viernes, 13 de enero de 2017

A QUE NO TE ATREVES 10. capítulo 5


Se voltea la tortilla.



Adolfo bajó la mano y dejó caer el arma al suelo.

–Matarte sería terminar todo tan fácil, además como te dije, te sigo amando. Yo quiero una vida contigo Jorge.

–¿Y a que estás jugando? ¿No te parece suficiente ya lo que has hecho? Creo que ya he escarmentado.

Adolfo se acercó a Jorge y lo besó en la boca.

–Te amo Jorge, quiero estar contigo, vivamos juntos. -Jorge lo abrazó dándole ahora él el beso.



Terminaron de esconder los cuerpos y el arma.

–Quiero que me acompañes al apartamento de mis padres para buscar unas cosas para luego ir a tu apartamento.

–Esto que estamos haciendo es una locura Adolfo.

–Esto es consecuencia de todo lo que hicimos hace meses, nos guste o no, hay que asumirlo.



Llegaron al edificio y Adolfo le pidió que lo esperara en el carro mientras el subía a buscar las cosas.

Entró a su habitación, abrió el closet y buscó una caja donde su mamá guardaba el uniforme del colegio, otra caja donde habían fotos de esa época y sacó los anuarios del colegio. Metió todo eso en una caja y se lo llevó. Buscó una maleta y sacó el resto de su ropa y la metió desordenada.



Cuando estaba en la puerta del apartamento de sus padres, la abrió y vio hacia atrás.

–Aquí no volveré jamás. Hoy me despido de este lugar y quedará encerrado. Gracias por todo.

Cerró la puerta.



Llegó al carro.

–¿Qué traes ahí?

–Mi ropa y parte de lo que haremos en tu casa cuando tu busques algunas cosas. Haremos un acto simbólico.



_______



Estaban sentados en el piso de la sala del apartamento, habían apartado los muebles, consiguieron un wok bastante grande y dentro de él colocaron el uniforme de Adolfo, las fotos, los anuarios, algunas cosas del colegio de Jorge, sus documetos falsos como Bernardo y otros papeles referentes al colegio.

–Vamos a quemar todo esto y ver como se consume nuestro pasado para comenzar una nueva vida juntos.



Encendieron el wok con kerosén y todo comenzó a arder. Ambos abrazados se quedaron viendo el fuego mientras con lágrimas en los ojos, pasaba el tiempo y se consumían sus pertenencias.



Luego de aquel evento, comenzaron su vida juntos viviendo en el apartamento de Jorge. Ambos trabajaban y habían recuperado la estabilidad económica. Los meses pasaron y su relación no podía estar mejor. Viajes a la playa, al interior del país, paseos, cine, momentos en la cama leyendo o haciendo el amor. Cocinaban juntos, hasta adoptaron un perro que fue la excusa perfecta para salir a correr y hacer ejercicios al aire libre.



El fantasma del pasado, la venganza y las humillaciones habían quedado en el pasado. Aparentemente.



Mientras Jorge estaba en la calle trabajando con sus terapias, Adolfo, desde casa, trabajaba en sus asuntos de informática. Luego del almorzar se recostó pensando en lo que haría en la tarde. No pudo dormir, su mente seguía trabajando, pensaba como hacer lo que tenía planificado, acostado con los ojos abiertos.

Se levantó, buscó un papel y un lápiz.



Comenzó a escribir.

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