Historia basada en hechos reales en 1990.
Un reportero. Cubre la fuente política, conoce en un evento a un parlamentario. Comienzan a conversar sobre el país, el congreso y temas sin relevancia mientras ambos toman un trago.
Ambos acudieron a una concentración
política en la calle más concurrida de Cumaná, al oriente de Venezuela, en
medio de la multitud hubo muchos momentos para que sus ojos se miraran
traspasando las barreras de lo formal hasta llegar a una picardía cómplice.
Los reporteros abordaron al diputado,
las preguntas iban y venían, las respuestas eran cortas, el diputado no lograba
concentrarse, sus pensamientos eran solo para el morbo, el deseo sexual, sus
ojos negros brillaban reflejando la luz intensa del sol inclemente de esa
tarde.
El sudor corría por la cara del
reportero, solo deseaba que terminara la entrevista, sus manos estaban sudadas,
imaginaba mil escenas de placer, deseaba salir del evento, desaparecer la
multitud, para lograr una conversación privada con el diputado.
Finalmente ambos caminaron entre la
gente y la mano derecha del reportero rozó un glúteo del diputado. Sintió firme
su carne, la sensación llegó hasta el pene del reportero, que de inmediato se puso tan duro que era
imposible disimularlo, confirmó sus deseos, lo que sentía era explosivo. El
diputado miró a la bragueta del reportero y subió la mirada directo a los ojos
del reportero.
El reportero y su equipo perdieron el
vuelo de regreso a Caracas esa tarde. Había que ubicar un hotel. El diputado se
ofreció a conseguirle una habitación.
Esa noche se hospedaron en el mismo
hotel, al igual que otros periodistas y representantes de la política internacional.
El reportero no había traído equipaje, el diputado lo llama a su habitación y
le ofrece productos de aseo personal. El reportero le pide crema dental y va a
buscarla y comienza todo.
Toma el tubo de crema que el diputado sostenía
en su mano y se ven a los ojos, el reportero traga saliva mientras aún se
veían. La atracción sobrepasaba lo normal, los penes de ambos estaban erectos
con solo una mirada profunda llena de sensaciones.
Se acercan y se besan en la boca pero el
diputado se detiene y empuja con sus
manos al reportero pidiéndole que se vaya de la habitación. Presentía que esta
vez el juego sexual iría más allá de una masturbación, por un momento sintió
temor, pero las ganas pudieron más y le pidió al reportero que no se fuera, lo
tomó de la mano y comenzaron a besarse con una intensidad desesperada.
El diputado era casado desde de hace 3
meses, no le importaba el matrimonio, solo y únicamente para guardar su
apariencia ante la sociedad política ortodoxa venezolana, tiene al igual que el
periodista, 24 años.
Era una constante sus viajes, era la
excusa perfecta para escapar de su casa y no tener relaciones con su esposa, abogada
como él.
La noche fue muy larga, comenzó con los
besos más apasionados, se quitaron las franelas, el short y el pantalón
deportivo, sus cuerpos ya desnudos estaban fundidos y entrelazadas sus extremidades
parecían un solo cuerpo.
El cobertor blanco de la cama de hotel
cayó al piso, la fuerza de sus movimientos, el deseo sexual era intenso,
demoledor, era un terremoto de pasión.
Sus penes erectos y húmedos se tocaban
como si se besaran invitando a más, los dos querían que sus penes estuvieran
dentro del ano del otro y sentirse uno dentro del otro.
El reportero de pronto deja de besar al
diputado, con sus brazos abre las piernas del diputado y colocó su cara en medio de los glúteos del diputado, lamió su
ano, mientras el diputado gemía de placer, se retorcía y pedía a gritos su
deseo carnal de tener el pene dentro de su cuerpo, el reportero escupió su
mano una y mil veces para mojar el ano
del diputado. El reportero tomó su rígido pene y lo introdujo suavemente en el
ano, nunca penetrado del diputado. El ano se contraía y expulsaba el pene,
hasta lograr una relajación y el pene comenzó a entrar suave. El reportero sentía en su pene el
calor y la pasión.
