Subí al
Metro que, como cosa rara en esta ciudad en las horas pico, iba repleto. Me tropiezo
frente a frente con un carajo que solo ver su cuerpo me dejó paralizado a tal
punto que quería que me cogiera ahí mismo, a los pocos segundos tuve una
erección; para evitar que se notara como y aguantando las ganas de brincarle,
me puse a un lado aprovechando un pequeño hueco a mi izquierda.
Para mi
sorpresa, sentí su mano agarrándome delicadamente del costado derecho, haciendo
que mi culo quedara empotrado en su entrepierna. Notó mi erección y en mi
rostro se notaban las ganas. Terminó de acercarme hacia a él. Yo sin dudarlo, respondí
de inmediato rozando mi culo en su entrepierna aprovechando el tiempo que
permitiera el trayecto y disfrutarr de la presión de su paquete en mis nalgas,
con ganas de ser penetrado en ese instante.
Al
levantar la cabeza, y, para mayor sorpresa, me encontré delante de mí a otro
tipo con las mismas características de cuerpo que el de atrás. Mi mente se
nubló, me pareció que estaba alucinando, dos hombres con las mismas intenciones
de restregarme sus paquetes, así que presionando uno por detrás y el otro por
delante empecé a retorcerme ligeramente para gozar de la estrechez de sus bultos
en mi cuerpo con sus vergas cada vez más duras. Deseaba que aquel trayecto y aquel
apretujamiento masivo fueran interminables. Ambos, aprovechando el hacinamiento
y que yo llevaba la camisa por fuera del pantalón, metían sus manos y tocaban mi
cuerpo, uno de ellos queriendo rozar mis tetillas y el otro recorriendo mi
columna. Bajé mis brazos y ambos tomaron mis manos llevándolas a sus paquetes
para sentir como sus fluídos humedecían sus pantalones, algo que también
sucedió en el mío. Llegué a mi destino, dejando a aquellos hombres con su sexo mojado.
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