En el baño
de una tienda por departamentos, oriné en el único urinario libre. Habían dos
hombres a mi lado, que tocaban sus penes. Miré primero uno y al voltear para ver
el otro, detallé que eran iguales, al igual que ellos; unos gemelos a mi lado
queriendo. Uno de ellos se acercó a mí susurrándome al oído: “si quieres más,
síguenos”. Quedé aturdido, pero salí del baño y los seguí. Pudieron más mis ganas de estar con dos
machos y encima gemelos.
Cerca de ahí
estaba su casa. Entramos, eran de plata. Al cerrar la puerta, oí una voz que
pareciera que nos estaba esperando:
─ ¿Hoy hubo
cacería?. Quedé en shock. “Tranquilo”, me dijo uno de ellos. “Es mi papa, otro que
también te va a coger”. ¿Y de qué caza habla?. No te preocupes, lo vas a pasar
bien. Nuestro viejo está solo desde que lo abandonaron y anda quesuo y nos pide
de vez en cuando traigamos buena mercancía. Creo que contigo lo va a pasar bien
mi papá.
El otro
gemelo me sonrió y le habló a su papá: ─Te hemos traído una buena presa –
Luego, dirigiéndose a mí, añadió – Le gusta cogerse unos buenos culos y el tuyo
debe ser bueno.
Entramos en
la habitación, el señor estaba acostado en la cama con unos interiors blancos. Tenía
buen cuerpo, velludo y tonificado para su edad, estaría cercano a los 60 años.
Me miró y de inmediato dijo: “Desnúdate. ¿Mis muchachos ya te dijeron que te
voy a coger?. Mientras se restregaba el paquete. El miedo se apoderó de mí. Los
gemelos empezaron a desnudarme. ─ Acércate–
dijo el viejo entusiasmado. ¡Ven, no seas malo! ¡Por fin me trajeron una putica!.
Los gemelos
le dijeron: “Te gustará como mueve el culo”. En ese momento, no sabía si los gemelos
me iban a coger o solo el viejo, pronto salí de dudas; ambos, uno por delante y
el otro por detrás, desnudos, apretaban su vergas en mi cuerpo y, mientras uno
jugueteaba con mis tetillas que las pellizcaba y mordía haciéndome daño, el
otro acariciaba mi espalda con una mano mientras que deslizaba el dedo hasta la
raja de mi culo. Me entraba un calor sintiendo sus penes tan cerca, uno restregándomelo
por delante y el otro por detrás, metiéndomelo entre mis nalgas hasta
penetrarme una y otra vez. Yo gozaba, mi cuerpo se estremecía y me agarraba a
sus cuellos buscando sus bocas, sus lenguas que entrelazábamos lamiéndolas y
mordisqueando los labios.
El viejo disfrutaba
viendo la escena. Le lancé mi interior humedecido por mi lubricación. Lo olió, se
lo restregaba en la cara, se quitó su interior y me lo lanzó. Los gemelos seguían
en lo suyo. Yo estaba fuera de mí, me bajé hasta sus entrepiernas lamiendo sus
ingles, sus bolas, lamiendo sus glandes, mamando y chupando sus vergas, hasta
el culo les mamé. ─ ¡Basta ya, muchachos! ¡Tráiganmelo aquí! – gritó el viejo.
Los gemelos
me acercaron a la cama. Ahora le tocaba al viejo terminar lo que ellos
empezaron. Comenzó sobando mis genitales, mi pecho y su lengua recorría mis
tetillas succionándolas, iba bajando, recorriendo con besos y lamidas hasta
llegar a mi entrepierna. Yo enloquecía de placer. Cuando lo besé y metí mi
lengua en su boca, me separé creyendo que ya había quedado satisfecho, pero no:
me incorporó en la cama y luego en el borde de esta me volteó quedando yo
sentado con las piernas en el piso y mi torso en la cama. – Ahora si voy a
cogerte putica – gruñó.
Se acercó, se
puso detrás de mí de rodillas y agarrándome mi guevo, comenzó a darme palmadas
en las nalgas, separándolas. Contemplaba mi ano y comenzó a penetrarme traspasando
fácilmente aquel hueco ya dilatado. ─ ¡Qué culo más rico tienes, putica! ¡Mueve
ese rico culo para mi!
Mientras él tenía
mi guevo agarrado, logró que se me pusiera rígido, comenzó a masturbarme
mientras seguía penatrándome dándome nalgadas. Me vine. Él estuvo a punto de acabar,
retiró su grueso pene e hizo que me volteara para acabarme en mi cara. Cuatro
chorros se deslizaban desde mi frente hasta mi barbilla. Apenas me relajé,
busqué a los gemelos. Estaban en el salón haciendo un 69. Me acerqué al que estaba
encima del otro, le separé las nalgas, su culo peludísimo, lamí sus pelos
negros, ensalive su ano que ya estaba bastante dilatado y cuando iba a penetrarlo,
se volteó y comenzó a mamarme el guevo mientras yo se lo mamaba al otro
hermano. Se separaron de mí, uno de ellos se acostó boca arriba y me monté en
su pene, el otro se fue detrás de mí y también me penetró. Me cogían a la vez.
Sentía que había un espejo, “son exactos” Era un morbo indescriptible.
Dejaron de
cogerme y querían que se los mamara. Cada arcada que me provocaba uno de los
gemelos con su guevo, el otro me penetraba hasta el fondo. Estaba sometido a los
caprichos de los gemelos. Se corrieron, uno dentro de mi culo, el semen se
escurria entre mis piernas y el otro en la boca. Ambos se acostaron cada uno en
un lado de mi cuerpo, a los pocos minutos me agarraron del pelo para que les
lempira sus penes con mi lengua…cosa que hice, luego me masturbé derramando mi
semen en mi vientre. Aquí fue todo fue por partida doble.
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