–Te voy a decir algo, yo no se de dónde saliste tú pero como
le jodas la vida a Ricardo te la vas a ver conmigo, él ha sufrido mucho, ahí
donde tú lo ves tan fuerte y tan seguro, él es vulnerable, así que mosca. - le
soltó Ernesto a Federico mientras lo dejaba en su casa.
–¿Qué te pasa? Relájate, ¡ni siquiera somos amigos!, lo que
quería era tirar, pero tu de celosita, si, estás celoso, a mi no me vas a meter
ese cuento del amigo heterosexual casadísimo. –Se bajó del carro y lanzó la
puerta.
Martes 3:00pm
–Hola, ¿como estás? ¿Como llegaste a tu casa ese día? ¿Ernesto
te dejó en tu casa? ¿Todo bien?.
–Epale, si todo bien, llegue bien a casa, Ernesto muy de
pinga, me habló de ti, de su esposa, de lo feliz que es con ella y bueno más
nada, todo tranquilo.
–Que raro Ernesto
hablando de Gisela con un extraño…pero bueno… pensaba Ricardo.
–Te llamaba para invitarte hoy a tomar algo como a las 7, ¿quieres?
Ok, ¿te paso buscando o nos vemos en el sitio? ¿Tienes carro? perfecto, nos
vemos allá a las 7, un abrazo.
Martes 7:04 pm
–Buenas noches, hay una reservación hecha a nombre de
Ricardo Betancourt.
–si como no, ¿es usted?
–No, él viene ahora.
–Pase adelante.
–Voy un momento al baño y me dirijo a la mesa.
–si como no, ¿es usted?
–No, él viene ahora.
–Pase adelante.
–Voy un momento al baño y me dirijo a la mesa.
Federico se va al urinario, el tipo de al lado se toca el
pene mirándolo a los ojos, él se ríe y se sube el cierre, cuando se voltea y
camina, resbala por culpa del piso húmedo, cuando se va a agarrar de la barra
de la puerta, ésta se abre y el que entra lo agarra por la muñeca.
–Aaaay vale ¿otra vez? ¡Pero cada vez que te veo te estás
cayendo jajaja carajo! ¡Ya llegamos!
–¿Llegamos?
–Si, estoy con Lucía, salúdala, voy a orinar.
–¿Llegamos?
–Si, estoy con Lucía, salúdala, voy a orinar.
Se quedó orinando y el que tenía al lado seguía mirando,
cuando vió las dimensiones de Ricardo, abrió los ojos y tomó (la mala) decisión de agarrarle el pene.
Le agarró la muñeca y se la torció, el brazo se lo puso en la espalda y le
clavó la cabeza en la pared.
–¡Mira… maricón, me vuelves a tocar el guevo y te mato a
coñazos aquí! Seguro que afuera está tu esposa y tus hijos esperándote. -lo
soltó y le dió un golpe en la cara y salió del baño.
Llegó a la mesa.“¿Te acuerdas de Lucía no? bueno me imagino
que ya hablaron jejeje” Lucía es la mujer que más amo en la vida después de mi
mamá y hermana, aparte somos compadres, soy el padrino de Ignacio, su chamo”
“Si, me estaba contando” dijo Federico, mientras Lucía le lanzaba una mirada
escrutadora.
Lucía Hernández, madre soltera por decisión, 28 años, es
publicista, trabaja en una importante agencia del país, su hijo tiene 4 años y
es la razón de su vida. Hija única, caprichosa y fumadora compulsiva. Tiene
dinero pero es del padre que es empresario y a pesar que ella es independiente,
él le da una mensualidad para ella y su chamo.
Vive en un duplex con una compañera y con la muchacha que
cuida a Ignacio. Desde que conoció a Ricardo hace 10 años, está enamorada de él
y él lo sabe. Pero la amistad está por encima de cualquier otro sentimiento –es
lo que dice ella, de la boca para afuera-. Quisiera quedar embarazada de
Ricardo.
10:00 pm
Comieron, charlaron, se rieron y bebieron. Decidieron pedir
la cuenta. Pagó Ricardo a pesar de la insistencia de Federico de pagar a la
mitad.
–Vamos a dejar a Lucía en su casa y te escolto a la tuya, ¿ok?
–Vamos a dejar a Lucía en su casa y te escolto a la tuya, ¿ok?
Una vez que dejaron a Lucía en su casa, Ricardo se bajó del
carro y se acercó a la ventanilla del carro de Federico; –¿Te quieres quedar en
mi casa? Ya estamos en la vía y para ir a la tuya hay que echar para atrás.
Federico estaba como nervioso, pero perderse ese cuerpo no se lo perdonaría. –mmm…bueno…ok.
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