Tomás
se había quedado a dormir en mi
casa de jueves para viernes. Yo venía de dar clases a los gemelos, que
terminó en una doble cogida al pobre Abel, que lo dejó agotado. Susana
estuvo
entretenida en su cuarto con uno de sus técnicos de turno. Ya no me
dirigía la
palabra. Esa noche llegué también agotado y no me cogí a Tomás,
pero, alrededor de las 5 de la mañana, me despertó mamándome la verga
hasta ponérmela bien dura.
Como sabía que él iba a hacer todo lo dejé. Buscó el condón, lubricante
y se sentó encima de mi metiéndosela hasta el tope.
Es impresionante como controla todo;
los movimientos, las pausas. Se lo saca, lo vuelve a meter y cuando me ve que
estoy a punto se detiene, luego sigue. Esta vez me llevó al límite de
acabarme. Se bajó y sacó rápidamente el condón tomándose toda mi leche de desayuno.
Tomás es el hombre ideal hasta que se
pone intenso con el temita de novios.
Cuando se acostó a mi lado le sentí
la respiración agitada, le lancé una pregunta "mata pasión". –¿Así también lo
haces con el Alberto ese? –Su agitación se detuvo.
–¿Perdón?.
–No te hagas el loco, ¿ya te lo tiraste?
–A ti no te importa si me lo tiré o no.
–Bueno porque no te voy a estar cogiendo
si ese guevón es tu novio.
–¿Y desde cuándo te importan los
sentimientos y compromisos de las personas?
–No es por eso, sino que , bueno, no...
–Me sentí estúpido. Tuve celos, rabia y no supe que decir- No te voy a
meter la verga si otro ya te coge. O él o yo.
–No entiendo que coño dices ¿No me quedé
en tu casa? Está claro que no estoy con él. Y no, no he tirado con él aún –A mi
se me dibujó una sonrisa que me delató– No tiene sitio, ni yo tampoco y además
no le gusta ir a hoteles. ¿Te alegra la noticia? Tú estás celoso marico. Al
final te importa lo que pase conmigo.
–Deja la mariquera, me hace gracia eso,
punto. Si quieres te lo traes acá y que te coja y así comparas de una. –Yo
seguía cagándola.
–Ay François que carajito eres, a ver si
maduras. –Se levantó de la cama y como si ya viviéramos juntos, fue al closet,
sacó una toalla y se metió a bañar. Así el marido instalado. Yo me quedé en la
cama pues los viernes los tengo libres.
Salió
de la ducha y al parecer el calor
del agua lo relajó y me habló. –¿Me acompañas a desayunar? Hazme unas
arepas
que a ti te quedan bien. –Me lo dijo con una voz que fue imposible
negarme. Eso me paró la verga y así duro me fui hasta la cocina.
Era cómica la escena porque cuando ya
estaban casi listas las arepas el salió del cuarto vestido de pantalón y
camisa, todo perfumado –y guapo- y yo desnudo preparando el desayuno.. Me
abrazó por la espalda y me dio un beso en la nuca.
–Gracias por el desayuno, se ven rico esos
huevos revueltos. –Me soltó. –¿Te han dicho que tienes un culo hermoso? Redondo,
paradito y peludito.
Me dio risa el comentario, simplemente me
volteé y le di un beso en la boca.
–Que rico me siento, parecemos... –Se
detuvo porque sabía que si seguía le iba a salir con una patada.
–Parece que ya es tarde para ti, vamos a
desayunar rápido para llevarte.
–No vale, tranquilo, yo agarro un taxi.
–Yo te llevo, no seas gafo. Regreso y me
acuesto.
Y así lo hice. Llegué y me acosté nuevamente. Un par de
horas después recibí una llamada de Ernesto. –Espero que no quiera tirar
porque ya se siente gay- Dije eso antes de contestar.
