jueves, 26 de enero de 2017

SEXORAMA. Escándalo gay en el Parlamento.

Historia basada en hechos reales en 1990.


Un reportero. Cubre la fuente política, conoce en un evento a un parlamentario. Comienzan a conversar sobre el país, el congreso y temas sin relevancia mientras ambos toman un trago.

Ambos acudieron a una concentración política en la calle más concurrida de Cumaná, al oriente de Venezuela, en medio de la multitud hubo muchos momentos para que sus ojos se miraran traspasando las barreras de lo formal hasta llegar a una picardía cómplice.

Los reporteros abordaron al diputado, las preguntas iban y venían, las respuestas eran cortas, el diputado no lograba concentrarse, sus pensamientos eran solo para el morbo, el deseo sexual, sus ojos negros brillaban reflejando la luz intensa del sol inclemente de esa tarde.

El sudor corría por la cara del reportero, solo deseaba que terminara la entrevista, sus manos estaban sudadas, imaginaba mil escenas de placer, deseaba salir del evento, desaparecer la multitud, para lograr una conversación privada con el diputado.

Finalmente ambos caminaron entre la gente y la mano derecha del reportero rozó un glúteo del diputado. Sintió firme su carne, la sensación llegó hasta el pene del reportero, que  de inmediato se puso tan duro que era imposible disimularlo, confirmó sus deseos, lo que sentía era explosivo. El diputado miró a la bragueta del reportero y subió la mirada directo a los ojos del reportero.

El reportero y su equipo perdieron el vuelo de regreso a Caracas esa tarde. Había que ubicar un hotel. El diputado se ofreció a conseguirle una habitación.

Esa noche se hospedaron en el mismo hotel, al igual que otros periodistas y representantes de la política internacional. El reportero no había traído equipaje, el diputado lo llama a su habitación y le ofrece productos de aseo personal. El reportero le pide crema dental y va a buscarla y comienza todo.

Toma el tubo de crema que el diputado sostenía en su mano y se ven a los ojos, el reportero traga saliva mientras aún se veían. La atracción sobrepasaba lo normal, los penes de ambos estaban erectos con solo una mirada profunda llena de sensaciones.

Se acercan y se besan en la boca pero el diputado se detiene  y empuja con sus manos al reportero pidiéndole que se vaya de la habitación. Presentía que esta vez el juego sexual iría más allá de una masturbación, por un momento sintió temor, pero las ganas pudieron más y le pidió al reportero que no se fuera, lo tomó de la mano y comenzaron a besarse con una intensidad desesperada.

El diputado era casado desde de hace 3 meses, no le importaba el matrimonio, solo y únicamente para guardar su apariencia ante la sociedad política ortodoxa venezolana, tiene al igual que el periodista, 24 años.

Era una constante sus viajes, era la excusa perfecta para escapar de su casa y no tener relaciones con su esposa, abogada como él.

La noche fue muy larga, comenzó con los besos más apasionados, se quitaron las franelas, el short y el pantalón deportivo, sus cuerpos ya desnudos estaban fundidos y entrelazadas sus extremidades parecían un solo cuerpo.

El cobertor blanco de la cama de hotel cayó al piso, la fuerza de sus movimientos, el deseo sexual era intenso, demoledor, era un terremoto de pasión.

Sus penes erectos y húmedos se tocaban como si se besaran invitando a más, los dos querían que sus penes estuvieran dentro del ano del otro y sentirse uno dentro del otro.

El reportero de pronto deja de besar al diputado, con sus brazos abre las piernas del diputado y colocó su cara  en medio de los glúteos del diputado, lamió su ano, mientras el diputado gemía de placer, se retorcía y pedía a gritos su deseo carnal de tener el pene dentro de su cuerpo, el reportero escupió su mano  una y mil veces para mojar el ano del diputado. El reportero tomó su rígido pene y lo introdujo suavemente en el ano, nunca penetrado del diputado. El ano se contraía y expulsaba el pene, hasta lograr una relajación y el pene comenzó a entrar  suave. El reportero sentía en su pene el calor y la pasión.

Con el pene dentro del ano de su compañero, el reportero se impulsó y pegó su pecho contra el pecho del diputado y se besaron con pasión desmedida en medio de los fuertes movimientos pélvicos que sellaban  el primer encuentro carnal.

A los 20 minutos entre penetrar y jugar el diputado le dijo ahora quiero que mi pene sienta el calor de tu carne.

El tubo de crema dental había quedado en una de las mesas de noche y el diputado tomó sacó una pequeña porción y la colocó en su boca, los besos calientes se mezclaban con el frío de la pasta de dientes.

El pene del diputado era pequeño, pero firme, lo introdujo con fuerza y el reportero gritó. Le indicó que lo hiciera con suavidad. Pero los deseos reprimidos querían explotar, quería hacer en unos segundos lo que había soñado desde toda su vida. Quería ver y sentir su pene en el ano de otro hombre.

Era el momento de penetrar al reportero, con la lengua llena de flúor la pasó por el ano del reportero hasta introducir la fría lengua en la cavidad anal caliente y llena de deseos.

En tres meses de matrimonio el diputado no había logrado que su pene estuviera erecto como en esta oportunidad. El hombre que hasta ahora se decía era heterosexual, había dado el primer paso a su felicidad.

Los encuentros del reportero y el diputado eran cada vez más frecuentes, al regresar a Caracas.

En las mañanas se veían en los pasillos del Palacio Legislativo, allí acordaban la hora y lugar para los encuentros nocturnos. Otro diputado bisexual, amigo de ambos, apoyaba la relación.

Pasaron muchos encuentros, noches de discotecas, alcohol, cocaína, marihuana, clubes de ambiente gay en la compañía de Pierre un amigo del diputado  cómplice de la relación.