Con el pene dentro del ano de su
compañero, el reportero se impulsó y pegó su pecho contra el pecho del diputado
y se besaron con pasión desmedida en medio de los fuertes movimientos pélvicos
que sellaban el primer encuentro carnal.
A los 20 minutos entre penetrar y jugar
el diputado le dijo ahora quiero que mi pene sienta el calor de tu carne.
El tubo de crema dental había quedado en
una de las mesas de noche y el diputado tomó sacó una pequeña porción y la
colocó en su boca, los besos calientes se mezclaban con el frío de la pasta de
dientes.
El pene del diputado era pequeño, pero
firme, lo introdujo con fuerza y el reportero gritó. Le indicó que lo hiciera
con suavidad. Pero los deseos reprimidos querían explotar, quería hacer en unos
segundos lo que había soñado desde toda su vida. Quería ver y sentir su pene en
el ano de otro hombre.
Era el momento de penetrar al reportero,
con la lengua llena de flúor la pasó por el ano del reportero hasta introducir
la fría lengua en la cavidad anal caliente y llena de deseos.
En tres meses de matrimonio el diputado
no había logrado que su pene estuviera erecto como en esta oportunidad. El
hombre que hasta ahora se decía era heterosexual, había dado el primer paso a
su felicidad.
Los encuentros del reportero y el diputado
eran cada vez más frecuentes, al regresar a Caracas.
En las mañanas se veían en los pasillos
del Palacio Legislativo, allí acordaban la hora y lugar para los encuentros
nocturnos. Otro diputado bisexual, amigo de ambos, apoyaba la relación.
Pasaron muchos encuentros, noches de
discotecas, alcohol, cocaína, marihuana, clubes de ambiente gay en la compañía
de Pierre un amigo del diputado cómplice
de la relación.
Planificaron irse de viaje nuevamente desde
Caracas a Cumaná.
Planificaron un viaje a un apartamento
de playa en Cumaná perteneciente a la familia de la esposa del diputado, se
fueron a pasar la Semana Santa. Disfrutaban el estar juntos sin que nadie los molestara.
El viernes santo el teléfono del apartamento
no paraba de sonar. El diputado no contestó ninguna de las llamadas. Ambos
acostados desnudos en la misma cama veían televisión. El reportero jugaba con
el pene de su compañero, mientras el diputado jugaba con el cabello de este.
Cuando la película que veían fue interrumpida por los comerciales, el diputado
se volteó y le dio un beso al joven reportero, se montó sobre él para luego
alzarle las piernas y colocarlas sobre su pecho. Su pene rozaba el ano del
reportero que hizo que se estremeciera, mojó su mano con saliva y la pasó por
su pene y luego entre las nalgas del joven periodista.
–Penétrame -dijo el reportero para luego
sentir como aquel pene invadía su cuerpo y su piel se erizó por completo. Los
gemidos y el ruido de la cama se mezclaban. El olor del mar y el sudor de ambos
invadían la habitación.
El ruido de las llaves en la puerta del
apartamento pasa desapercibido por los amantes que están concentrados en el
sexo.
La esposa del diputado llega a la
habitación y los sorprende. Viajó repentinamente de Caracas a Cumaná.
A
la esposa del diputado la acompañaban sus padres y el alcalde de Cumaná. El
diputado se tapó con las sábanas, el reportero se ocultaba con la almohada en
su cara. Estaban descubiertos, no había por donde escapar.
Comenzaron
los gritos por parte de ella, el diputado intentaba explicar lo evidente.
-No
es lo que crees, espera no ha pasado nada, dijo el reportero.
-Tú
te callas, no hables más, el problema no es contigo, el problema lo resuelvo
con él, afirmó tajantemente en voz altiva la mujer.
El periodista como pudo se vistió y se fue no
sin antes recibir insultos y amenazas de la esposa. El diputado también salió
del apartamento.