–<Aló>
–<Epa bicho, ¿qué haces?>
–<Durmiendo>
–<Marico con las 10:30>
–<Gran vaina, coño¿qué quieres?>
–Esta noche tengo una boda y no tengo
ningún culito para ir. ¿Me acompañas? Y así conozco gente y me dices quienes son
gays y como es la moovida gay y tal. –Iba a ser la Valentina Quintero de la
movida nocturna gay de Caracas.
–<Ok, ¿A que hora es eso?>
–<A las 8, yo no voy a la misa. Es una
amiga que se casa con un abogado pesado, podrido en plata, pero ella me
dijo que me fuera directo al bonche y que llevara a alguien si quería>
–<¿Dónde es?>
–<La Esmeralda, es la mega rumba, te
busco a las 7:30>
–<Mejor, no quiero manejar, chao>.
Eran las 7:30 de la noche y yo no me
había duchado, le dije a Ernesto que subiera y me esperara. –Tómate algo, busca
una cerveza o una Smirnoff ahí en la nevera y si quieres come algo.
Tomó una cerveza y unas aceitunas. Se
quitó el sacó y se fue a mi cama a ver televisión mientras esperaba.
–Estoy en tu cuarto!–Me gritó –Ok.
Salí del baño luego de secarme.
–Verga chamo, tú tienes la verga bien grande.
Yo no me meto eso ni de vaina, tampoco me gusta.
–Eso lo dices ahora. Deja que te lo metan
para que veas que pides más.
–Primero pruebo contigo, me da caga tirar
por ahí.
–Glotón.
A las 8:35 de la noche salíamos de mi
casa rumbo a La Esmeralda. Cuando llegamos en la entrada habían 4 escoltas y el
que te recibía para pedirte la entrada,
que tenía un lector de código de barras y así poder pasar.
Al entrar aquello me pareció un centro de
convenciones. Todo dispuesto, estaciones de comidas y bebidas. Todo decorado de
blanco y las estaciones en marrón oscuro para las de comida, vino tinto las de
bebidas. Era impresionante el dineral que se respiraba ahí. Toda la comida que
quisieras. ¿Bebidas? las que se te antojaran; whisky 18 años, champaña, vodka,
vino, ron y hasta cerveza de cualquier marca.
Eran
alrededor de trescientas personas y también había seis escoltas más
dentro. La novia hermosa, el novio un tipo de 45 años bastante apuesto y
con
unas canas que le quedaban muy bien. Un tipo corpulento. Buscamos la
mesa que nos indicaron en la entrada. Estaba todo milimetricamente
organizado. La mesa era de gente contemporánea a nosotros. Me imagino que eran amigos de la novia y primos. Ahí nos sentamos.
Buscamos unas bebidas. La fiesta era sin
mesoneros. La gente iba a buscar las cosas, todo era interactivo. Habían unos
mesoneros para cualquier eventualidad. Nos sentamos con los tragos y pasapalos
para picar.
–¿Cómo sabes quién es gay aquí? –Me
preguntó en voz baja Ernesto.
–El que está frente a ti es gay, fijo. Tiene toda la pinta. Cuando te vea le guiñas el ojo.
–Coño, ¿en serio?
–Haz una cosa, baja Grindr. Ya verás como
hay una parranda de locas aquí.
–¿Qué es esa vaina?
–Dame tu celular que te lo bajo. Vamos a
aprovechar que hay wi-fi aquí.
Mientras le bajaba la aplicación Ernesto
le guiñó el ojo a la loquita y éste sin esperar se levantó y se fue al baño.
–Dale, síguelo, ese va al baño.
–¿Y que hago? Que da corte.
–Ponle a mamar tu verga en la poceta...Qué sé yo.
Ve!
Le bajé la aplicación y esperé para que
el completara la vaina. Llegó. –Ajá, ¿y que hiciste?
–Mierda, me lo mamó pero entró un gentío
y estábamos en una poceta. Es una niña pero me lo mamó bien. Me vine rápido. Es
que estaba nervioso.
–¿Y dónde está?
