lunes, 7 de diciembre de 2015

MALAS INFLUENCIAS. La ciudad me quedó pequeña. #FrançoisSomosTodos


Era sábado el día que invité a un brunch a Tomás quien aceptó encantadísimo. Lo llevé a un local pequeño en Chacao llamado Chacao Bistró, no lo conocía.
Pedimos un desayuno criollo, unas ricas arepitas de sabores con jugo de naranja y un par de cafés.

Estábamos comiendo cuando de repente llegó la pregunta incómoda de Tomás.

–¿Tú llevas un registro de todos los tipos con los que has tirado?
–¿Un registro?. –Lo miro con una cara como si me hubiese preguntado sobre la Edad Media. -¿Para qué? Además ya perdí la cuenta, pero no sé a que viene eso.
–¿Más de 100? ¿Menos? Contando solo mamadas.
–¿Adónde quieres llegar con eso Tomás?  La estamos pasando bien y vienes a preguntarme semejante estupidez.
–¿Te parece estupidez acostarte con desconocidos durante toda la semana, todos los días? Creo que estás tomando a la ligera el asunto. ¿No has pensado que pueden contagiarte una enfermedad venérea, no hablemos del vih o cualquier otra cosa.
–¿Para eso tienes que hacer esa introducción tan patética? Para preguntarme si me protejo? Sí, me cuido y me hago cada trimestre el examen. Y sí, me parece una estupidez porque eso es invadir mi privacidad.
–¿Hay necesidad de estar cada tres meses sacándote el examen para ver si todo está bien?
–En mi caso sí Tomás porque como ya sabes soy bien puta y llevo más de 100 hombres que me han cogido o me los he cogido. ¿Contento?
–Eres promiscuo, es mejor decir eso que puta. Me preocupo por ti.
–Ya me fastidiaste el brunch.
–Discúlpame, también me preocupo por mi, he tenido sexo contigo.
–¿Y te he cogido sin condón? ¿tienes alguna venérea?.
–No, no. Pero no quiero que te pase nada.
–No me va a pasar nada, y si así fuera, pues hay tratamientos para eso.
–¿Te puedo preguntar algo?
–Espero que no te vayas por las ramas para preguntarme algo, ve al grano.
–Si por alguuuuuna razón fortuita te empataras conmigo, ¿dejarías esa vida que llevas?.
–Jajajajajaja, parece que practicara la prostitución.
–Respóndeme.
–No sé Tomás, en el momento sabré, no pienso en si algún día me enamoro y me empato.
–Ya…,veo que contigo no tendré chance nunca.
–Lo que no entiendo es porque no te abres a conocer a otras personas, ¿por qué te empeñas conmigo?
–Ya te lo he dicho, estoy enamorado de ti.
–Pero te haces daño Tomás..
–Ese es problema mío François.

Terminamos de comer y pedimos más café. Tomás me puso la mano en la pierna cerca de mi bulto.
–No hagas eso porque se me va a parar y luego no respondo, y tampoco me podré parar de aquí.
–Yo si responderé. Te lo quiero mamar.
–Estás jugando con fuego, luego no quiero lamentos.
–No habrán.
–Ve al baño y me esperas, está adentro. –Tomás entró al baño, pedí la cuenta y fui por él.

–Pero esto es de una persona. –dijo Tomás.
–Cállate y mama. –Como siempre, Tomás se lucía en cada mamada, se lo tragaba todo, no hacía falta empujarle la cabeza, él sabía lo que hacía. Tocaron la puerta.
–NO PUEDEN ESTAR 2 PERSONAS AHÍ DENTRO POR FAVOR, SALGAN
Tomás se puso nervioso pero le dije que siguiera, la boca la tenía enrojecida y mojada por la saliva.
–YA SALIMOS, DISCULPEN. Ya me voy a venir ¿te la vas a tragar? –Le dije eso y me apretó las nalgas y se aferró a mi a esperar cada disparo de leche. Se la tragó toda.
–Sal tú primero. Entrega mi tarjeta de crédito para pagar, ya salgo.

Tomás salió y se escuchaba una fuerte discusión. Cuando salí algún encargado del local estaba armando un pleito a Tomás, la gente los miraba. Al acercarme me doy cuenta que no es un simple encargado, es el dueño. Y al dueño lo conozco.
Al verme deja de hablar, vuelve a ver a Tomás –Les agradezco que paguen su cuenta y se retiren.
–Espérame aquí que voy a pagar. -Me acerco al dueño y lo saludo.

–Coño Felipe no sabía que eras dueño de esto.
–Desde hace unos meses. La verdad,  que vergüenza lo que estaban haciendo ahí dentro.
–Ay Felipe, tu y yo tiramos en un restaurante.
–Bueno sí pero este es mi restaurante, pero te vi y me sentí ridículo reclamándole a tu amigo o novio.
–Sigo soltero.
–¿Cuándo repetimos?
Espero que nunca. Pensé. El día que me cogió, bueno, me lo metió, dos empujones y se vino. Repetimos en su casa y lo mismo, dos sacudidas y el hombre se corrió.
–Cuando gustes, tienes mi número.
–Dile  a tu amigo y se vienen los dos, me los cojo a ambos.
–Sí, sí, claro. Toma la tarjeta.
–No vale, la casa invita.
–Gracias Felipe, espero tu llamada.

–¿Te lo tiraste?
–Si, hace unos cuantos meses, un mal polvo.
–Qué vergüenza me hizo pasar ese tipo por tu culpa y encima tiraron, ¿ves por qué no se puede ser tan promiscuo? La gente te conoce y sabe la fama que tienes.
–No empieces con el sermón otra vez. Me dijo que fuéramos a su casa para que nos coja a los dos.
–¿Qué, eso? No, yo no voy a ir.
–Yo tampoco, ¿no te dije que es mal polvo? Nos regaló el brunch, algo bueno le sacamos. Vamos, te invito unas cervezas para celebrar esa mamada.

Así es Tomás mama guevo de una manera que no es de este mundo.

¡Hasta luego!


No hay comentarios:

Publicar un comentario