Ambos
se quedaron en un hotel, pero la culpa, la vergüenza y el miedo no permitieron
que ninguno de los dos durmiera en paz
esa noche.
De
vuelta a Caracas, el escándalo político no se hizo esperar. Lo sucedido llegó
hasta oídos de la hija del presidente del Parlamento que estaba casada con el
diputado amigo, cómplice de la relación del periodista con el diputado.
La
mujer ofendida y humillada comenzó a trabajar para arruinar la carrera política
de quien aún era su esposo, al menos legalmente.
En
un programa de televisión con altos índices de sintonía donde se tocaban temas
de actualidad y de interés para el público, tocaron el caso de los bisexuales y
gays analizando una novela colombiana que contenía temática bisexual.
En
el programa se recibió una llamada en vivo de un televidente. Era la esposa del
diputado, aprovechó para contar lo que había pasado.
Ella
pidió información para anular su matrimonio ante la Santa Sede. Le impidieron
dar los nombres de su esposo y del amante por ser figuras públicas.
En
las oficinas del presidente del Parlamento llegaron los panfletos y burlas. “Una
cámara de maricones”, “diputados drogadictos”, “el parlamento gay”, “vergüenza
nacional en las curules”, “se necesitan diputados hombres”, “diputados no
legislan por estar tirando”.
La
hija del presidente del Parlamento pidió a la esposa ofendida y humillada que
dejara la campaña, porque estaba involucrando también a su esposo y se venía
abajo la seriedad en el trabajo
parlamentario.
Mientras
la policía de inteligencia averiguaba el origen de los panfletos, el equipo de
prensa e imagen del Parlamento empezó a buscar la estrategia a seguir para
evitar que el escándalo homosexual arrastrara
a otros doce diputados, de los cuales se habían escuchado chismes de pasillo
durante meses.
Otro
diputado hijo de un gobernador anunció el fin a su soltería. Se trataba de un
soltero empedernido de 35 años, con apellido de abolengo. Acostumbraba tener
relaciones sexuales con los jóvenes que trabajaban en la hacienda de su padre.
Un
diputado mirandino, soltero, con aspiraciones a presidir la cámara, quedó
paralizado de miedo. El fetiche de tener sexo oral dentro del auto era su pasión.
Pensó que podría ser el próximo protagonista de un escándalo homosexual. De
inmediato llegaron imágenes a su cabeza, recordó el policía que lo había visto
en una oportunidad haciendo sexo oral en su carro y al cual había mantenido
callado con una alta suma de dinero.
La
investigación de los órganos de inteligencia arrojó que la mujer dolida y
humillada era la autora intelectual de los panfletos y de la campaña
homofóbica. Fue conminada a retirar su campaña de panfletos.
Los
amantes protagonistas decidieron separarse, el escándalo ya no era tal, el daño
causado a la carrera política del
diputado no se hizo esperar, fue desincorporado de la cámara por cometer actos
contra la moral y las buenas costumbres.
El
divorcio llegó con su respectiva anulación del Vaticano. La mujer dolida y
humillada desapareció del país.
El
joven reportero perdió un amor que fue pasión por unas nueva semanas.
Pasaron
veinte años para que volvieran a verse en un aeropuerto. El exdiputado
reconoció al reportero. El reportero no sabía de quien se trataba. El
exdiputado aparentaba mucho más edad de la que tenía, una penosa enfermedad lo
había sorprendido, una enfermedad contraída en medio de la promiscuidad y las
drogas.
Fuiste
mi gran amor, un amor que duró solo esas nueve semanas, nunca más fui feliz,
hoy que te veo nuevamente, mi corazón late como la primera vez, moriré pensándote-
dijo el exdiputado.
El
reportero lo abrazó con fuerza, le dio un beso muy sentido en la
mejilla y otro en la frente y caminó para abordar su vuelo a París
donde se
erradicó para ser feliz con el viejo amigo Pierre.
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