–Se quedó en el baño. Es que cuando me
vine se lo saqué de la boca y acabé sobre su cara y saco.
Esa vaina me dio un morbo, y me paró la verga. Cambié la conversa y le dije que completara lo del Grindr.
Terminó de completar su perfil y estaba
emocionado con el gentío que había cerca y dentro de la fiesta. Ahí lo dejé.
Comimos,
bebimos, bailamos, Ernesto se controló a dos carajos: a uno le mamó la
verga y con el otro puro chateo en WhatsApp. Yo estaba prendido y con
ganas de tirar. Llegó la hora loca y nos metimos en el pedo y ahí metí
mano.
La hora loca duró como hora y media. Creo
que sacaron hasta droga pero no quise averiguar mucho.
Alrededor de la 1:40 am fui
al baño. Cuando entro estaba el novio orinando, todo sudado, sin chaqueta. La camisa
empapada, yo estaba igual.
–Tronco e rumba ¿no? –Me dijo el novio
–Bailaste con mi esposa. Bailas que te cagas, eso me pone quesúo bailar –Me miró
a los ojos y se quedó hasta que bajó la mirada a mi bulto.
–Estás bien armado carajito. –Se me quedó
mirando de nuevo la verga y me dio lata. Sacó la radio que cargaba y se comunicó, me
imagino con los escoltas.
–<<No dejen entrar a nadie al baño
de caballeros>>
El tipo se agachó y comenzó a mamármela. Así estuvo unos minutos. Comenzó a desabrocharse el pantalón y se levantó.
–Méteme
esa pinga completica. Toma el
condón. –Me lo puse y de una se la metí entera. Se agarró del urinario
apretándolo. Le
estaba doliendo la cogida pero aguantó como un varón toda mi pinga
gruesa. Le daba duro. Tenía esas nalgas sudadas y el culo, no necesité
lubricante, con el sudor
bastó.
–Sigue, sigue, coño, me duele
pero sigue. Acábame en la boca.
-Ahora es que falta para que acabe, aguanta. –Le dije. Un rato después se lo saqué y me quité el condón. Pajeándoe
en su cara. –Cuando estás a punto me dices para tragarme esa leche.
Le avisé y solito se metió la verga bien profundo en su garganta. Se la
inundé de leche. Se levantó del piso.
–Gracias mi pana, estuvo buena esa
cogida. Toma mi tarjeta. Me llamas y cuadramos otro día. Nos vamos en mi
avioneta a algún sitio privado o a mi yate.
–Ah dale, yo te marco, ¿Me das un
cigarro?
–Toma la caja, yo salgo y luego tú.
Con tanto alcohol y luego de tirar me dan
ganas de fumar así que tuve que salir del salón hasta la calle.
Mientras me dirigía hacia la entrada un
tipo que entra se tropieza conmigo. Casi me tumba y me tiró el cigarro al piso.
En diagonal a mi, un negro en una moto encendida. De pronto escucho unos tiros, ocho
alcancé a oir. En eso sale del lugar un tipo. Cuando le veo la cara lo reconocí
al momento, estaba igualito. ¿Se acuerdan del carajito que me dijo” Vas a tocarnos los pipís”? Bueno, era él
–Eduardo!
–Le grité, se volteó y me apuntó.
–Móntate, móntante o te quiebro!
Me
monté en la motoo detrás del negro. Detrás de mi estba Eduardo. El negro estaba vestido de negro así que no
supe quien era. Solo sé que estaba duro por todos lados, olía a taller
mecánico y humo de carro. Un asco.
Estaba cagado porque no tenía idea hacia dónde íbamos y que iban a hacer conmigo pero
igual pregunté.
–¿Eres
Eduardo verdad? Estudiamos juntos, yo soy François.
Cuando dije
mi nombre me puso la pistola en las costillas. –Lo de hoy se te va a
olvidar franchute mariquito o te dejo
pegado.
Esto
es largo, así que continúo otro día.
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