me quedé en ropa interior, como para estar de
igual a igual.
-"Adrian, voy a apagar la luz. Recuerda que salimos
temprano". - Además no quería seguir sufriendo con aquel espectáculo.
- "Bien, ¡buenas noches!"
Apagué la luz y cerré los ojos tratando de pensar en otra
cosa que no fuera él. Como a la media hora (cuando al fin estaba agarrando el
sueño) me llamó:
- "Miguel, ¿estás despierto?"
-"¿Qué quieres?" -contesté con voz de sueño.
-"Es que no me puedo dormir y quería hablar"
-"Esta bien, ¿de qué quieres hablar? - pregunté
pensando que me iba a salir con una de sus estupideces existencialistas de
siempre.
-"Bien, es que…mejor no, vamos a dejarlo así"
-dijo dándose vuelta y tapándose con la sábana.
-"¿Qué, te pasa algo malo? Ya me despertaste así que
habla" -ya estaba yo algo molesto.
Se volteó y se sentó, y después de hablar de sus relaciones
anteriores, de sexo (ahí fue cuando me senté pues no acostumbraba a hacer eso)
y muchas cosas más, no se le ocurrió mejor cosa que preguntarme cómo era estar
con un chico. Me quedé en silencio. Millones de cosas pasaban por mi cabeza y
todas al final me dijeron "ADRIAN ES GAY".
Le pregunté para qué quería saber y con mucha pena murmuró
-"curiosidad…solo eso"
-"Porqué no la satisfaces entonces, SI YA SE, NO ERES
HOMOSEXUAL!"-respondí en tono irónico y me acosté.
¡Dios, no podía dormir, tenía un susto en el estómago, no
quería verlo, el impulso era tan fuerte!. Estaba completamente paralizado en mi
cama. Por mi mente pasaron un millón de razones para no lanzármele encima y hacerle
el amor con desespero, pero mi erección no bajaba y mi respiración era
entrecortada. Era algo en el aire. De pronto oí un jadeo y algo de movimiento en la cama de al
lado. Decidí voltearme con los ojos entrecerrados, haciéndome el dormido. Y allí estaba Adrián, iluminado por la tenue luz de la
calle, con su miembro fuera del interior masturbándose viéndome a mí.
- "Adrian, si quieres te enseño ya como es estar con un
chico".- dije al tiempo que me bajaba a su colchoneta.
-"Pero, es que…"-dijo incorporándose nervioso por
la interrupción.
-"Si ya se, no eres gay, tranquilo, yo tampoco" –
le dije mientras tomaba su pene en mi mano y continuaba su tarea; él se volvió a recostar con ojos de susto y
de travesura, yo me recliné sobre él y lo comencé a besar dulcemete.
¡Qué lengua! Nos besamos tan larga y profundamente, con
todas mis ganas y toda su curiosidad.
Comencé a bajar lamiendo cada poro de su piel, su pecho de
peluche, suave y firme a la vez, lamiendo sus pezones, bajando por la delgada y
clara linea de vellos que conducían hacia su ombligo, lo oía jadear, sentía su
pene caliente en mi mano a punto de explotar…
-"¡Házlo Miguel! ¡Házlo de una vez, métetela en la
boca!…¡Ahh!
Seguí bajando por su pelvis y empecé a lamerle el pene.
Subía y bajaba por la vena henchida hasta llegar a la punta, me la metía en la
boca y la lamía lentamente, me la tragaba casi completa, la besaba, y me la
volvía a meter.
El comenzó a moverse dentro de mi boca hasta casi ahogarme,
sujetándome la cabeza con las dos manos, hasta que un gemido anunció la salida
de su licor, caliente, espeso y delicioso…
- "Quiero que lo hagas tú ahora!"- ordené
empujándolo a la colchoneta y colocándome sobre él de forma que lo tenía inmovilizado
y con mi verga sobre su boca.
- "Oye, no creo que…¡Qué más da!" -y diciendo esto
se introdujo mi miembro por completo en la boca.
Sentía su lengua recorrer mi miembro, desde la base hasta la
punta donde se concentraba en lamer y besar, mordisqueaba, se deleitaba como un niño con un dulce. Yo
miraba atónito como comía, miraba esos ojos verdes con expresión perversa, lo
miraba pedir más y casi acababa. Justo cuando iba a eyacular, dejó de chupar;
mis súplicas y mis amenazas no hicieron más que excitarlo y de cuando en cuando
retomaba su trabajo, hasta que no aguanté más y para vengarme le acabé en la
cara. Se relamió mi semen, se incorporó y me besó, tocándome y acariciándome
como un desesperado.
-"Adrián - dije interrumpiendo - ¿estás seguro de
querer continuar?"
- "No, pero no quiero pensar. Solo veamos hasta donde
llego"
Y diciendo esto me volteó y empezó a besarme la espalda,
sentía su barba, sentía el calor de su pecho de terciopelo, sentía su pene
entre mis nalgas a punto de entrar.
Se acopló perfectamente. Su verga entraba y salía
lentamente, y volvía a entrar a punto de explotar. Su roce se volvía cada vez
más violento y placentero al tiempo que me pellizcaba las tetillas. Esto me
volvió loco, sentirlo completo dedicado a mí…vino un glorioso orgasmo para
ambos, me voltée rápidamente pidiéndole que me acabara en la cara.
A la mañana siguiente nos despertaron los golpes en la
puerta, dormíamos abrazados en el piso. Nos levantamos, acomodamos todo, nos cambiamos y nos fuimos. No me habló en todo el viaje y aún no lo hace.
Es sábado de nuevo y mi hermana se casa con Pedro. La misa
está realmente aburrida y me estoy orinando. Me levanto para ir al baño de la vicaría tratando de no
incomodar a los invitados.
Al salir veo que Adrián viene directo a mí y se para a
milímetros de mi cara.
- "¡Hola Micky!"
- "¿Hablas? Yo creí que era algo que solo los humanos
hacían"- dije en tono sarcástico.
Adrián bajó la cabeza unos segundos que parecieron horas. De
repente me miró con aquellos ojos verdes que tanto me han hecho fantasear, y
sin decir nada me besó.
- "Bueno, después de todo Miguel… carne de
concuñado se come"
Fue
algo difícil que nos creyeran que mi carro se había accidentado antes de llegar
a la recepción, con todo y que Adrián es casi de la familia.
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