Planificaron irse de viaje nuevamente desde Caracas a Cumaná.

Planificaron un viaje a un apartamento de playa en Cumaná perteneciente a la familia de la esposa del diputado, se fueron a pasar la Semana Santa. Disfrutaban el estar juntos sin que nadie  los molestara.

El viernes santo el teléfono del apartamento no paraba de sonar. El diputado no contestó ninguna de las llamadas. Ambos acostados desnudos en la misma cama veían televisión. El reportero jugaba con el pene de su compañero, mientras el diputado jugaba con el cabello de este. Cuando la película que veían fue interrumpida por los comerciales, el diputado se volteó y le dio un beso al joven reportero, se montó sobre él para luego alzarle las piernas y colocarlas sobre su pecho. Su pene rozaba el ano del reportero que hizo que se estremeciera, mojó su mano con saliva y la pasó por su pene y luego entre las nalgas del joven periodista.

–Penétrame -dijo el reportero para luego sentir como aquel pene invadía su cuerpo y su piel se erizó por completo. Los gemidos y el ruido de la cama se mezclaban. El olor del mar y el sudor de ambos invadían la habitación.

El ruido de las llaves en la puerta del apartamento pasa desapercibido por los amantes que están concentrados en el sexo.

La esposa del diputado llega a la habitación y los sorprende. Viajó repentinamente de Caracas a Cumaná.

A la esposa del diputado la acompañaban sus padres y el alcalde de Cumaná. El diputado se tapó con las sábanas, el reportero se ocultaba con la almohada en su cara. Estaban descubiertos, no había por donde escapar.

Comenzaron los gritos por parte de ella, el diputado intentaba explicar lo evidente.

-No es lo que crees, espera no ha pasado nada, dijo el reportero.

-Tú te callas, no hables más, el problema no es contigo, el problema lo resuelvo con él, afirmó tajantemente en voz altiva la mujer.

 El periodista como pudo se vistió y se fue no sin antes recibir insultos y amenazas de la esposa. El diputado también salió del apartamento.

Ambos se quedaron en un hotel, pero la culpa, la vergüenza y el miedo no permitieron que ninguno de los dos  durmiera en paz esa noche.

De vuelta a Caracas, el escándalo político no se hizo esperar. Lo sucedido llegó hasta oídos de la hija del presidente del Parlamento que estaba casada con el diputado amigo, cómplice de la relación del periodista con el diputado.

La mujer ofendida y humillada comenzó a trabajar para arruinar la carrera política de quien aún era su esposo, al menos legalmente.

En un programa de televisión con altos índices de sintonía donde se tocaban temas de actualidad y de interés para el público, tocaron el caso de los bisexuales y gays analizando una novela colombiana que contenía temática bisexual.

En el programa se recibió una llamada en vivo de un televidente. Era la esposa del diputado, aprovechó para contar lo que había pasado.

Ella pidió información para anular su matrimonio ante la Santa Sede. Le impidieron dar los nombres de su esposo y del amante por ser figuras públicas.

En las oficinas del presidente del Parlamento llegaron los panfletos y burlas. “Una cámara de maricones”, “diputados drogadictos”, “el parlamento gay”, “vergüenza nacional en las curules”, “se necesitan diputados hombres”, “diputados no legislan por estar tirando”.

La hija del presidente del Parlamento pidió a la esposa ofendida y humillada que dejara la campaña, porque estaba involucrando también a su esposo y se venía abajo la seriedad  en el trabajo parlamentario.

Mientras la policía de inteligencia averiguaba el origen de los panfletos, el equipo de prensa e imagen del Parlamento empezó a buscar la estrategia a seguir para evitar que el escándalo homosexual  arrastrara a otros doce diputados, de los cuales se habían escuchado chismes de pasillo durante meses.

Otro diputado hijo de un gobernador anunció el fin a su soltería. Se trataba de un soltero empedernido de 35 años, con apellido de abolengo. Acostumbraba tener relaciones sexuales con los jóvenes que trabajaban en la hacienda de su padre.

Un diputado mirandino, soltero, con aspiraciones a presidir la cámara, quedó paralizado de miedo. El fetiche de tener sexo oral dentro del auto era su pasión. Pensó que podría ser el próximo protagonista de un escándalo homosexual. De inmediato llegaron imágenes a su cabeza, recordó el policía que lo había visto en una oportunidad haciendo sexo oral en su carro y al cual había mantenido callado con una alta suma de dinero.

La investigación de los órganos de inteligencia arrojó que la mujer dolida y humillada era la autora intelectual de los panfletos y de la campaña homofóbica. Fue conminada a retirar su campaña de panfletos.

Los amantes protagonistas decidieron separarse, el escándalo ya no era tal, el daño causado a  la carrera política del diputado no se hizo esperar, fue desincorporado de la cámara por cometer actos contra la moral y las buenas costumbres.

El divorcio llegó con su respectiva anulación del Vaticano. La mujer dolida y humillada desapareció del país.

El joven reportero perdió un amor que fue pasión por unas nueva semanas.

Pasaron veinte años para que volvieran a verse en un aeropuerto. El exdiputado reconoció al reportero. El reportero no sabía de quien se trataba. El exdiputado aparentaba mucho más edad de la que tenía, una penosa enfermedad lo había sorprendido, una enfermedad contraída en medio de la promiscuidad y las drogas.

Fuiste mi gran amor, un amor que duró solo esas nueve semanas, nunca más fui feliz, hoy que te veo nuevamente, mi corazón late como la primera vez, moriré pensándote- dijo el exdiputado.
El reportero lo abrazó con fuerza, le dio un  beso muy sentido  en la mejilla y otro en la frente y caminó  para abordar su vuelo a París donde se erradicó para ser feliz con el viejo amigo Pierre.

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