Acorralado.
Luego de varias investigaciones, testigos, recavando
información, huellas y objetos que concuerdan entre sí, estaban tras la pista
del asesino que ya tenía nombre: El doctor Carmelo.
Semanas de investigación por parte de la policía científica,
se tiene el nombre del presunto homicida de las extrañas muertes ocurridas en
la ciudad, sin contar los actos de necrofilia ejecutados por el presunto
asesino, el doctor Carmelo, médico patólogo forense, famoso por graduarse con
honores siendo muy joven, y, a su corta edad, nombrado Director de la morgue
más importante del país. Ahora envuelto en el mayor escándalo médico que haya
conocido el país.
Sin contar que tiene una cuenta pendiente con la justicia
italiana pues al parecer hubo un asesinato en la habitación donde se hospedaba
en Roma.
Carmelo cerraba el periódico que reseñaba el historial de su
crímenes. Se sonrió incrédulo que lo pudieran atrapar.
Llamó al celular de Bertha. Ya habían pasado 15 días de
haberse ido de Italia y no sabía nada de ella. Carmelo se hospedaba en hoteles
de mala muerte, cambiándose cada 2 días y pagando en efectivo para evitar que
lo encontraran.
–<Hoy me dan el alta, sigo débil pero en un par de días
me regreso al país, ya tengo la autorización para viajar. Me dejaste sola, casi
me muero por tu culpa>
–<Mi amor, me tenía que ir, maté a una persona ¿te
acuerdas?, te espero aquí para escaparnos juntos>.
–<Esta bien mi amor, nos veremos, cuando llegue, me voy a
divorciar, asi que podemos…
Carmelo cerró la llamada. –Esta se volvió loca si piensa que
me voy a casar con ella, lo que quiero es a mi hijo.
Cayó en cuenta que con su celular podrían rastrearlo. Anotó
los teléfonos más importantes y se manejaría llamando desde la calle. Le quitó
la batería al celular y botó el chip junto con el celular.
Bajó a recorrer varios cajeros automáticos para retirar todo
el dinero posible.
Era viernes en la noche y la zona donde estaba se prestaba
para que en algún momento mataran a alguien en un atraco o ajuste de cuentas,
él se quedaría escondido en la calle esperando que algo ocurriera para
satisfacer sus ganas de sexo.
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