Se
voltea la tortilla.
Adolfo bajó la mano y dejó caer el arma al
suelo.
–Matarte sería terminar todo tan fácil,
además como te dije, te sigo amando. Yo quiero una vida contigo Jorge.
–¿Y a que estás jugando? ¿No te parece
suficiente ya lo que has hecho? Creo que ya he escarmentado.
Adolfo se acercó a Jorge y lo besó en la
boca.
–Te amo Jorge, quiero estar contigo,
vivamos juntos. -Jorge lo abrazó dándole ahora él el beso.
Terminaron de esconder los cuerpos y el
arma.
–Quiero que me acompañes al apartamento de
mis padres para buscar unas cosas para luego ir a tu apartamento.
–Esto que estamos haciendo es una locura
Adolfo.
–Esto es consecuencia de todo lo que
hicimos hace meses, nos guste o no, hay que asumirlo.
Llegaron al edificio y Adolfo le pidió que
lo esperara en el carro mientras el subía a buscar las cosas.
Entró a su habitación, abrió el closet y
buscó una caja donde su mamá guardaba el uniforme del colegio, otra caja donde
habían fotos de esa época y sacó los anuarios del colegio. Metió todo eso en
una caja y se lo llevó. Buscó una maleta y sacó el resto de su ropa y la metió
desordenada.
Cuando estaba en la puerta del apartamento
de sus padres, la abrió y vio hacia atrás.
–Aquí no volveré jamás. Hoy me despido de
este lugar y quedará encerrado. Gracias por todo.
Cerró la puerta.
Llegó al carro.
–¿Qué traes ahí?
–Mi ropa y parte de lo que haremos en tu
casa cuando tu busques algunas cosas. Haremos un acto simbólico.
_______
Estaban sentados en el piso de la sala del
apartamento, habían apartado los muebles, consiguieron un wok bastante grande y
dentro de él colocaron el uniforme de Adolfo, las fotos, los anuarios, algunas
cosas del colegio de Jorge, sus documetos falsos como Bernardo y otros papeles
referentes al colegio.
–Vamos a quemar todo esto y ver como se
consume nuestro pasado para comenzar una nueva vida juntos.
Encendieron el wok con kerosén y todo
comenzó a arder. Ambos abrazados se quedaron viendo el fuego mientras con
lágrimas en los ojos, pasaba el tiempo y se consumían sus pertenencias.
Luego de aquel evento, comenzaron su vida
juntos viviendo en el apartamento de Jorge. Ambos trabajaban y habían
recuperado la estabilidad económica. Los meses pasaron y su relación no podía
estar mejor. Viajes a la playa, al interior del país, paseos, cine, momentos en
la cama leyendo o haciendo el amor. Cocinaban juntos, hasta adoptaron un perro
que fue la excusa perfecta para salir a correr y hacer ejercicios al aire
libre.
El fantasma del pasado, la venganza y las
humillaciones habían quedado en el pasado. Aparentemente.
Mientras Jorge estaba en la calle trabajando
con sus terapias, Adolfo, desde casa, trabajaba en sus asuntos de informática.
Luego del almorzar se recostó pensando en lo que haría en la tarde. No pudo
dormir, su mente seguía trabajando, pensaba como hacer lo que tenía
planificado, acostado con los ojos abiertos.
Se levantó, buscó un papel y un lápiz.
Comenzó a escribir.
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