Sábado 11:03pm
Federico y Ricardo llegaron primero al local y se ubicaron
en una mesa, ambos iban bien vestidos, Ricardo con un pantalón negro y camisa morada. Debido a lo
prominente de su miembro, se marcaba, no de manera vulgar pero delataba un buen
bulto que no escapaba de las miradas de hombres y mujeres. Federico: pantalón
negro y camisa vinotinto.
El ambiente estaba cargado de buitres dispuestos a acechar
al menor descuido pero Federico no se despegaba de Ricardo. En eso llegó
Joaquín, su amigo, se abrazaron, se dieron un beso y se lo presentó: “Mi mejor
amigo, casi hermano”.
Joaquín Gutiérrez, 27 años, blanco, un muchacho muy guapo, pelirrojo
y delgado, es creativo en una agencia de publicidad. Vive con sus padres, tiene
dos hermanos. Lleva ocho años de amistad con Federico, es bisexual y está
soltero. Es envidioso, ambicioso y traicionero, pero su suerte va a cambiar a
partir de esta noche.
Ricardo le invitó un trago y se fue rumbo al baño. Federico
lo seguía con la mirada, un tipo veía a su novio y también entró al baño.
“¡Marico, tu novio está buenísimo!” “Mosca y te lo buceas cochina jajaja, ¡y lo
que tiene entre las piernas es una grosería! Ya vengo voy al baño”.
Ricardo salía del baño arreglándose el paquete, Federico se
encendió de furia, entró al baño y vió al tipo, estaba peinándose. No había más
nadie. “Esto es para que aprendas a respetar lo ajeno, imbécil” Le pegó en la
entrepierna el aparato que descarga corriente tan fuerte que lo tumbó al piso
desmayado. Lo arrastró a una poceta y lo dejó ahí.
Llegaron Ernesto y Gisela e hicieron las presentaciones de
rigor. Joaquín y Ernesto hicieron contacto visual por varios segundos. A Ernesto
le llamó la atención ese color zanahoria del pelo de Joaquín que se extendía a
sus brazos, estuvieron charlando un rato solos, de vez en cuando se
incorporaban al grupo.
Ambos no paraban de beber y se reían, Gisela se acercaba y
participaba en la conversación. “Voy al baño” dijo Joaquín, “Voy contigo,
espera” Federico y Gisela los observaban, Federico se imaginó: ‘estos se traen algo’ Gisela: ‘mosca con este’.
Se pusieron a orinar, compartieron miradas de complicidad, cuando
quedaron solos en el baño, Joaquín le plantó un beso, Ernesto se echó para
atrás, “¿Qué haces marico? si entra alguien y nos ve?” “¿Quién va entrar tu
esposa?” “No, Ricardo y no quiero que nos vea juntos” Lo agarró por la cintura
y le volvió a dar un beso, esta vez cerrando la puerta con seguro. Enseguida le
apretó los testículos con la mano, Ernesto estaba nervioso, “Vamos a salir por
favor, abre la mierda esta”.
Jaló la puerta tan fuerte que al cerrarse se escuchó el golpe
pero nadie reparó en ello y salió de allí dejando a Joaquín solo.
Ernesto estaba excitadísimo con lo sucedido, ocultando su
erección con una silla de la barra y colocándose en la parte oscura. Gisela se
le acerca y le dice “Gordo, ¿nos vamos ya? Estoy cansada” “Si amor, pagamos y
nos vamos” y le dió un beso en la boca.
“Bueno nos vamos todos de una vez” dijo Ricardo. “Neto, ¿será
que tú llevas a Joaquín?, es para no desviarme” “Si jodes Rodo, jajaja, no vale
tranquilo no hay rollo” y en eso saltó Gisela “Ay gordo llévame a mi primero y
luego llevas a Joaquín ¿si? Estoy que me caigo del sueño”. Joaquín se sonrió y
se miraron por unos segundos, ‘Bingo’
dijo en voz baja Joaquín.
Llegaron al edificio y los tres subieron al apartamento. Ernesto
se despidió de Gisela con un profundo beso y le dijo: “Ya regreso amor,
descansa”. Y se fueron.
En el camino pasaron por un mirador y Joaquín le dijo que se
detuviera. Se volvieron a besar. “¡Esto es una locura guevón!” “Tranquilo, si tú también quieres”.
Ernesto tenía el pene a punto de estallar dentro de sus
pantalones, sin darse cuenta ya lo tenía fuera del cierre y Joaquín mamándolo.
“Cógeme” “¡NO! ¿estás loco?, estamos en la calle” “aquí no viene ni Dios” se
quitó la ropa y le quitó la camisa a él. Un pene circunciso, blanco y venoso,
algo grueso y no muy grande pero muy deseado por Joaquín que sin pensarlo 2
veces le puso el condón y se sentó encima. Echaron el asiento hacia atrás y
Ernesto se lo cogió como nunca se había cogido a nadie.
Lo tenía completamente penetrado y Joaquín pegando gemidos,
Ernesto intentaba callarlo pero no había manera, hasta que que acabó en el
pecho de este “¡Coño que asco!” en eso ve unas luces de policía y lanza a
Joaquín al asiento del copiloto y le dice que se agache con el asiento. “ ¿No y
que aquí no venía ni Dios?, no te muevas y quédate en silencio”.
Ernesto le brincaba el corazón en el pecho, pensando que le
iba a decir a su esposa si lo detenían. La patrulla se detuvo a unos metros del
carro, apagaron las luces y se bajaron 2 personas vestidas de civil, se
acercaron a un carro, lo rodearon y en eso se escuchan 9 tiros, se montan en la
patrulla y aceleran a toda velocidad. En pocos minutos empieza a bajar gente de
los edificios y la calle se llena de curiosos.
“Arranca marico” “¿Tas loco Joaquín? Nos vamos ahora y
seremos los primeros sospechosos, vamos a esperar, ve vistiéndote poco a poco,
desde aquí no nos ven y además estan distraídos con el muerto” Ambos estaban
asustados sin saber que hacer.
3:45 am
Ernesto apaga el celular y le dice a Joaquín que lo haga
también; “no vaya a ser que empiecen a llamar y estemos jodidos sin saber que
excusa inventar, ya veré que le digo a Gisela, ¡mierda esto me pasa por hacerte
caso no joda, que vaina!” “Bueno lo hiciste porque quisiste pendejo, así que no
es hora de lamentarse sino de ver que hacemos pa’ salir de este peo”.
“Pásame unos pañitos de la guantera pa’ quitarme esta porquería
del pecho, que asco” “Ay que mariquito, eso mismo te sale a ti del tuyo, sino
sabías” “cállate la boca y vístete” le dijo Ernesto con rabia.
5:03 am
“Vas a salir del carro despacio, te vas hacia la multitud y
te confundes entre ellos, en un ratico salgo yo”. “Mosca y me dejas varado
aqui” “Deja la mariquera, lo quisiera hacer pero tranquilo, sal de una vez”. Salió
del carro, se acercó a la gente y se puso a conversar, en eso llega Ernesto,
están unos minutos y se despiden de una pareja de la 3era. edad que conocían a
los muertos. Arrancaron rápidamente de ahí.
“¿Que la vas a decir a tu mujercita?” “Tú eres guevón? Pareces la amante celosa: “tu mujercita” que maricón eres, que
arrechera, bájate, te quedas aquí” “¿Pero cómo me vas a dejar aquí? ¿En que me
voy a ir? “Ese es tu peo marico”. Se bajó del carro en la autopista y Ernesto
arrancó.
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